Revista Literatura

Aldebarán

Publicado el 05 septiembre 2012 por Gildelopez

Aldebarán.

   Es una gigante roja que arde a 65 años luz de nosotros, en la constelación del Toro, de la que es su estrella más brillante. La intensidad de su luz es 153 veces mayor que la del Sol, aunque curiosamente, la temperatura de su superficie es 25 por ciento menor a la de éste. Ninguno de estos y otros muchos datos profusamente explicados en los libros de astronomía eran conocidos por mí, pero su nombre se adhirió a los rincones de mi conciencia desde la primera vez que lo oí por casualidad, no recuerdo dónde.

   No elegimos a los objetos de nuestra adoración; pareciera ser como si ellos nos eligieran y se agazaparan, pacientes en los recodos de nuestro diario caminar, prestos a saltar 'casualmente' frente a nosotros, de tal forma que no podamos evitar verlos y caer presas de su encantamiento.

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   Oí ese nombre y durante días me acompaño a todas partes y a todas horas. Estuviera haciendo lo que estuviera haciendo, como música de fondo, pensaba: "Aldebarán, Aldebarán, Aldebarán, Alde..."

   Fue por esa repetición obsesiva que empecé a investigar. Sin llegar al mismo grado de fascinación, otros vocablos fueron cayendo como una lluvia de encantamientos: metalicidad, paralaje, gravedad superficial... palabras bellas para describir conceptos y procesos para mí inextricables.

   Supe que Aldebarán tenía un origen árabe y que podía traducirse como "el perseguidor", porque parece que está tratando de dar alcance a las Siete Hermanas celestes, las Pléyades. Sólo lo parece: su persecusión está condenada a ser infructuosa: el fraternal cúmulo estelar está 85 años luz más allá.

   En México, los seris le dan el nombre de Queeto. Para ellos, no es un perseguidor, sino un guía: la luz que ilumina el camino de esas mismas Pléyades, que aquí son llamadas las Siete Parturientas.

   Más al norte, los dakotas nos informan que es una estrella caída a la tierra, en donde tras el enfrentamiento y aniquilación de una serpiente, dió origen al Mississippi.

   Según ciertos mitos hindús, su nombre es Rohini,  y es la bellísima mujer del dios Chandra.

   Por Grecia sabemos que Zeus, para conseguir los favores de la bella fenicia Europa se transmutó en toro. Aldebarán era su ojo.

   Relaciones fascinantes, desde luego; datos impresionantes, como el de que un artefacto terrestre -el Pionero 10-  llegará a sus inmediaciones en unos... dos millones de años, sí, pero con todo, no son lo que me atrae de nuestra lejanísima vecina. No estoy seguro de ser comprendido: mi atracción no es por la estrella. Es de su nombre, con sus nueve letras, con las cuatro sílabas que producen su aguda sonoridad de quien estoy enamorado: Aldebarán...

 

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