Revista Literatura

Atrévete, si puedes

Publicado el 21 abril 2012 por Teorema

ATRÉVETE, SI PUEDES

Un día fuímos a comer. El primer plato me gustó, pero con el segundo, que eracongrio guisado, tuvimos problemas. Era la parte cerrada del congrio y ya se sabe que esa parte está llena de espinas. Claro, no pudimos tomarlo. Las espinas lo llenaban todo caóticamente, y cada bocado exigía una labor interminable de selección que acababa con nuestra paciencia. Yo disfrutaba mirándole. Sabía que las espinas eran una de las manías de mi acompañante, y que le bastaba con localizar una en el interior de su boca para palidecer en público. Lo que más me fastidiaba era que por una tacañería suya - esa parte del congrio es mucho más barata que la otra, dijo - nos estuviera amargando la comida.

- Atrévete si puedes, le reté.

Me vió rebullirme en la silla y, como me conocía, trató de quitar hierro al asunto. La sola idea de que pudiese llamar al camarero y armarle una bronca por ese pez lleno del alfileres me ponía los pelos de punta. Hizo el ademán de llamarle.

- ¿No serás capaz de formar el numerito? por favor... le supliqué en voz baja.

Sabía que soy una de esas personas que por pura delicadeza podría renunciar a vivir. "¿Te imaginas, dije con intención de distraerle, que también las bocas en los besos pudieran tener espinas como las de los pescados?" Su fantasía se desbordó. Le hablé de esas escenas tan terribles como cómicas, en medio de su entusiasmo creciente, hasta que logré que se olvidase del congrio. Era yo quien estaba ahora en su plato. No había conocido a nadie como yo con un poder así. Soy capaz no sólo de improvisar sobre la marcha todo tipo de fantasías, sino de referirme a ellas como si fueran ciertas, y se dieran en continuidad con los hechos del mundo. Si hubiese tenido un lápiz a mano - me encanta dibujar - le hubiese trazado allí mismo una rama, y estoy seguro que esa rama habría terminado por florecer sobre el mantel, por llenarse de pájaros, por confundirse con las ramas de los árboles reales. Le hice ver todas esas escenas, de la misma forma que yo estaba viendo su rostro maravilloso, encendido de amor y asombro, mientras se las contaba.

- ¿Te imaginas a los amantes juntando los labios, y dedicados a esa labor sutilísima de retirarse de la boca las espinas impertinentes? le sugerí. He aprendido que en el mundo hay amantes burdamente espinosos, como nuestro congrio, y otros cuyos labios son como la carne blanca de la

merluza.

- ¿Y a qué grupo perteneces tú? me preguntó con una pícara sonrisa.

- Mis besos son como un platito de angulas. Se abren en el interior de la boca, inician por ella el largo y oscuro viaje a las profundidades acuosas. Tienen que ver con el océano, con ese viaje indescifrable hacia el remoto mar de los sargazos. Besarme es como estar nadando con ellas, como viajar por el interior del agua formando parte del decidido grupo, en medio de una fogosa y gozosa migración de deseos...

Llegó el camarero a servir al comensal de al lado un plato de congrio como el que nos había servido a nosotros. Nos entró la risa, y nos dispusimos a ver cómo se las arreglaba en aquel difícil menester. Cogió el primer trozo de congrio se lo metió en la boca y, ante nuestro asombro, se lo tragó sin pestañear, extrayendo una única espina. De vez en cuando se veía que tropezaba con algo. Entonces cogía un gran trozo de pan y se lo engullía a la vez que el congrio, las espinas y los guisantes. No dábamos crédito a lo que veíamos.

"Mira, me dijo sonriendo, uno de tus amantes espinosos".



Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas