Revista Diario

A giant leap (un salto gigante)

Publicado el 07 noviembre 2015 por Licomanuel

UN SALTO GIGANTE
A GIANT LEAP (UN SALTO GIGANTE)

     Anoche (05.11.15) entre la frustración de que me mandaran pronto a casa y la circunstancia de no tener internet en casa (lo cual también jode) tuve el tiempo necesario para pensar en lo que me aqueja últimamente. Esa sensación en la boca del estómago acerca de lo que va mal y lo que ello significa. Lejos de rehuir lo que me está pasando por dentro, en los últimos tiempos lo hablo y lo discuto con más gente, entre ellos mi querida Vera (que tiene más paciencia que Job) y uno llega a conclusiones, vaya que si llega.
     Estoy mal acostumbrado a pensar de forma negativa por ese diagnóstico que me hicieron hace años acerca de mi carácter depresivo. Es simplemente algo que va conmigo y que cada vez más lo tengo asumido, sin embargo, para este tipo de trabajos es un hándicap o un impedimento pero nunca algo definitivo. Lo que puedo decir acerca de esta tendencia positiva es que me está ayudando a comprender cómo funciona la naturaleza humana e incluso a entender que después de hablar y llamar a ciento cincuenta puertas de media cada día, estoy bastante sano incluso mentalmente, se entiende este veredicto desde la perspectiva del valor de uno mismo y por saciar aquel antiguo temor de ser inferior o menos que los demás, esgrimido en épocas anteriores.
     Sin ánimo de perderse en otros dimes y diretes mentales, debo decir que hay algo que me asalta a raíz del trabajo que estoy haciendo, algo en relación a la capacidad del ser humano para hacer y deshacer retos. Es curioso pero parafraseando esa imagen mental que tenía de mí cuando era un adolescente creía que los retos se rompían, la situación se destruía como muros atravesados y descompuestos por la acción del lobo interior, el animal interior, como si de protagonista del "Altered beast" se tratase. Hoy en día tengo una concepción mucho menos catastrófica de ellos, es distinta. En mi opinión, los retos aparecen justo en el momento necesario, a la velocidad justa y se pegan, se te pegan al cuerpo como rémora, con la salvedad de que éstos no te quitan nada, al revés, te dan pero es muy difícil ser lo suficientemente consciente para darse cuenta de esto o analizar la situación desde ese prisma. Incluso diría que ese no es el único problema, uno de los principales obstáculos que podemos encontrar para llegar a este punto son los mensajes externos. Esa sensación de borreguismo, esa idea de todo lo que se salga de tu día a día, de tu rutina, te va a provocar ansiedad porque no sabes cómo manejarlo, porque la incertidumbre, la falta de seguridad es todo lo que te rodea. Alrededor de tu zona de confort están los abismos siderales, como podéis ver hay cosas que no cambian desde el siglo XV.
     La parte más importante de lo que quería decir con este escrito tiene que ver con la sensación y con el pensamiento de lo que es un fracaso o un éxito. Cuando se presentan los retos, frecuentemente en esta sociedad a blanco o negro, sólo puede tenerse o el uno o el otro y lo más cachondo de todo es que algunas veces esa decisión ni siquiera te corresponde a tí, simplemente se te juzga en virtud a los resultados y te encuentran culpable o inocente. Esto es común, lo cual no quiere decir que sea malo, ni siquiera los que lo hacen son malos, empezando por mí, yo también juzgo a la gente. Sin embargo, se presenta en este momento una duda, ¿es el éxito siempre el mismo o depende de lo que la persona en cuestión piense?. Ya sabéis mi forma de pensar a este respecto, yo creo que es la persona la que define todo, lo que es bueno y lo que es malo, lo que vale la pena hacer y lo que no. Por ejemplo, ha llegado el momento en mi vida en el que a falta de un trabajo que ocupe más horas o una ocupación que me quite más tiempo, me he visto dirigido (como si la vida me lo pidiese) a escribir una historia porque así lo siento y por tener la idea, surgida sin pedirlo, por otra parte. En este caso, el tener un trabajo en el cual no hago nada parecido a lo anterior y que me demanda que me enfrente a situaciones que en el pasado me hubieran aterrado (hablar con un desconocido y convencerlo de lo que le pido), me parece mucho más emocionante que organizar el testeo (¿válido?) de un trozo de metal pintado que frecuentemente da resultados defectuosos, bajo el marco de reglas de dudosa validez y relevancia para hacer más rica a una persona que trabaja en un sector que tradicionalmente contamina en grandes proporciones y que en adición se está cargando el planeta. Me resulta mucho más enriquecedor y formativo el ser capaz de hablar con una persona y poder conectar con ella en cuestiones de índole personal (sus creencias) de tal forma que acabe ayudando a otras, me parece mucho más difícil y mucho más importante. Claro está, siempre habrá mis detractores que considerarán que no merece la pena separarse del camino marcado y que lo único decente en materia laboral en esta vida es no correr riesgos. Yo les entiendo, yo solía pensar así, hasta que me di cuenta de que si seguía por ese camino, toda mi negatividad, todo mi resentimiento, toda mi rabia y en definitiva, todas las formas inequívocas de joderme y ser mala gente que camina ("He andado muchos caminos" de "Dedicado a Antonio Machado", Serrat) me iban a acabar devorando y necesitaba cambiar mi forma de ver el mundo y para infundir este cambio, hace falta correr riesgos.
     Como le dije a mucha gente que conozco, en lo único en lo que estoy interesado en invertir es en mi mismo, soy mi mejor capital. Todo lo demás, se acaba esfumando o te acaba abandonando de alguna forma porque es superfluo (no te pertenece). En este sentido lo que estoy haciendo ahora es un éxito.
     Minutos musicales:     https://www.youtube.com/watch?v=d7EQg33vgj8 (muchos caminos)     https://www.youtube.com/watch?v=I075dM_AZ2g (pa los nostálgicos)       

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