Buscando un alma pura

Desde mi niñez me acostumbré a sentir la soledad, cuando se es hija única de madre soltera y trabajadora estás obligada a moverte en ese escenario.
Juegas con tus amigos y amigas en el colegio o en el parque, sin embargo siempre hay un momento en que te quedas totalmente sola o solo y es ahí cuando tu alma comienza a experimentar ese sentimiento de búsqueda, que no comprendes del todo. Sueles tener amigos imaginarios los que comparten contigo, ven las caricaturas a tu lado y tienen gustos exactos a los tuyos. Esos amigos imaginarios suplen en parte aquella misteriosa necesidad de compartir con un espíritu afin. En estos momentos me viene a la mente un libro que me marcó mucho en mi niñez, "Papaito Piernas Largas"; Jerusha una niña huérfana solía ver la sombra de su benefactor reflejada en el muro con unas piernas y brazos muy largos. Creo que el sentimiento de orfandad fue lo que más me marco en mi infancia, por eso también me hice amiga del personaje inolvidable de Candy quién veía al gran árbol del Hogar de Pony como la respresentación de un padre fuerte y protector. Cuando eres niña(o) buscas siempre identificarte con alguien y estos dos personajes y en especial Candy lograron aquello.
Recuerdo aquel árbol frondoso lleno de vida en primavera, y soportando los crudos inviernos, ese árbol leal y silencioso que acariciaba el viento con ternura que veía a lo lejos llegar a Candy de Regreso al hogar, parecía que le daba la bienvenida a la pequeña pecosa y la invitaba a subir en él para olvidarse de los problemas, despejar sus pensamientos y renovar sus fuerzas.
Ahora se qué es lo que busco, busco una alma pura al igual que la mía, que admira las cosas bellas de la vida, que me vea a lo lejos llegar y me de la bienvenida, que me acoja con sus brazos como si fueran ramas de árbol, que se llene vida con el sol y que no le tema al crudo invierno de mi desesperación.