Algunas maneras de morir en Palermo

 Primera muerte posible

 

El chino atinò a cerrar el portòn elèctrico. En perfecto argento largò:
-Devolvè el sachet de aceitunas, pedazo de rata.
De fondo sonaba una cumbia que no conocìa pero versaba sobre la tanga de una muchacha. Tres chinos con un corte de pelo indescriptible aparecieron, uno tenìa una mortadela en la mano. La china apagò las heladeras con un movimiento veloz. Un pelado borrachìn aprovechando buenos precios en bebidas quedò atrapado junto a mi.  Tirè el sachet de aceitunas y de paso un patè que iba a pagar limpiamente.
El pelado entendiò la jugada al momento, se  clavó un tinto barato y se bajò los pantalones cual bandera de rendiciòn. Yo me aferrè a mi dignidad y me puse en guardia para bancar su ofensiva. Un chino de pelo violeta agarrò una espada larga y ajustició al beodo. Cuando el cuerpo tocò el piso le esputò la frente.
Los cuatro chinos,acompañados por la oriental con auriculares me llevaron para el fondo misterioso, parecìa que peleaban por como hablaban entre ellos. Intentè calmar las aguas.
-Muchachos me parece que esto se està yendo al carajo, les pago las aceitunas pero no me hagan nada por favor.
-Demasiado tarde piscuì. Chupete ya muriò, ahora te toca a vos.
Los chinos empezaron a comerse las aceitunas y a escupir los carozos contra mi cuerpo con violencia. Al cuarto sachet ya los carozos no venìan tan limpios, ellos se iban cansando.Embadurnado de una especie de aceite, pedì clemencia inutilmente, El lider chino prendiò un cigarro y terminò la faena.  
Las crònicas dijeron que los asesinatos y la quema del local, eran un ajuste de cuentas entre la mafia china. No hablaron mucho de mì, ni del borracho. A los diez dìas comenzò la construcciòn de un hotel en el sitio del supermercado.