Revista Diario

A propósito de la La Edad Media y de la visita del British Museum a Madrid.

Publicado el 05 marzo 2017 por Elcopoylarueca

“(…) Es la iglesia militante del siglo XI, no hay ahí disfrute, ni pereza, ni cautela maligna, ni pacto con los príncipes. Hay las vigilias de las horas regaladas, las órdenes que tienen que actuar como mendigas, y aquella tradición de San Francisco de añadirle al manjar unos dedos de ceniza”.
José Lezama Lima

A propósito de la La Edad Media y de la visita del British Museum a Madrid.

Baldosa, cerámica vidriada con barniz de plomo, 1200-1400.
Una curiosidad: Los nobles y los eclesiásticos decoraban hasta los suelos de sus edificaciones. Las baldosas se ilustraban con todo tipo de motivos, tanto figurativos como abstractos. Los asuntos de caballería eran de los más solicitados. En esta pieza aparece un caballero sobre su caballo garañón, raza de gran agresividad, ideal para las gestas guerreras.

Resulta curioso que en nuestra época, donde viajar es la forma de ocio más extendida, se continúe afirmando que el medievo fue un período marcado por la ignorancia, la misoginia y la intolerancia; es sorprendente que aún se escuchen frases, de marcado acento peyorativo, como “mentalidad medieval” o “ya no estamos en la Edad Media”.

Es imposible desplazarse por Europa y no toparnos con una abadía románica, una catedral gótica o un castillo fortaleza; sin visitar museos que muestran, a los ojos curiosos, trajes, joyas, objetos de culto, de guerra, de uso cotidiano… Es imposible, a día de hoy, no haber contemplado un pergamino escrito, o un facsímil de un Libro de Horas, expuesto en la sección de novedades de alguna librería general, o el original de un Devocional protegido por la vitrina de alguna biblioteca o sala de exposiciones.

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Estuche para espejo con bisagras, aleación de plomo, 1300-1400.
Una curiosidad: Los espejos estaban en la lista de los objetos de regalo más valorados. Este estuche era de uso diario; los de marfil eran más elaborados y solían llevar escenas inspiradas en el amor cortés. La iglesia veía en el uso de los espejos expresión de vanidad.

¿Quién no ha contemplado un libro iluminado, con las letras iniciales haciendo formas vegetales o de animales imaginados? ¿Quién no ha tenido a su alcance la copia de una lámina miniada? ¿Quién no ha oído hablar de trovadores y juglares? ¿De reinas y abadesas medievales de grandes potestades? ¿De místicas y santas? ¿Quién no sabe que las primeras universidades surgieron en la etapa medieval bajo el patronazgo eclesial? ¿Quién no ha escuchado a los monjes entonar cantos gregorianos? ¿Quién no ha contemplado, aunque sea en postales, los frescos que adornan el panteón de los reyes medievales de la basílica de San Isidoro de León? ¿Y qué mirada no se ha detenido ante la policromía que viste de gala a la piedra y a la madera de las tallas de las iglesias y abadías?

Es inimaginable viajar por Europa sin tener contacto con el mundo medieval. Es impensable hurgar en internet y seguir afirmando que aquellos fueron siglos de oscuridad. ¿Y Notre-Dame? ¿Y las catedrales de Burgos, de Santiago de Compostela, de Colonia…? Es el medievo la época de las catedrales y es la época de Dante, de Petrarca y de Bocaccio. De los poemas de El Cid Campeador, de la Chanson de Roland, de las novelas de caballería y del amor cortés, de la poesía gallego-portuguesa, conocida gracias a la Biblioteca Vaticana que las recogió en los cancioneros del siglo XIII, y de la Escuela Poética Siciliana -también del XIII- de della Vigna, Giacomo de Lentino y Guido delle Colonne.

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Los monumentos funerarios iban acompañados de algún texto. Letras de latón 1300-1500.
Una curiosidad: la primera letra del nombre propio llevaba una corona encima, como esta G.

Es el siglo XI el que abre el camino a los juglares populares y a los trovadores refinados de las cortes medievales.

De los juglares que cantan, danzan e interpretan al aire libre, haciendo uso de la herencia del teatro romano y de las rapsodas de origen germánico, nace el teatro moderno. De los trovadores, hombres instruidos que componen para la nobleza -algunos, incluso, clérigos-, nace la lírica moderna. Unos y otros eran transmisores orales de la literatura, en una época donde los señores y las damas nobles leían y la población analfabeta aplaudía las representaciones callejeras.

