Revista Literatura

A coming race

Publicado el 11 marzo 2018 por Nauka Cuervo Negro

A coming race

La mente, ese enorme universo humano en el que científicos de todo el mundo y de todos los tiempos estudian tratando de comprender ese océano desconocido en busca de su comprensión total y en el que siglos de estudios no han sido suficientes para entenderla del todo, pues muy poco sabemos de las capacidades de  la mente humana.

Según las definiciones, la palabra mente se usa para describir a aquel espacio en el cual los seres humanos guardamos todos los conocimientos así como también recuerdos, memorias, percepciones, etc. La mente se asocia normalmente con el cerebro, órgano en el cual suceden todos los procesos mentales. Sin embargo, el concepto de mente es más abstracto y tiene que ver con el espacio no físico sino metafórico donde todos los fenómenos relacionados con el raciocinio y el entendimiento toman lugar. Del mismo modo la mente del ser humano es el espacio abstracto en el cual uno guarda o almacena elementos como los conocimientos o aprendizajes que va recibiendo a lo largo de la vida, los recuerdos y memorias que le permiten manejarse en su día a día, la racionalización de determinadas sensaciones físicas o estímulos sensibles.

Mi mente se encontraba en plena ebullición almacenando conocimientos y aprendizaje, aunque pasaba por una de esas etapas en las que me sentía bloqueada y todo me costaba un infinito retenerlo. La causa de aquella especie de bloqueo no estaba definida  y aunque al principio no pasaban  de ser meros olvidos y sentirme incapaz para memorizar las cosas tales como canciones del grupo, citas, o trabajos para el instituto, con el paso de los días el hecho de no saber la razón de aquellos descuidos fué agravándose hasta convertirse en un serio problema que amenazaba con tener consecuencias importantes..

En el grupo las cosas no nos iban nada mal. Hacíamos conciertos regularmente y componíamos a menudo en el local de manera que nuestro repertorio empezaba a ser más amplio y nuestro tiempo de actuación por concierto también. Teníamos proyectos a largo plazo que pasaban por editar una maqueta o presentarnos a algún concurso musical de la zona que era medio famosillo entre las bandas. Había mucha ilusión y muchas metas por cruzar.

Pronto íbamos a tocar en un pub  no muy conocido y algo alejado de la ciudad, aunque compartíamos escena con otra banda y el dueño del local había insistido mucho para que actuáramos de manera que no nos pudimos negar aunque supiéramos que iba a estar difícil que acudiera mucha gente al concierto debido a la distancia a la que quedaba y a que no era fácil llegar. Pero a pesar de eso tenía la esperanza de que mi familia pudiera ir a verme tocar  por primera vez, por fin!. Tenía muchas ganas de que mi madre  me viera en el escenario, y también mis hermanos y por esa razón aunque en el momento de salir a tocar no hubiera nadie más allí ,yo sabía que no me iba a importar. Mi mejor público estaría ahí para mi, por mi....¿qué más podía pedir?.

-¿Sabes ya a qué hora vais a salir, más o menos?, necesito organizarme - preguntó mi hermano mayor, Gus. No es que especialmente le interesara mucho nuestro estilo de música. Siempre iba de aquí para allá, su coche, su trabajo, su mujer, su vaya usted a saber.

- Salimos  los primeros así que supongo que sobre las 22h pero si vais a ir es mejor que procureis estar allí antes. -Le advertí, más que nada pensando en el tiempo que se pierde cuando accedes al local para un concierto.

- Tengo que ir a por mi mujer al trabajo y luego vendré a recoger a mamá y nos iremos al concierto pero si tenemos que estar allí antes de las 22h entonces me pasaré la tarde en la carretera, ¿sabes si Juan irá? - Juan era mi otro hermano, mayor que yo también pero menor que Gus. Yo era la más joven de los 3 y la única chica.

- Creo que si. Dijo que a lo mejor iría con Michael y Juan Jesús si no cobrábamos entrada para ellos.-Puntualicé

- ¿Y cobrais algún tipo de entrada? -Preguntó él, acabándose de dar cuenta que ni si quiera había reparado en ese detalle.

- No -respondí-  el dueño del local nos da una parte de lo que gane en consumiciones y también cena. - Para nosotros, un lujazo

- Es la hostia - cavilaba Gus- antes esa sala era un pub techno radical y ahora que no va ni cristo la quieren convertir en una sala de conciertos metaleros. Lo que cambia la vida.

