2013, el Año de la Serpiente (y de los sobres)

Adivina adivinanza: “Aunque por fuera parece sólido, el interior está vacío”. ¿Qué es? Respuesta: el Año de la Serpiente, que comienza el 10 de febrero, cuando, según dicen, las ciudades chinas se sumergen en un mar de petardos y fuegos artificiales para ahuyentar a los malos espíritus. Los mismos que, es un suponer, causaron hace unos días el derribo de un puente cuando el camión cargado con pirotecnia se incendió en un aparatoso accidente. 

El caso es que, accidentes aparte, los cerdos como yo hemos de ser cautelosos este año, porque no nos llevamos nada bien con las serpientes de agua. En realidad, echando un buen vistazo al horóscopo chino (la curiosidad mata al gato o, en este caso, al cerdo) parece que no es un buen año para casi nadie. Lo cual, según están las cosas, tampoco es sorprendente. Choca porque los occidentales tendemos a edulcorarlo todo un poco, incluido el horóscopo, donde raramente se leen cosas como "se enfrentan a muchos obstáculos y problemas" (el ratón) o "no van a tener un ápice de suerte" (el buey).  

Yo me he llevado alguna sorpresa investigando sobre mi signo. A pesar del escaso glamour que este animal tiene en Occidente –y especialmente en mi tierra, que también es la del mesonero Cándido– por aquí se le considera un animal con suerte ya que su única ocupación es rebozarse en el barro y engordar.

Engordar, por cierto, es lo que se hace en estas fiestas que se celebran con banquetes donde no pueden faltar los dumplings, las deliciosas empanadillas rellenas de carne o verduras, típicas del norte, o los nian gao (pastelillos de arroz, típicos del sur). Pero antes es necesario hacer una buena limpieza para barrer la mala suerte del año anterior; decorar la casa con lámparas y recortables de color rojo y colocar recipientes con naranjas y mandarinas, que traen buena suerte y dinero. Se considera auspicioso cortarse el pelo y llevar ropa nueva –y, a ser posible, roja– para comenzar el año fresco y renovado.

Esta es también la época en que se entrega el hong bao, los pequeños sobres que contienen dinero y que se pasan no sólo de padres a hijos sino también, dependiendo de la zona y las circunstancias, de jefe a trabajador o de cliente a empleado. Este sobre ha de ser rojo e incluir billetes nuevos. Además, la cantidad ha de ser par (los números impares se usan en los funerales) y no contener el número cuatro, ya que este número –que en chino suena parecido a la palabra muerte– da mala suerte.

Estos son, en fin, días de reuniones familiares para los chinos, que se desplazan de forma masiva en lo que se considera la mayor migración humana. Los jóvenes solteros que vuelven a casa (como en nuestro “almendro”, vaya) reciben la monserga de sus padres, tíos y demás allegados para que se casen y, sobre todo,  tengan hijos. Algunos (cada vez en mayor número, a medida que la sociedad se va modernizando) intentan escurrir el bulto. Ya reunidos, la costumbre es ver una gala televisiva que se parece bastante a la tradicional retransmisión de las campanadas desde la madrileña Puerta del Sol y el bodrio correspondiente.

No tan diferente a España,  por lo tanto, donde también tenemos una buena cantidad de sobres circulando (si bien no de color rojo, que se sepa), junto con la costumbre de atiborrarnos de comida, congregarnos frente al televisor y acorralar a los solteros o parejas jóvenes sin hijos.

Sea como fuere, y digan lo que digan, espero que el Año de la Serpiente nos sea propicio a todos. Chunjie Kuaile!

La ilustración de arriba está tomada de aquí. Las otras dos pertenecen al libro infantil "My First Chinese New Year", de la editorial Scholastic.