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Capitel de piedra, un hombre lucha contra un león, piedra tallada, 1100-1200. Los capiteles remataban las columnas y ayudaban a distribuir la carga.

Se suele puentear a la Edad Media. Se habla del Renacimiento con una admiración humillante para la época que le precede. El Renacimiento que enlaza su destino con la Antigüedad, que la rescata y la reinventa ¿acaso no debe su existencia a las reproducciones minuciosas de los textos antiguos realizadas por los copistas de la Edad Media? ¡Qué hubiese sido de los arquitectos renacentistas sin los libros de ingeniería de Vitrubio, reproducidos por las manos de los monjes medievales!

¿Hay alguien que pueda pensar que los canteros artesanos que construyeron, con el Maestro Mateo a la cabeza, el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, no sabían esculpir la piedra, no sabían de arquitectura? ¿Que los constructores de la Abadía de Fontenay o del Monasterio de Silos no sabían de capiteles, torres, arcos de medio punto, rosetones, bóvedas de cañón, resistencia de materiales? ¿No será, más bien, que les interesaba responder a sus propias necesidades, que eran más funcionales que estéticas, que estaban directamente relacionadas con la pedagogía y la divulgación de la fe cristiana? No eran torpes, torpes son los que aseveran que eran ignorantes.

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Panel del juicio final, alabastro, 1400-1500.
Una curiosidad: Los sucesos bíblicos -aquí se muestra el derrumbe de edificios y ciudades- eran muy importantes para los hombres medievales, que pensaban que el fin del mundo estaba cerca.

El arte medieval, en comparación con el Renacimiento, es más austero, pero no por ello carece de ornamento. Es un arte que no contempla la decoración en sí misma, pues está íntimamente relacionado con los principios religiosos de ascesis. Sin embargo, en los capiteles, en las bóvedas, en las columnas, en las dovelas, en las arquivoltas y otras partes del templo encontramos figuraciones que responden al maná infinito de simbología que es la Biblia -un buen ejemplo lo encontramos en las pilas bautismales-; y también podemos apreciar cabecitas, serpientes y animales monstruosos en actitudes poco éticas que tienen la encomienda de recordar el infierno.

En los castillos, los vanos de puertas y ventanas también cuentan con adornos que se han realizado aprovechando los sitios que quedan despejados, pero no son ornamentos para dar distinción a la construcción, para competir y rivalizar; se trata de una ornamentación utilitaria, que sirve para cerrar partes de la edificación. Las esculturas medievales están supeditadas a la arquitectura.

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Alfiler con unicornio, hueso, 1500-1600.
Una curiosidad: El unicornio era un símbolo de pureza y se pensaba que sólo podían ser capturados por doncellas vírgenes. La mujer que mostraba una pieza con unicornio expresaba su virtud.

La Edad Media abarca un período muy extenso de la historia, va desde el siglo V hasta mediados del XV -aproximadamente, porque hay quienes extienden el período hasta finales de ese siglo-, se divide en Alta Edad Media y Baja Edad Media y agrupa el arte románico y el gótico en todas sus variantes.

Las escuelas monásticas aparecieron antes del siglo IX. Los monasterios y abadías recibían en su seno a miembros de las clases altas y a las gentes del pueblo, analfabetos que entraban a la vida conventual y que eran educados por los primeros, y se convertían en copistas, o intérpretes de cantorales, o místicos espirituales, o artesanos con oficio definido… De estas escuelas monásticas del siglo IX nacieron las escuelas catedralicias; y de estas últimas las universidades.

La primera escuela de medicina es del siglo XI y se abrió en Salerno; del mismo siglo es la Universidad de Oxford, en Inglaterra. La Universidad de París, más dedicada a la filosofía y a la teología, surge en el XII, igual que la Universidad de Bolonia, que llega a tener cátedras de derecho, medicina, cirugía, filosofía, teología y que cuenta con una matrícula, un siglo después, de más de ¡diez mil alumnos! También hay que destacar la Escuela de San Víctor, en el XIII, de naturaleza mística y de gran repercusión en la época. En España, la primera universidad, llamada Estudio General de Palencia, se abrió en el siglo XIII. Y todas ellas tenían becas para alumnos pobres, financiadas por las instituciones eclesiásticas.

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Anillo, oro, 600-700.
Una curiosidad: La imagen de la Virgen María era muy venerada y aparece en todo tipo de perifollos.

Hay quienes aseguran -muchos son confusos admiradores de la literatura victoriana- que las mujeres en la Edad Media eran consideradas cuerpos sin alma, algo así como animales domésticos, que sólo se las quería para la procreación y que vivían encerradas en sus casas. Mas el hecho cierto es que eran bautizadas, confirmadas y comulgaban, que eran acogidas en el seno de la poderosa iglesia, tanto las que optaban por la vida laica como las que inauguraban conventos y abadías.

El monacato femenino fue una opción donde doncellas, viudas y casadas -mujeres que se separaban para dedicarse a la vida contemplativa-, encontraban un espacio para el estudio y la meditación, pues contaban con independencia económica gracias a sus donaciones; aunque es cierto que vivían en clausura y que dependían de un superior para los asuntos espirituales.

Pero si las mujeres no tenían alma, ¿por qué hay mártires y santas iniciando el santoral? Recordemos a las hermanas sevillanas, veneradas desde su muerte, Justa y Rufina, asesinadas en 287 y cuya festividad se celebra en Sevilla; o a Santa Wiborada de San Gall (¿861?-926), canonizada por el papa Clemente II en 1047, por citar dos ejemplos de los muchos que hay.

Y ¿cómo justificamos la ferviente devoción a la Virgen? La Virgen María aparece en los broches y las monedas, en los escudos de guerra, en los altares y en los frontispicios de los castillos medievales y de los edificios comunales.

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Fragmento de corona, oro, zafiros, rubíes, esmeraldas, aljófares, 1250-1300.
Una curiosidad: Este es uno de los poquísimos fragmentos de corona medieval que ha llegado hasta nosotros, ya que las joyas eran rediseñadas cuando se heredaban.

En cuanto a las reinas, las reinas medievales reinaban. No como ahora, que no sirven para nada.

La poderosa reina visigoda Goswintha (¿525-568?), Urraca de León y Castilla(1079-1126), Leonor de Aquitania (1122-1204), Margarita de Dinamarca (1353-1412) -unificadora de Escandinavia-, Isabel I de Castilla (1451-1504), Isabel I de Inglaterra (1533-1603), son algunos ejemplos de reinas con paso firme y puño de acero. Algunas de estas mujeres heredaron los tronos; otras, al enviudar, ejercieron en funciones y no por ello perdieron poder. Y mantuvieron sus nombres, pues no es hasta el siglo XVII que prima el apellido del esposo. No es hasta el siglo XVI que las reinas consortes ven cómo mandan las favoritas del rey. Y es en el XVIII cuando vemos rodar, en nombre de la libertad, la cabeza de la reina María Antonieta y la de toda su familia.

No puedo finalizar sin antes dedicar unas líneas a Teodora (500-548), mujer del emperador Justiniano que, antes de emperatriz bizantina, fue prostituta y bailarina de circo. Teodora aumentó los derechos de las madres sobre sus hijos, prohibió que las mujeres adúlteras fueran asesinadas, prohibió la prostitución forzosa y mejoró los derechos patrimoniales de la mujer, entre otras muchísimas medidas positivas para la Constantinopla del siglo VI. Murió con cuarenta y ocho años y, junto con su esposo, forma parte del santoral de la iglesia ortodoxa.

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Matriz para el sello de una dama noble, plata, 1200-1300.
Una curiosidad: Sólo la nobleza podía practicar la caza. La aves rapaces eran símbolo de posicionamiento en la sociedad. El divertimento mayor al aire libre era la cacería con perros, caballos y aves. Las mujeres solían practicar la cetrería. Aquí aparece la dueña de esta matriz con un halcón.

En el medievo las mujeres tenían empresas que administraban ellas mismas, practicaban oficios como panaderas, costureras, maestras, copistas, boticarias, salineras, encuadernadoras…. y no es hasta el XVI que las mujeres, debido a los cambios en el derecho civil, ven cómo sus patrimonios pasan a ser gestionados por sus esposos y, en el caso de ser viudas, por los varones de su familia.

Es también en el siglo XVI cuando las abadías y los conventos femeninos dicen adiós a la libertad de estudio; estos centros -donde Santa Catalina de Siena (1347-1380), patrona de Europa, escribiera sus textos místicos y la abadesa Herrade de Landsberg (1130-1195) redactara El jardín de las delicias, el compendio pictórico más popular de su siglo-, entrado el Renacimiento, se ven forzados a imponer la clausura religiosa. Los conventos y abadías del Renacimiento y del Barroco distan mucho de los núcleos de formación y contemplación medievales. El Derecho romano, reinterpretado, ejerce su autoridad y es especialmente duro con las mujeres.

