Buen viaje amigo

Hoy hace un mes que nos dejó. Y hasta hoy, no he sido capaz de escribir una sola palabra recordándole. Una congoja en el alma se instaló para quedarse. Se fue sin hacer ruido, justo lo contrario de lo que hizo  a lo largo de su vida en la que era el perejil de todas las salsas. Jorge Villalmanzo era así. El poeta, el jardinero, el agitador social, el músico, el artesano de cucharas de palo…, no había nada que se le resistiera. Ni a  nadie a quien dijera que no. Siempre tenía tiempo para los demás, para echar una mano, para tomar un vino y arreglar el mundo. Para hablar de lo humano y lo divino. Para diseñar ideas para su nuevo trabajo literario. Para mimar su huerto. Siempre entusiasmado con sus jardines, con sus amigos, con su Cencerro, con… no tenía límites.Y tenía muchos proyectos todavía por hacer, por pensar, por terminar que ahí se han quedado, encima de la mesa.  Huérfanos, llorando su ausencia.
Su presencia se notaba. Sus ojos azules traspasaban. Su vitalidad contagiaba. Su sonrisa confortaba. No hay día desde que se ha ido que no haya pensado en él. En sus cosas. Cada rincón de la ciudad por la que paso me recuerda algún momento bonito. Es duro perder a un amigo y más de una forma tan repentina. Y sigue su ausencia trastornado nuestra vida. Al menos nos quedan sus libros, sus vídeos con el Cencerro Eléctrico al que puso alma y risas, sus…

Se fue una noche de primavera ¡maldita estación que tanto quiso y nos lo arrebató! Buen viaje amigo.