Revista Talentos

Alex Ross lo hizo de nuevo

Publicado el 18 octubre 2015 por Pablogiordano
Alex Ross lo hizo de nuevo
   En principio es un objeto precioso. Un libro gordote lleno de ensayos sobre música escrito nada menos que por Alex Ross, el crítico del New Yorker que ya había deslumbrado con El ruido eterno, merecedor de la candidatura al Pulitzer consiguiendo un éxito sin precedentes para un volumen sobre música: la unanimidad crítica y la popularidad entre los lectores.   Ross empieza Escucha esto diciendo que odia la música clásica. ¿Qué es lo que ha hecho este género para convertirse en un concepto tan odiable? “Hablar ahora de «clásica» implica que lo que vas a escuchar es música del pasado”, escribe. Por eso odia que se la llame así, porque se sigue componiendo y tocando, bien y mal, pero sigue viva. Molesta también que los cultores más fanáticos crean que la música “popular” -otra aberración de los rótulos- sea considerada mala, poco sofisticada o comercial. Ross destruye cada uno de estos prejuicios y muchos otros con un recorrido que lleva desde Mozart y Schubert a Radiohead y Björk. Nutridos pasajes sobre música experimental, público, industria y líneas melódicas son imperdibles para entender el viaje. Lo fuerte es regresar al punto de partida para convencernos de una idea global de este arte y su desarrollo en los últimos siglos con una homogeneidad llena de matices pero nunca fragmentada.   Para acompañar semejante proeza el autor puso a disposición del lector una página web donde se encuentran buena parte de la música a la que hace referencia y sirve para comprender el alcance de las explicaciones. Una camaradería para quienes no conocen de música ni saben leer las partituras, insertas en algunas de las más de 600 páginas del libro.   Ross insiste en cómo se entrelazan los lenguajes musicales a través de la historia. Radiohead y Björk muestran de manera muy explícita la conexión con Messiaen y Stockhausen respectivamente, por ejemplo. El autor retoma pasajes o armonías que aparecen aquí y allá como si monitoreara a un gen que va emergiendo una y otra vez a lo largo de los siglos, y se detiene a describir qué es lo que produce cada aparición, cada utilización de la fórmula, cómo muta, cómo afecta en la personalidad de quien la porta. Ross no sólo es periodista musical sino también músico, alguien que puede explicarnos ciertos misterios internos a la hora de componer, ejecutar, o vivenciar la creación sonora. Utiliza la sociología, cita arquetipos antropológicos y juega a historiador pedagógico en el artículo donde narra cómo la grabación cambió la música para siempre.   El interés central que puede desconcertar al lector, y el punto alto -gigante- de Escucha esto, es la descripción del núcleo sonoro mismo del siglo XX, compuesto de todo tipo de sonidos y ruidos, incluso los molestos, extraños e increíbles, no sólo a través de profesionales que los producen sino el que se manifiesta espontáneamente en las calles, el cerebro, o como hobby en la experimentación digital hogareña y comercial en las películas y la televisión. El auténtico problema de la música como arte es conseguir que esto cobre sentido en una sala de conciertos. Siempre con una prosa cómoda y genial, el autor explica por qué no basta con robar un mingitorio y colgarlo en la galería.   Dice Martin Mull en el prólogo que “Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura”. Ross, que no había escuchado hasta los veinte años otra cosa que no sea música “clásica”, ha brindado otro espectáculo brillante, sea lo que sea que haya hecho.
(2013)

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