- Bueno, está por ver que le funcione el cambio, yo sigo pensando que queda lejos. -Tan positiva

- Si ves a Juan dile que hable conmigo, no sé si daré a basto con tanto lío y si él pudiera acercar a mamá al concierto a mi me hace un mundo. Así cuando salga del trabajo y me duche recojo a mi mujer en su trabajo, espero a que ella se arregle y luego vamos directos a la sala sin tener que volver a por mamá. -Asentí y luego me despedí de él

Cada vez que imaginaba que por fin mi madre asistiría a un concierto mio me sentía feliz. Había pasado ya mucho tiempo desde aquel primer concierto en el que ella no pudo venir, y después no hubo posibilidad para ninguno de los posteriores ya fuera por trabajo o porque el lugar era lejano y no tenia modo de ir. Pero esta vez iba en serio gracias a la colaboración de mis hermanos.

Un par de semanas antes Jose nos planteó la posibilidad de incluir una versión  en nuestro repertorio. Una canción de otra banda mucho más conocida podía conseguir que un público que solo observa comience a bailar y a entregarse con el concierto si la versión se ejecuta bien. A mi no me pareció mala idea.

Quedemos en que iriamos presentando ideas hasta elegir la canción que más se nos ajustara teniendo en cuenta que eramos casi todos novatos en el terreno musical y que en un concierto no debíamos intentar algo muy técnico o complicado hasta que estuviéramos más seguros de que teníamos más tablas y la experiencia necesaria como para ejecutarla perfectamente sin errores y no quedar como el culo en mitad del bolo con una canción conocidísima delante de  una multitud que pudiera apedrearnos o patearnos el culo después.

Después de varias ideas y de algún que otro enfado ,lleguemos a un acuerdo. A coming race, del grupo Hypocrisy fué la elegida.

Jose se encargó de traer las tablaturas de guitarra y bajo para comenzar a estudiar la versión en casa y traer algo con lo que empezar a trabajar en los próximos ensayos, metiendo la batería y voces y viendo cómo nos quedaba. No era la primera tablatura que memorizaba en casa y había que reconocer que la canción estaba muy bien, era sencillita y además conocida pero yo estaba frustrada porque nuestra primera versión no iba a ser The voice of the soul  de los Death, aquella canción me tenia enamorada y aunque sabía que era complicadísima llevarla a nuestro directo en las circunstancias presentes, me costaba renunciar a ese sueño.

De vuelta a casa con la guitarra a la espalda en su funda y aún mirando la tablatura de la canción, vi a mi hermano Juan pasar y le hice gestos para que se acercara.

- Gus quería hablar contigo acerca del concierto, parece que necesita tu colaboración -le informé.

- Si, ya lo sé, acabo de hablar con él -dijo, a la vez que señalaba a su espalda donde unos metros mas allá se encontraba Gus hablando con alguien que sujetaba de la mano a una niña, pero que no pude identificar porque estaba de espaldas a mi.- dice que ya no hace falta que me encargue de llevar a mamá, le pilla al paso después de todo -concluyó Juan.

Yo no entendía nada así que tras despedirme de Juan caminé hacia donde se encontraba Gus hablando con aquel desconocido. Quería preguntarle por lo que me había comentado Juan momentos antes y de ese modo entender por qué ahora si le pillaba de paso venir a por mi madre cuando lo cierto es que le pillaba igual de mal que hacía unos días.

Mi hermano me vió antes de que yo llegara a su altura y entonces habló:

- Por aquí viene la estrella del rock, pues justo estaba hablando del concierto ahora mismo con él - dijo señalando a la persona con la que hablaba. El tipo que sostenía de la mano a la niña se giró y pude ver su rostro. Me quedé paralizada.

Se trataba de Dario, un amigo de Gus con el que había pasado la infancia y parte de la adolescencia pero que desde que se había casado no habiamos vuelto a ver desde hacía ya unos años. En casa era normal verle allí charlando con mis padres mientras venía a buscar a mi hermano o venían juntos de algún sitio. En navidad también solía pasarse para felicitar a la familia y tomar juntos alguna copa. Lo normal es que me hubiera alegrado de verle después de algunos años pero no me caía bien aunque disimulaba de algún modo para que no se notase demasiado pero ese dia en concreto se me hizo muy cuesta arriba disimularlo.

Dario se fijó en que miraba a la niña que llevaba de la mano. Tendría unos 7 años, era muy bonita, rubia con el cabello lleno de bucles . Se mostraba tímida y era incapaz de elevar sus ojos mas allá de sus zapatos. Me di cuenta de que todo su cuerpo se mantenía en tensión. No sé cuanto tiempo estuve observando a la niña hasta que escuché la voz de Dario hablar por primera vez desde el encuentro.

