Revista Talentos

Al revés en vacaciones

Publicado el 23 julio 2012 por Siempreenmedio @Siempreblog

Este año he decidido ir al revés del grueso de los mortales en vacaciones. Para empezar, un buen madrugón. Es tal la obsesión por aprovechar y disfrutar los días lejos del lugar en el que me consumo el resto del año, que me pongo el despertador a las siete y media para tragarme cada jornada completa. Y cayendo la noche me meto en la cama. La sensación de acostarme temprano debe inyectarme un buen chute de endorfinas, porque una vez que el cielo se pone negro me descubro como una autómata yendo derechita a la cama con una incomprensible cara de felicidad.

Eso de tomarme las cosas con calma, relajada, sin relojes que seguir… tampoco lo estoy poniendo en práctica. Darme cuenta de que dos horas después de haber saltado de la cama he caminado algunos kilómetros, nadado algunas piscinas, desayunado algo más que un simple café con leche y despejado con ligeras patadas un par de elementos domésticos fuera de su sitio es una sensación que me dispara la energía.

Cuento de forma casi obsesiva los días que he agotado de mi descanso como si quisiera estirarlos cual chicle. Al revés en vacacionesY en cada sol que se pone pienso en qué novedad he añadido a mi apretada agenda vacacional. Ayer, por ejemplo, me quedé unos minutos pensando en los callaos de esta playa. Pensé en cuántos años llevarían allí, cuántas olas habrían recibido, con qué potencia batiría el agua del mar sobre ellos y qué cambios morfológicos habrían experimentado con cada impacto.

Estas vacaciones como y ceno como los alemanes: tempranito. Porque, además, he descubierto una actividad purificadora: meterme en la cocina a inventar salsas de sabores actuales. Por ejemplo: un poco de mentira mezclada con tahini, la soberbia con ajos, el abuso con aceite, la cobardía con albahaca o la traición con limón. Y oye, la verdad es que después de estas mezclas digiero mejor los telediarios. Bueno, confieso que alguna vez he tenido que irme corriendo al baño, pero solo cuando se me va la mano en la pimienta.

Y ya cuando a través de la ventana veo el rayo verde, me afilo los dientes porque pronto estaré fresquita entre las sábanas, maquinando con qué especia combinaré mañana el ingrediente del estallido social que se nos viene encima.


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