Revista Diario

Aun te extraño por extraña que me seas

Publicado el 24 abril 2016 por Kanguro19

Caminaba por la obscura calle. Era una noche cerrada donde los faroles no tenían fuerza. No tenía miedo pero tampoco la tranquilidad suficiente como para caminar normalmente, sentía una presencia tras de mí, un algo, mejor dicho, un alguien que venía sobre mis pasos evitando hacer ruidos que llamaran mi atención.images

Doble en la esquina y a unos veinte metros me oculte en un zaguán, pude ver pasar delante de mí una joven muchacha con vestido negro, suelto, pelo largo atado sencillamente y tacones altos que procuraban no tocar el suelo y solo apoyaba las puntas. Caminaba con prisa pues no veía su objetivo.

Comencé entonces, luego de dejar pasar unos segundos, a seguirla. Camine sigilosamente tras ella. La notaba nerviosa, apresurada y un poco desorientada. No paro en ningún momento, llegaba a las esquinas y decididamente continuaba. Llego a la plaza y tomo el camino diagonal que la cruza de punta a punta. El piso de ripio debelaba sus pasos. En medio había un hito, el centro del pueblo, donde freno. Apoyada contra ese blanco obelisco prendió un cigarrillo que rápidamente quedo marcado con su labial.

Yo la seguí pero evite tomar ese mismo camino y rodeándola llegue hasta el lugar por detrás. Sin mostrarme le dije suavemente: -no gires, dime, ¿que pretendías al seguirme? No contesto nada y continuo fumando, adquirió la seguridad que había perdido al no verme delante suyo mientras me seguía. Recobro el aliento perdido por el rápido caminar. Una bocanada de humo penetro mi olfato y tras el un perfume dulce recorrió mi garganta.

Sentí una mano en mi mano y otra en mi nuca. Unos suaves labios me mordieron la oreja y un susurro áspero en el oído erizo mi piel. No sabia que pasaba, como era posible. El siluethumo sirvió de despiste. Sus brazos se me enredaron en el cuerpo y una fuerza femenina me apreso hermosamente. Sin saber ni quien ni porque  me deje llevar. Terminamos en la habitación del hotel –el único allí- sin decir nada ella dirigía mis manos por sobre su vestido, por debajo del mismo, hasta que la suave tela se desplomo y dejo a viva piel un fuego.

Luego desapareció por esa puerta y no dejo que la viera, nunca hubo luz,  no supe nunca ni quien ni porque. Solo tengo aquí el recuerdo de su olor y en mis manos grabada la textura fina de su piel. Después de tanto tiempo y tanto misterio aun extraño, aun te extraño por extraña que me seas.


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