-No es mi hija, es mi sobrina. La hija de mi cuñada.- dijo como respondiendo a una pregunta que le hubieran formulado pero que nadie hizo- Es muy timida y no habla con nadie.- prosiguió y miró a la niña - Saluda a estos amigos, Noe- dijo dirigiéndose a ella pero la niña lejos de hablar agachó aun más la cabeza, molesta por ser el centro de atención y rehuyendo mirarnos.

-Le he comentado a Dario lo de tu concierto- dijo mi hermano retomando el tema de conversación- Y he pensado que ya que estará por aquí un tiempo podía venir con nosotros cuando venga a recoger a mamá y así...

- Hay que pagar entrada - me oí decir de repente, interrumpiendo a mi hermano

- Pero si me dijiste que no - protestó mi hermano, confundido

-No era seguro- mentí - y no me van a dar tantos pases así que él tendría que pagar. Igual no es buena idea que vaya concretamente a ese ¿no?, habrá otros con entrada gratuita.

-Bueno tampoco creo que sea una tragedia pagar la entrada- dijo entonces Dario- seguro que no me arruinaré por eso- concluyó dedicándome una cálida sonrisa a la que respondí con una afilada mirada de odio que le dejó confundido y después me di la vuelta y caminé deprisa, lejos de ellos y antes de que pudieran decir nada más

- Pero qué....¿donde vas ahora con tanta prisa? - escuché decir a mi hermano a mi espalda -  no entiendo qué coño le pasa a esta cría...

Salí corriendo en el momento en que doblé la esquina segura de que ya no podían verme. Sentía mi corazón latir muy deprisa y mi respiración agitarse más y más a cada segundo, ¿qué me estaba pasando? ¿ por qué no podía controlarme?. necesitaba huir de la gente, esconderme en un rincón y recomponerme cuanto antes, no podía permitir que nadie me viera asi y me hiciera preguntas, no podía permitirlo.

La definición de la mente también nos dice que existen otros elementos que se alojan en ella tales como  los miedos, preocupaciones, traumas y dolores que una persona vive a lo largo de su vida. La mente subconsciente almacena todos y cada uno de los recuerdos de tu vida, pero como no puedes acceder a ella no recuerdas todo. controla el miedo, la ira, la risa, la envidia, el carácter, si la pudiéramos controlar los humanos seríamos casi perfectos, lo que ocurre es que nuestro cerebro tendría que ser más potente y rápido para poder controlar la mente subconsciente dado que esta almacena muchos datos importantes de todo nuestro ser.

Nosotros no decidimos cuando nos reímos, lloramos o tenemos miedo, esto lo decide nuestra mente inconsciente, si bien es cierto que estos procesos se pueden intentar controlar conscientemente para hacer que la mente subconsciente cambie su “programa”, es algo bastante difícil.La mente subconsciente tiene la función de protegerte, no es inteligente y no sabe proceder de forma lógica así que actúa rápidamente para protegerte.

Leí en un libro que  hay tres modos que tu mente utiliza para protegerte de algún mal recuerdo y de aquellos momentos traumáticos que te hieren mucho.

Uno es alejando esa imagen que te hiere en un rincón de tu mente que casi nunca frecuentas, una esquina olvidada donde se apilan todos aquellos recuerdos que no quieres usar y que ya no usas. En un lugar bajo llave en el que no puede alcanzarte, parecido al olvido pero sin serlo, ya que los recuerdos traumáticos como muchos datos en tu mente, no se olvidan pero quedan archivados por decirlo de alguna manera en esos rincones que apenas se utilizan.

Con el tiempo esa imagen que te hiere va perdiendo nitidez y de ese modo queda oculta bajo montañas de otros datos y recuerdos. Incluso puede darse el caso en el que tu mente cambie esos recuerdos de forma forzosa y de ese modo evite que esas imágenes te dañen.

El segundo modo es tras las puertas de la locura. Nuestra mente ante un dolor grande que no puede ocultar en rincones ocultos, nos defiende llevándonos a esa otra dimensión paralela de la locura, donde cambia nuestra realidad por completo con el fin de protegernos de ese mal que nos acecha.

El tercer modo es a través de la muerte. Nuestra mente puede llevarnos a rendirnos de ese modo si se siente incapaz de protegernos de una de las dos formas anteriores.

El modo que mi mente había elegido siempre para protegerme de todas esas cosas que me hacían daño era siempre el primer modo. Yo era consciente de que algunas cosas estaban por ahí, en un rincón de mi mente, enterradas, lejos de mi mientras yo continuaba con mi vida dedicándoles toda la indiferencia que me fuera posible. Si me esforzaba sabía que podía conseguir moldear algunos contornos de esos  recuerdos de manera que no se mostraran afilados como para herirme a la menor oportunidad y de esa manera es como escapé siempre de todo lo que tenía que ver con Dario, y cómo durante toda mi infancia y parte de mi adolescencia podía verle hablar con mis padres, yendo y viniendo con mi hermano mayor o hasta incluso por casa. Sabía que mientras evitara hablar con él o evitarle a él mismo podía asumir su presencia sin mucha dificultad y sin problema y que si me esforzaba mucho podía ignorar determinadas cosas, ocultándolas en un agujero lejano de mi mente donde no pudiera verlas. Así es como conseguí hacerme fuerte a pesar de su presencia y durante muchos años funcionó hasta que se casó y desapareció de nuestras vidas. Pero los traumas siempre vuelven antes o después, solo es preciso una chispa que pueda provocar una explosión, el regreso de Dario representó esa chispa pero en lugar de provocar una explosión mi mente luchó de modo que no permitió que esos recuerdos e imágenes arrinconadas y guardadas regresaran a mi y esa resistencia originó un cambio en mi actitud con los demás. También provocaba olvidos, desfases, cambios de humor brutales y bloqueos.

Decidida a dejar el pasado atrás y evitar un desastre no me di cuenta de que haciendo justo eso lo estaba provocando por otro lado.

Era incapaz de retener cualquier tipo de información nueva por lo que estudiar la tablatura para la versión de Hypocrisy empezó a ser prácticamente imposible. Ni siquiera podía retener un ritmo simple. En los ensayos me quedaba en blanco  y me detenía  agotando la paciencia de los demás miembros del grupo, especialmente la de Mon que no sólo se mostraba ya cansado sino además decepcionado conmigo. Apenas me dirigía la palabra para ayudar y ya estaba yo respondiendo de cualquier modo muy ofendida y encolerizada. Estaba intratable.

-Deberías cortarte un poquito con el modo en que hablas a Mon- me dijo Jose a solas, a la salida del local, cansado de mi, cansado de mi actitud y cansado de mis gritos.

-No creo que le trate como dices, además que no sé a qué vienes tu a decirme nada cuando debería ser él ¿no?- le respondí molesta y de mala manera

-A lo mejor sí debería venir él a decírtelo pero no creo que lo haga tratándose de ti, yo solo digo que estoy harto de ver como tratas a mi amigo. Si tienes un problema  resuélvelo pero no nos vuelvas locos a los demás porque no te entendemos.

-Mejor métete en tus cosas, no te importa una mierda lo que me pasa o me deja de pasar a mi, ni tienes derecho para venir a quejarte por nadie ¿vale?- respondí mordaz

-Mira nena vete un rato a la mierda,  porque yo ya paso de ti - dijo haciendo un ademán con ambas manos como si empujara algo en el aire y luego se metió en el coche dando así por concluida la conversación.

Jose tenía razón y yo lo sabía. Me daba cuenta de lo mucho que estaba cambiando y de la poca paciencia que me gastaba con los demás, me daba cuenta de que cuanto más intentaban acercarse a mi para entenderme peor les trataba yo y mas fuerte les golpeaba. Mon callaba y aguantaba esperando el momento en que le permitiera acercarse lo suficiente como para hablar conmigo y ayudar pero yo no se lo ponía nada fácil. Los demás en cambio mantenían una segura distancia conmigo conscientes de que cruzar dos palabras seguidas era equivalente a discutir cosa que sabían porque no hacíamos otra cosa que discutir hasta que quedaron hartos de mi y me trataban lo mínimo.

En casa intentaba recuperar el tiempo que perdía en los ensayos, intentaba practicar con la guitarra convencida de que por estar a solas me concentraría más pero me era imposible y siempre acababa casi a patadas con todo lo que encontraba al paso o llorando frustrada.

Nadie podía ayudarme o eso me decía a mi misma una y otra vez convenciéndome de que no debía pensar, ni recordar ni hablar con nadie del asunto porque de ese modo dejaría de afectarme tanto.

El hecho de que de pronto se paseara por ahí Dario no lo hacía nada fácil, si al menos tuviera la oportunidad de no verlo cerca quizá las cosas hubieran sido diferentes pero la vida que es una cabrona había decidido ponérmelo crudo  y de ese modo un par de días a la semana Dario visitaba a sus padres que vivían en un edificio propiedad de la familia, por lo que era frecuente encontrarle en el portal

El bajo del edificio era donde vivían los abuelos, ya fallecidos, y además había un garaje enorme en el que cabían 4 coches.

El garaje tenía una habitación pequeñita al fondo donde había un w.c y un lavabo.También había otra habitación en la que había una escalera que daba acceso a la parte de arriba del edificio en la que habían dos viviendas más, en una vivían los padres de Dario y en la otra vivían sus tíos de manera que el garaje era zona común para las las tres viviendas, la de los abuelos y las de los hijos y nietos.

La mayoría de las veces encontraba a Darío entrando o saliendo del garaje, si trataba de cruzar una palabra conmigo o un saludo este se le quedaba en el aire ya que yo procuraba darle la espalda a la menor ocasión no dándole oportunidad de nada.

Mi hermano Gus decía que hacía tiempo a que su mujer saliera de trabajar en la peluquería. Precisamente el traslado a otra peluquería de la misma empresa  y la oportunidad que le habían brindado a su mujer como encargada del nuevo local era lo que había provocado que Dario estuviera más por allí. Algunos días de la semana en los que él salía antes del trabajo acudía a la casa de sus padres a esperar para recoger a Noelia, la sobrina, que bailaba ballet en una academia cercana y también esperaba por Almudena, su mujer. Luego se iban juntos. A mi eso de pensar que podía cruzármelo por ahí me sacaba aún más de mis casillas.

-Es literal y gráficamente una mierda de trabajo- me espetó don Ángel acerca de mi trabajo de historia- en serio Isabel, ¿qué está pasando contigo?

No respondí aunque procuré mantener un gesto de debida aflicción. Respetaba mucho a don Ángel y sabía que no había nada que yo pudiera decir para explicar cómo era posible que hubiera entregado esa mierda de trabajo y sobre todo sabía que decir la verdad también sonaría a excusa. Había olvidado por completo la fecha de entrega del trabajo y dadas mis opciones hice lo que pude con el poco tiempo que tenía para hacerlo aunque mi falta de concentración era evidente ante tamaña mierda como resultado.

Me retorcía las manos y evitaba mirarle a los ojos consciente de que estaba decepcionando a otra persona más de las que me importaban, otra persona más que me había dado una oportunidad cuando nadie más lo hacía y yo lo agradecía decepcionándole

-Esperaba mucho más de ti en este proyecto, es más esperaba mucho más de ti en general. ¿Qué te pasa?, faltas a clases, otra vez montas líos y tu profesora de dibujo me ha dicho que te ha expulsado hoy de su clase por tu mala actitud y porque te pones muy chula. ¿Qué es lo que haces Isabel? ¿en serio vas a perder todo lo que habías conseguido en este tiempo?

De nuevo no respondí.

-Ojalá y sea una fase pero piénsalo bien mujer, con lo que habíamos conseguido no te conviene ahora volver a lo de antes. Yo confiaba en ti- me miró con gravedad- espero poder seguir haciéndolo pronto, aunque ahora sienta más decepción que fe en tus posibilidades.-dijo para finalizar y en ese instante quise morirme.

A veces nos esforzamos tantísimo en olvidar una parte de nuestras vidas, en evitar siquiera pensar en ella pensando que de ese modo se alejará de nosotros  y no nos damos cuenta de que de ese modo no conseguimos más que lo contrario, que esté siempre presente hiriéndonos aún más. Yo sabía que no podía ignorarlo por mucho más tiempo pero no quería reconocerlo. Es como una herida que se infecta cuando ya se ha cerrado y sabes que tienes que abrirla de nuevo, aguantando el dolor que eso causa, para poder limpiarla y que se cierre de manera más sana.

Aquella noche fué la primera de muchas otras en las que en la soledad de la madrugada y con la guitarra colgada tocaba sin parar  A coming race, y la tocaba completa de principio a fin sin mirar al mástil y sin equivocarme, únicamente guiada por la rabia y el recuerdo. Parecía que no hubiera estado tocando otra cosa en toda mi vida y no como en los ensayos dónde apenas podía tocar unos cuantos ritmos sin equivocarme salvo porque a solas la tocaba llena de dolor y derramando lágrimas de impotencia y asco. Y tras el solo la ira que albergaba en mi interior unida con el odio que sentía se fundía con el grito que Peter Tägtgren  profería en la canción e imaginando que era yo la que gritaba, derrumbándome y haciéndome el alma añicos.Y así me hundía hasta quedar reducida a sollozos y llantos hasta el amanecer, cuando de nuevo volvía a enfundarme mi disfraz de indiferencia para aguantar un día más. Había querido evitar aquellas imágenes en mi recuerdo  cada día de mi vida, cada noche de mi vida, a cada instante desde hacía 12 años pero lo único que había conseguido era disfrazar el horror con indiferencia y creer que nunca más regresaría , pensaba que había vencido al asco y la repugnancia, al odio y la ira obligando a mi mente a creer que no había ocurrido nada aquella tarde de hace tantos años y así es como conseguí doblegar al miedo y al horror, soportando la presencia de Dario en casa, hablando con mis padres, visitándonos en navidad o con mi hermano Gus todos los días, había conseguido mantener a raya al terror esforzándome por hacer creer a mi mente que no había pasado nada y que todo era normal. Hasta que Dario  se fué y mi mente se sintió libre de presión y todo quedó escondido en algún rincón olvidado. Pero con el regreso de Dario todo lo demás también volvió y mi lucha por detenerlo fué en vano. El recuerdo me golpeó tan fuerte que me derrumbó y tratar de fingir indiferencia solo conseguía destrozar todo mi mundo y  a todos a mi alrededor. Era el momento de enfrentarse a las imágenes que mis recuerdos tenían archivadas, esas mismas imágenes y sensaciones de las que habia estado huyendo más de la mitad de mi vida, mantener mi secreto iba a ser lo único que iba a luchar por conservar y para todo lo demás ya estaba más que decidida, esta vez le haría frente al miedo.

A estas alturas estoy tentada de mentir y decir que lo que me impulsó a tomar esa decisión fué la venganza y mi ansia de hacer justicia pero no sería cierto, lo que me impulsó a seguir adelante con mi decisión no fué otra cosa que el miedo, el terror a verme invadida por un estado de shock cada vez que viera su cara, el horror de sentirme vulnerable y de saber que todo eso era más grande que yo y ya no podía ignorarlo, que no había otro camino ni otra forma de avanzar que no fuera plantandole cara.

El motivo por el que observaba tan atenta a Noe la primera vez que la vi no fué porque me preguntase cual era el parentesco que les unía, fué el reconocimiento en sus gestos y en su modo de evadir nuestras miradas como si todo el que la miraba pudiera ver sus actos más vergonzosos, como si pudieran verla desnuda, como si pudieran ver mas allá de sus ojos y leer su mente. Esa necesidad de querer huir del mundo para no ser vista por nadie, la necesidad de querer huir de él y saberse vencida antes siquiera de intentarlo. Pude ver todo eso en la tensión de su cuerpo y en el modo en que quería hundir la cabeza en el suelo y en todas esas cosas que yo misma había sentido durante años cada vez que ese asqueroso hijo de puta venía a casa con mi hermano y sociabilizar con mi familia. De todas las personas del mundo la única que podía ver en su interior y entender su vergüenza era otra que había sentido lo mismo y por la misma persona....

12 años antes:


Salía de casa de mi amiga María donde había pasado parte de la tarde jugando con ella. A María no la dejaban salir demasiado a la calle,apenas una hora por las tardes y después  la obligaban a volver a casa de manera que la mayoría de las veces le hacía compañía y pasábamos el rato jugando con muñecas, dibujando o viendo la televisión.

Atravesé el portal y comencé a caminar por la acera con paso lento de regreso a casa cuando alcé la vista y vi a Dario al otro lado de la calle haciendo gestos para que me acercara. Me pregunté qué podía querer y me acerqué.

- Es tu hermano quien te busca, está ahí dentro en el garaje, ve a ver- dijo señalando el garaje con gestos de impaciencia y urgencia consiguiendo que me asustara.

-¿Por qué no sale él?- pregunté extrañada y confundida

-Porque no puede pero tienes que ir a verlo tú, ven - me apremió- deprisa, ven a ayudarlo.

Le seguí hasta el garaje y una vez en la puerta me indicó que caminara hasta el fondo - A la habitación del fondo, ve tu y yo me quedo a ver si veo a alguien más que nos ayude- dijo y se encaminó hacia la puerta de la calle.

Caminé en la penumbra hasta la habitación donde Darío me había indicado que se encontraba mi hermano y cuando llegué a la puerta e hice girar el pomo para abrirla susurré su nombre, llamándole pero no me respondió. Giré la cabeza hacia donde se encontraba Dario con intención de preguntarle qué estaba pasando pero Dario ya no estaba ahí.

Sentí un fuerte impacto en la cabeza seguido de un dolor que me nubló la vista y me hizo caer de bruces al suelo seguido del sonido de una puerta al cerrarse y luego me invadió una espesa negrura y...nada más.

A medida que iba recuperando la conciencia sentí que algo pesado me impedía respirar, cuando al fin abrí los ojos vi a Dario sobre mi. Me había inmovilizado los brazos con solo una de sus manos, sujetándome las muñecas por encima de la cabeza de manera que no podía hacer nada por liberarme. Quise gritar y usó la mano que tenía libre para taparme la boca y la nariz a la vez presionando fuertemente mi cabeza contra el suelo mientras me mandaba callar entre susurros, amenazándome e insultándome y de repente no podía respirar, sentí que me ahogaba sin remedio. Traté de liberarme de su mano de forma desesperada y le mordí. Aquello pilló por sorpresa a Darío que profirió un grito y apartó la mano permitiéndome tomar aire de nuevo y entonces me golpeó en la cara con la palma de su mano, aquel golpe hizo que mi cabeza chocara de nuevo contra el suelo y vi todo oscurecerse otra vez.

Era consciente de mi desnudez, en algún momento de todo ese infierno Dario me había subido la falda y bajado las bragas y se movía entre mis piernas con los pantalones bajados. Traté de luchar por quitarle de encima y escapar pero no podía moverme, estaba atrapada bajo su peso y no podía usar las manos ni tampoco las piernas. No paraba de llorar a sabiendas de que no había nada que yo pudiera hacer por huir de allí, solo pensaba en irme a casa. Me rendí y él lo notó cuando dejó de sentir mi lucha y todo mi cuerpo se deshizo en sollozos desesperados y eso de alguna manera le animó a susurrarme guarradas,  aún hoy me asquea recordar como su lengua se deslizaba por mi cuello, su asquerosa voz susurrando insultos, su respiración agitada y los jadeos. Por muchos años que pasen jamás dejaré de sentir náuseas. Intentó penetrarme en cada una de las embestidas pero no lo conseguía del todo así que volvía a intentarlo con mayor fuerza cada vez, era insoportable. Cerré los ojos tan fuertemente que me dolían en un vano intento por evadirme de allí y no ver, apreté tanto la mandíbula que temía romperme los dientes. Recé desesperada para que un milagro me permitiera huir pero ese milagro no llegaba.

Entonces se escuchó el sonido de una puerta al abrirse y la luz se encendió. La abuela  entró en el cuarto seguramente atraída por los gritos de Dario cuando le mordí. Miró al suelo descubriéndonos...y un segundo después levantó la vista, se dió la vuelta y se fué cerrando la puerta tras de ella. No se sorprendió de ver esa imagen...claro. Ya era algo que había visto en otras ocasiones. No hizo nada por ayudarme, no hizo nada por reñirle pero su intromisión permitió que Dario se despistara y me liberara de su mordaza y grité, grité, ¡grité!

Aún hoy no recuerdo el momento en el que logré salir de allí, sólo recuerdo que corría  con un zapato desabrochado que me hizo perder el equilibrio y caer al suelo. Me levanté tan rápido como pude y miré atrás ignorando el dolor de la caída, no me seguía nadie pero eso no me dejó más tranquila. Llegué a casa con la intención de contarle lo ocurrido a mi madre pero cuando la tuve delante lo único que me salió fué el llanto. Ella me miró sin comprender pero cuando bajó la vista a mis rodillas ensangrentadas y descarnadas comprendió que me había caído, me abrazó intentando consolarme con palabras dulces, me curó la rodillas y según pasaban los minutos me sentí incapaz de contárselo.

Me sentía avergonzada y sucia, sentía que todo había sido culpa mía, sentía que fuera lo que fuese lo que había motivado a Dario a hacerme aquello lo había provocado yo porque nunca debí acercarme a él cuando me llamó, no debí entrar sola en el garaje, ¿a quién se lo podía contar que no me culpara?.

Dario vino a mi casa  a buscar a mi hermano 24 horas después, tan normal, como si nada hubiera ocurrido. Quizá ese fué el inicio de que mi mente decidiera ignorar lo ocurrido y esforzarse en ser indiferente, no lo sé. En la soledad de mi habitación, 12 años despues aún me lo preguntaba y seguía sin tener la respuesta.

Le odiaba con toda mi alma, me había destrozado la vida pudiendo hasta matarme y después de eso se había encargado de seguir presente todos los días hasta que se fue, manchando todos mis recuerdos familiares con su presencia, cada navidad, cada día. No iba a consentir  que también se colara en mis recuerdos acerca de la primera vez que mi familia me vería en concierto acabando con todas mis ilusiones.

Nunca le conté a nadie lo que me hizo como tampoco sabe nadie la tarde en que, muy decidida aunque con mucho miedo, descolgué el auricular del teléfono público que había cerca de mi casa. Me temblaban las manos y temí que se me cayera al suelo y lo sujeté fuertemente con ambas manos. También temí equivocarme a medida que marcaba el número telefónico en el teclado por ese temblor incontrolable.

El teléfono sonó. Un pitido, segundo pitido, tercero...

-Peluquería Géminis, ¿dígame?

- ¿Está Almudena?

- Si, un momento por favor.- Se escuchó el sonido del auricular golpeando levemente la mesa cuando la persona que atendía el teléfono lo dejó y escuché su voz a lo lejos  "Almuuuu! teléfono!".  Silencio. Pasos.De nuevo un sonido de alguien que agarra el auricular.

-¿Si, dígame?

Silencio...

-¿Si, digame?- repitió la voz y entonces me oí decir con voz débil y temblorosa

-Tu marido se ve con alguien en el garaje de su casa...

-¿Cómo dices? ¿Quién eres?! - la voz al otro lado casi gritó alarmada

-Tu marido está ahí con otra ahora mismo- dije atropelladamente y colgué sin esperar respuesta. Pasara lo que pasara yo no podía hacer más, ya estaba hecho.

Casi una hora después desde mi escondite  vi llegar un coche y aparcar en la puerta del garaje. Almudena salió del vehiculo cuando ya casi habia perdido la esperanza de que apareciera después de mi llamada y me había dado por vencida creyendo que no funcionaría o que a Dario le daba tiempo  a salir de alli antes de que ella llegara.

Almudena entró en el garaje. Traté de agudizar el oído y captar algún sonido proveniente del interior pero desde mi posición fué imposible.

No sé cuanto tiempo pasó hasta que la puerta volvió a abrirse de nuevo, a mi me pareció un infinito cuando quizá solo había pasado otra hora.

Almudena salió del garaje precipitadamente con Noelia tomada de la mano. La niña iba completamente despeinada con las trenzas desechas y la ropa desaliñada. Ambas lloraban. En la cara de Almudena se distinguía perfectamente el horror y el espanto, en la de la niña la vergüenza y el miedo.

Dario apareció por la puerta instantes después, con los faldones de la camisa fuera e intentando inútilmente detener a Almudena con sus ruegos y sus lamentos- Por dios escúchame Almu, por favor!- le oía decir - Por dios para un momento, por dios!- " Si dios existe seguro que te odia más que todas nosotras" pensé.

Se escuchó la voz de alguien distinto proveniente de una de las ventanas superiores del edificio. Era la madre de Dario. Lo normal es que se la escuchara escandalizada y asustada pero lejos de eso lo que hacia era disparar insultos a Almudena sin ningún tipo de reparo ni piedad, como si fuera la responsable de todo.- Puta!, marrana!- decía.

 "La cómplice que todo lo veía y callaba" pensé. Al igual que la abuela cuando le descubrió abusando de mí, la madre sabía que abusaba de la niña y miraba a otro lado.

No sé por cuanto tiempo estuve ahí observando aquella escena y sintiéndome en paz a cada instante. No sé explicar la sensación que tenía, de justicia, de alivio y a la vez de odio y de ira. Sólo sé que tenía los puños apretados y me clavé las uñas en las palmas y las lágrimas surcaban mi cara continuamente.

Supe que la noche del concierto Dario fué detenido en su coche cuando trataba de huir de la ciudad. Almudena le había denunciado por abusos a una menor y él no se lo había pensado mucho a la hora de escoger el camino de los cobardes. Ajena a todo eso yo miraba a mi público desde el escenario y frente a mí podía ver a mi madre, orgullosa y sonriente lanzando piropos. A su lado mis dos hermanos con mis cuñadas y Michael, el amigo de Juan. Al resto de asistentes ni los veía.

Cuando toqué A coming race, lo hice sin equivocarme, de principio a fin. Era una canción que me dolía tocar pero nadie lo notó. Cuando Paco profirió el grito después del solo yo pensaba en Noelia, aquella niña que sin saberlo me salvó a mi de la misma tragedia que yo la salvé a ella.

Es curioso como determinados momentos amargos y oscuros de nuestra vida nos marcan para siempre y se quedan grabados a fuego en nuestra memoria. Dicen que un trauma no se olvida nunca sino que  se va difuminando pero siempre regresa a lo largo de tu vida una y otra vez, aunque si lo combates y le plantas cara, cada vez que regresa lo hace con menos fuerza y por lo tanto te afecta menos.
En aquella ocasión le hice frente con aquella llamada de teléfono, en la actualidad cuando vuelvo a tocar en casa A coming race, vuelvo a revivir todo el horror de aquel dia. Este ha sido mi modo de luchar, contándolo todo. Por mi, por Noelia y por las demás niñas anónimas que pasaron por lo mismo bajo el mismo u otro ser.



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