Revista Diario

Blancanieves ¿Quieres manzanas?

Publicado el 16 julio 2011 por Maricari
Isa Merino me escribió en la entrada de El Reencuentro que era una historia creada para el concurso de Eleanor Atwood lo siguiente....¿Te regalo un ejercicio? Me ha dado envidia sana de Eleanor Atwood, ya ves, jaja. El narrador debe ser en segunda persona o un equisciente. El máximo, un folio con el interlineado sencillo. El lugar debe estar, si saliera, en territorio español. El tema: envenenamiento. Ha de ser un relato de humor.
 Decídete a escribirlo. EStoy deseando leerlo. ESte fue uno de los ejercicios que me propusieron hace unos años en un taller de escritura creativa. He de decirte que me regalaron el título. Yo te dejo elegirlo.
Pues aquí está... y lo titulo...
BLANCANIEVES... ¿QUIERES MANZANAS?
Blancanieves ¿Quieres manzanas?
Se encontraba en una situación conflictiva, en plena guerra psicológica, o eso entendía él, porque estaba acostumbrado a no quejarse, a no decir esta boca es mía solo por poder continuar mirando su hermoso manzano junto a la tapia del jardín, porque el manzano estaba en la linde, un lugar prohibido. Era su compañero, su amigo, su razón de pasar unas horas atendiéndolo, regándolo, podándolo, cavándolo y cuidando para que no le afectaran las plagas porque lo quería como a un hijo.
Hacía poco que su hijo le había comprado aquella casa en un pueblo cerca de Madrid, porque se había quedado solo en la ciudad, tras ser jubilado y perder a su mujer por una enfermedad de nombre impronunciable para él, y porque allí sería más feliz, cómo si la felicidad no se llevara por dentro.
Y se encontró con un pueblo extraño, con gentes irreconocibles por vecinos y con una casa, pero sobretodo con un jardín abandonado, lleno de plantas raras como jaramagos y un manzano enorme pero sin manzanas cuando debería estar cuajado, hay determinadas cosas que no tienen explicación. Y pensó que habrían sido los pájaros. Tenía trabajo por delante para mantenerse ocupado, estaba el jardín con esas malas hierbas, pero luego pensó que ya se habían secado los rosales, así que dejaría los jaramagos tan raros y con esas florecillas blancas por doquier.... y decidió dejarlo todo como estaba, excepto al manzano, al que había que quitar su forma de asalvajado.
Blancanieves ¿Quieres manzanas?
Pasó varias tardes en el verano bajo su sombra, sentado en la silla recostada contra la pared medianera, ilusionándose por la poda otoñal que iba a realizar a su nuevo amigo, al que hablaba y contaba sus pensamientos, pues de todos es sabido que a las plantas les gusta que les hablen, y su manzano parecía necesitarlo mucho.
Tenía las herramientas apropiadas, unas tijeras grandes vistas en un catálogo de un supermercado de la ciudad y que su hijo en una visita le trajo de regalo, una ganzúa que no sabía ni cómo se agarraba, un serrucho porque siempre le asustó el ruido de la motosierra, y unos guantes fuertes, ¡ah! y una escalera que compró en el super del pueblo porque su vecina le dijo que no tenía para prestarle. Lo que sí estuvo dispuesta la buena señora fue a darle una tacita de azúcar porque de eso sí tenía. La buena mujer relató que había comprado dos veces 5 kilos de azúcar porque se olvidó de tacharlo del calendario la primera vez que fue al super, pero añadió a su primera conversación que la azúcar no se estropeaba, a no ser que acudieran las hormigas, que entonces tenías que tirarla toda, porque a saber por dónde habrían andado las cochinas.
Pero él no quería azúcar, y le agradeció inmediatamente el ofrecimiento, aunque al momento cayo en que  juraría que había visto asomada a la tapia a la buena señora, y eso solo era posible si estaba en algún peldaño de una escalera, y desde ese día la llamó la ¡Urraca!, con mucho énfasis para sus adentros. La Urraca debía ser una mujer muy desconfiada porque no se fiaría de que se la devolviera intacta, en fin, no le había gustado la cara de su vecina y prefería el café amargo, como su propia vida.
No pudo quitarle las dos ramas que penetraban en el patio de la Urraca, sin duda cuando se plantó el manzano a esa corta distancia de la pared los vecinos tendrían confianza, pero estaba seguro que la Urraca debió venir a vivir después. Ahora, él habría preferido que el manzano estuviese en el centro del patio.
Cuando vino su hijo a verle, le encontró sano e ilusionado con la nueva vida en el pueblo, y le refirió sus amistades que ascendían exactamente a la  joven cajera del pequeño supermercado y, una vez cada quince días cuando iba a tomarse la tensión al pequeño centro de salud, a la ATS y al médico. Su hijo le pidió que saliera, que se relacionara con más gente, diciéndole que tenía que visitar a la asistente social a la que había llamado él por teléfono y estaba al corriente de su existencia, vamos que le esperaba el lunes sin falta.