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Monumento conmemorativo, piedra, 1340-1400.
Una curiosidad: El corazón era visto como el lugar del cuerpo donde nacían las emociones. El corazón entre las manos es un detalle que se encuentra en las joyas y en las estatuas funerarias.

Son los siglos XV, XVI y XVII, esos llamados habitualmente siglos de la razón, los que más huelen a carne quemada, son lo siglos de la “cacería de brujas”, que incluyó en sus listas a hombres y animales y se ensañó con las mujeres.

La Inquisición, instrumento creado por la iglesia en el siglo XII, fue concebida como un órgano para perseguir a las sectas cátaras y albigenses, a los herejes. Pero en la medida en que el tiempo avanza, crece su virulencia y  sus brazos de pulpo se extienden para atrapar brujas y magos.

“Ha llegado a nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan fornicar con los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías, hechizos y conjuros, sofocan, extinguen y hacen perecer la fecundidad de las mujeres, la propagación de los animales, la mies de la tierra”. Esta estrofa pertenece a la Bula que dio comienzo a la cacería de brujas. Está firmada por Inocencio VIII y es de fecha ¡1484!

A comienzos del XVI, la inquisición cede el testigo a los ¡tribunales laicos!, y son los jueces civiles -con el beneplácito de las instituciones religiosas- los que van a encargarse de los procesos de brujería, situación que duró hasta mediados del XVII, cuando la iglesia decide, al menos formalmente, poner punto final a esta locura.

El Renacimiento se gestaba en Europa cuando la Bula de Inocencio VIII puso en marcha los procesos contra la brujería. Juana de Arco fue a la hoguera en 1431, y el juicio contra Galileo Galilei terminó en ¡1633! con una sentencia a cadena perpetua con prisión domiciliaria.

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Relicario-joya en forma de cruz, aleación de cobre 500-700.
Una curiosidad: Las personas que tenían la posibilidad de adquirir alguna reliquia solían llevarla consigo, pegada al cuerpo, pues pensaban que, al contacto con la piel, la reliquia transmitía propiedades milagrosas.

Es cierto que en la Edad Media hubo guerras, hambrunas, epidemias y analfabetismo. Pero ¿acaso ahora no hay guerras y hambre en el mundo? ¿No hay epidemias? ¿Y el dengue, y el sida, y la gripe? ¿Y el éxodo del pueblo sirio no está sucediendo seis siglos después de finalizada la Edad Media? En la sociedad feudal hubo señores y vasallos; ahora tenemos banqueros e hipotecados.

¿No sigue el hombre contemporáneo la calzada nihilista que lo aleja de sí mismo?

El medievo no merece ser recordado con frases tan desafortunadas del estilo “ni que estuviésemos en la Edad Media”. Desgraciadamente, no hay un sólo siglo que pueda ostentar la bandera de la abundancia y el reparto equitativo, ni uno sólo que pueda proclamarse humanista y, sin embargo, todo tiempo pasado ha aportado a la vida del hombre mejoras inestimables.

LOS PILARES DE EUROPA es la primera parte del proyecto que sobre La Edad Media va a ofrecernos el British Museum en el transcurso de estos años. La exposición se encuentra en las salas de la Caixa Forum de Madrid y es una verdadera joya.

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Cucharilla para limpiar los oídos, hueso, 1450-1550.
Una curiosidad: Además de estos palillos, eran de uso frecuente las pinzas y los mondadientes. En el medievo se cuidaba la higiene personal.

La muestra agrupa una gran variedad de piezas que ayudan a comprender cómo vivían los hombres medievales. Encontramos cerámicas, joyería, monedas, esculturas, tallas en piedra, timbres, elementos funerarios, utensilios de cocina, de higiene, de defensa, juegos de mesa, relicarios, insignias de peregrino, baldosas… que abarcan desde algo antes del siglo V hasta el siglo XVI, pues la intención es que podamos apreciar qué heredó la Edad Media y qué nos dejó en herencia. He escogido algunos objetos para que puedas disfrutarlos si no tienes la posibilidad de visitar esta muestra.

Termino la reseña con esta pieza de un juego de ajedrez encontrada en Escocia. Es mi favorita.

La belleza, el color y la delicadeza de los objetos son la mejor demostración del talento y la formación de los hombres y mujeres de la época de las catedrales.

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El rey de un juego de ajedrez, marfil de morsa, 1150-1200.
Observa esta pieza, tiene todos los atributos de un líder medieval: la riqueza del traje, la corona, la postura erecta al sentarse y la forma en que tiene agarrada la espada, que muestra autoridad y firmeza.

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