Revista Literatura

A toro pasao, todos somos Manolete

Publicado el 18 mayo 2012 por House

Por fin parece que la tierra del Rey Pelayo va a tener un gobierno estable y con proyección de futuro. Todo apunta a que después de un año de dimes y diretes, de estúpidas guerras feudales, de egos encontrados, finalmente esta tierra saldrá del atolladero en el que la metieron hace varios meses un grupo de ineptos que, abrazados al deseo lascivo del vagabundeo político, se auparon como mesías incorruptos, intentando perpetuarse como heredero directo del propio Rey Pelayo. 
Reitero lo dicho en alguna ocasión. Si cierto es que no se puede gobernar sin un respaldo presupuestario, no es menor verdad el hecho de que esta tierra no podía permitirse el lujo de unas nuevas elecciones. Pero nos lo permitimos. No contentos con ello aún intentamos que aquellas guerras intestinas continuarán en el tiempo con un único objetivo: convocar un trecer plebiscito. Por favor, un respeto.
El sentido común se ha impuesto al ánimo avaricioso de poder y de odio tribal. Resulta incomprensible observar cómo en determinadas casas damos golpes en la espalda y respaldamos cualquier cosa con tal de evitar que un ex ministro ocupe La Moncloa. En el Palacio de Suarez de la Riva, por el contrario, zancadilleamos y vapuleamos sin sentido. ¿Cómo se entiende eso? Quizás no tenga explicación, y nos veamos en la obligación de consultar los manuales de las antipatías crónicas, de los rencores enraizados y de los odios establecidos. 
Sea como fuere lo cierto es que Asturias parece que quiere atisbar una luz en la lejanía. Como decían los antiguos, “¡larga vida!”. La necesitarán. El electroencefalograma casi es plano. Necesitarán ideas atractivas, medidas especificas, y, sobre todo, tesón e ilusión. A pesar de los agoreros que los abocan a un fracaso total. Ellos son el fracaso. Él representa la decepción, la negación, el desengaño, la frustración, el fiasco… Sólo ellos son los responsables del presente. Es muy fácil, y muy rentable políticamente, poner el ventilador en marcha, vocear los errores pretéritos, denunciar falsedades desde la trinchera del odio acérrimo sin un mínimo ápice de honradez política ni de ética.
Vienen mal dadas. Huelga insistir. Pero hay que ser respetuoso contigo mismo y después con tus electores. Resulta baladí apoltronarse en frente y comenzar un cruce de acusaciones baratas intentando justificar aquello que se cimenta sobre la arena. Ahora se oyen lamentos, se escuchan escusas baratas, se leen argumentaciones pueriles. Palanganeos de burdel barato de carretera. Las oportunidades no se pueden despreciar, y aquí se han despreciado de forma sistemática. Responsables sólo son aquellos que teniendo la capacidad de gobernar, durante casi doce meses sólo se dedicaron a escupir a sus familia más próxima. El voto de confianza que les otorgó un porcentaje del electorado se lo pasaron por el forro, literalmente. Lo que menos le importaba era Asturias, aunque se vanagloriaban del orgullo de ser asturiano (el que lo sea, claro). Su objetivo, su reto, sus ojos sólo tenían un único destino. Pero ese objetivo se pulverizó cómo el pasado domingo se pulverizaron las ilusiones de los sportinguistas al comprobar cómo el equipo, fruto de la incompetencia de algunos rufianes de tres al cuarto, descendía a segunda división.
Siempre hay que administrar con sensatez. En esta situación más todavía. Ellos no lo hicieron. Les cegó su avaricia, su odio, y su ego exacerbados. A sus casas, y deprisa. Lamento la situación de los pocos que quedan. Conozco a varios de ellos. Es una lástima. Si los despojamos de esta aureola, les aseguro que son buena gente. Y ello me hace preguntarme, cómo fueron capaces de caer en el discurso manido, prehistórico, y antipático de su líder espiritual. Sobre todo, cómo no se dieron cuenta de que éste sólo buscaba un objetivo que, desgraciadamente, estaba muy alejado de Asturias. Afortunadamente esa meta se perdió cómo se pierde la arena en las olas del mar. ¡Qué se joda!

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