Y llegó el tiempo de las flores... bajo su manzano, jamás había visto un manzano más bello.
Llegó el tiempo de las yemas... bajo su manzano, soñaba que tendría muchas manzanas, se habían mantenido muchas yemas en su alto.
Llegó el tiempo de madurar la fruta y observó cómo crecían de tamaño, cómo cambiaban de color hasta convertirse en unas manzanas talla XL.
Y llegó el tiempo de probar la fruta... y bajo su manzano, alargó la mano y cogió una, la llevó a su boca con mimo, casi con deleite y probó su sabor... y su olor le llegó a la nariz a través del paladar... ¡Eran estupendas!, recogería el fruto al día siguiente y llevaría de regalo algunas al Consultorio, otras al supermercado a la chica cajera y otras, por supuesto, a la Urraca, no quería ser descortés y por las molestias que pudieran causarle las dos ramas en su jardín.
No necesitó despertador esa mañana, salió rápidamente al jardín y se quedó atónito, frotó sus ojos varias veces, pues no había manzanas, bueno sí, unas 20 a ojo cubero. Así sin más habían desaparecido y estaba seguro que ni una bandada de pájaros podrían haberlas devorado en una noche, imposible se dijo.
Pensó, repensó, se rascó la cabeza sin quitarse la gorra y blasfemó... ¡Maldita sea! Ha tenido que ser la Urraca ¡Seguro que tiene una escalera!
Estuvo todo el día meditabundo, no pudo llevar manzanas al Consultorio, menos mal que no las había ofrecido allí,  pero a la cajera, cómo no llevarle a la cajera con lo simpática que era siempre, y le llevó la mitad de la cosecha.
10 manzanas, un manzano tan grande y solo comerá 10 manzanas... tenía que parar aquello para la siguiente campaña. Se armó de valor y fue a pedir la taza de azúcar a la Urraca.
Blancanieves ¿Quieres manzanas?Ella estaba haciendo mermelada y no le sobraba ni un gramo de azúcar, lo sentía mucho, pero ya llevaba gastados los 5 kilos del año anterior que no dieron con ellos las hormigas. Y es que la buena señora tenía puesto un cartel en su ventana que rezaba que se vendía mermelada de manzana recién hecha. Le preguntó si tenía manzanos a lo que respondió que se las traía su hijo que era muy apañado.
Estuvo el resto del año triste, repitiendo en voz baja al manzano que él no tenía la culpa, que era el mal sitio, pero que ya lo solucionaría, y sin hablar con nadie, y espantando pájaros a diestro y siniestro, con voces, a puras voces, cosa que molestaba muchísimo a la Urraca que comenzó a llamarle loco.
Y volvió otra vez el tiempo de regar, de la poda, de matar insectos, de quitar alguna ramilla ignorante del lugar inadecuado elegido para brotar, en una palabra,  intentó meter a su manzano en su territorio, pero era una batalla perdida. Aunque se dedicó a esta tarea con ahínco, no lo consiguió. Un día cuando vio la cabeza de la Urraca oteando el manzano casi le grita pero se mordió la lengua. Enfurecido pensó... ¡Ya está la Urraca! El año pasado se las llevó, pero éste, de este año me encargo yo ¡Yo solito!
Las manzanas habían madurado, justo para ser cortadas, aquella noche no pudo dormir y salió al jardín,  repitiendo muchas veces esa noche subido a su escalera bajo el manzano la misma frase... es por el bien del manzano, es por el bien del manzano, mientras contaba y recontaba las manzanas, tocándolas, acariciándolas.
Y efectivamente, al otro día a media mañana, como el año anterior, solo había 20 en el manzano, las cogió y las tiró a la basura, no eran aptas para el consumo humano.
Unas semanas después el pueblo fue puesto en cuarentena, porque al doctor y a la ATS se les habían ido algunos casos de las manos. Habían fallecido varias personas y no de muerte natural. La Guardia Civil comenzó las investigaciones pues todas habían presentado los mismos síntomas, debilidad muscular, diarrea, vértigo, disminución en las pulsaciones cardíacas y algunos... llegaron a la parálisis total, era claro que estaban ante casos de envenenamiento.  Los análisis apuntaron a la mermelada de manzana que vendía la Urraca sin licencia y sin procedencia legal de las manzanas, y para la que no había  antídoto conocido pues tenía altos índices de Conicina, producido por las hojas y los frutos de Law (Conium maculatum L.) propia de un jardín abandonado, pero de la que no había ni rastro en la vecindad.
Blancanieves ¿Quieres manzanas?
P.D.: "Cuidémonos de coger lo que no es nuestro porque no sabemos su contenido ni su alcance, aunque nos esté diciendo... ¡Cómeme!"
2ª P.D.:"Gracias Isa, espero que te guste pero como sé que tiene muchas imperfecciones... por favor... a mi correo, no me hagas pasar vergüenza, aunque ahora que caigo... ¡Me parece que ya no me queda!"
{¡B U E N A_____S U E R T E!}


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Maricari 381 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revistas