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Capitulo ii

Publicado el 20 septiembre 2011 por Fesb2011 @visitantemalign
CAPITULO II
CAPÍTULO II
- ¿Has visto como estáaclarando el cielo, la tormenta se fue muy rápido, no te parece Peter? quéextraño – comentó Jeff -- Si, en verdad, la luna estámuy brillante.Deberíamos de estar llegandoya al puesto de los muchachos – respondió Peter -
   Siguieron avanzando por la carreteray el lago ya no se divisaba, los árboles lo cubrían haciendo la vía un poco másangosta. Abruptamente de los matorrales, salió un venado corriendo velozmenteatravesándose por la carretera. El reflejo de las luces de la patrulla hizo quesus ojos se vieran brillantes, rojos, por un segundo; a duras penas el vehículodio un frenazo y logro detenerse. El animal siguió su carrera a toda velocidady se estrelló de cabeza contra un árbol.
- ¡Carajo! ¿Viste eso Jeff? –Exclamó Peter- Parecía que queríaembestirnos. ¿Pero qué diantres le pasó a ese venado?      Descendieron del vehículo y sedirigieron al lugar donde estaba el animal. La luna, a pesar de que ahoraestaba muy clara, no permitía distinguir muy bien las condiciones del venado.Caminaron hacia éste que se encontraba a unos quince metros y Jeff encendió lalinterna.
- ¡Dios mío! - exclamó Peter-
   Una de las astas del animal se había partidoproducto del choque contra el árbol, la otra se había introducido en lacorteza. Sus patas temblaban en un espasmo. La cabeza, del lado en que faltabaparte de la cornamenta, manaba abundante sangre brillando con el reflejo de laluz de luna y emergía parte del cerebro, brotaba sangre y espuma por su hocico:las sacudidas incontrolables dominaban su cuerpo haciéndolo emitir un horriblebramido de dolor. Su sufrimiento era terrible.
- No podemos ayudarlo, Peter.– dijo Jeff -- Tienes razón Jeff, no haynada que hacer. ¿quieres que yo…? - señalando hacia su pistola -- No, gracias Jeff, yo lohago.
   Peter extrajo su pistola de la funday se acercó al venado que seguía sangrando y abría los ojos desmesuradamente,la masa encefálica le colgaba por un lado de la cabeza. El bramido se hizo mayor;ahora no era la misma sensación, de sufrimiento – podían sentirlo – se percibíasu furia, su rabia. El animal trataba desesperadamente de desprenderse delárbol.
   El Sheriff acercó la pistola a lacabeza del animal.
   - Lo siento amiguito, es para que nosufras más.
   Los bramidos se mezclaron con eldisparo que retumbó en la noche. El proyectil atravesó la cabeza del venadolateralmente destrozándole lo que le quedaba de cerebro. Pero el animal no cayó.Seguía luchando por zafarse, ahora tenía los ojos más abiertos e inyectados desangre, su mirada despedía odio. Ambos estaban sorprendidos:- ¿Cómo era posible que nohaya caído? - pensó Peter -, ¿habré fallado?
   Alumbró hacia el lugar donde había disparado.El orificio ensangrentado de entrada y salida le daba la respuesta. Volvió aapuntar a la cabeza al animal, para darle el tiro de gracia, cuando repentinamenteuna sombra enorme los sobrevoló, solo fue un instante, pero todo se oscureciópor un par de segundos.
- ¿Qué fue eso Peter? ¿Vistealgo? – preguntó Jeff.- No pude ver nada. ¿Qué pudohaber sido eso? – contestó Peter -   El venado seguía frenéticamentetratando de zafarse, y nuevamente apuntando ahora a la base de la cabeza, Peterdisparó. El animal se quedó quieto por unos instantes luego de recibir elsegundo tiro, después, comenzó nuevamente a moverse, continuaba desesperadamentetratando de liberarse. Peter y Jeff retrocedieron unos pasos sorprendidos, no comprendíanlo que pasaba, súbitamente el venado logró zafarse dejando clavada su asta en elárbol, volteó hacia donde estaban ambos hombres con la mirada en blanco, bañadoen sangre, dio dos pasos y cayó fulminado. Ambos se miraron confundidos a lavez que sorprendidos. Allí estaba el animal tendido en el piso. No salían de suasombro.
- ¿Oyes eso? - preguntó,Peter-- No, no oigo nada – contestóJeff -- A eso me refiero, no hayningún ruido, todo está en silencio.
   Era cierto. No solamente todo estabaen calma; lo raro era que no se oía absolutamente nada, ni el ruido de losgrillos, ni el movimiento de las hojas de los árboles al ser agitadas por el viento,no. No había ningún tipo de ruido. Era como si todo se hubiera paralizado. Igualque en una fotografía, todo estaba inmóvil y no se escuchaba ni un alma.
   Ambos hombres estaban desconcertados,extrañados por esa situación, cuando sonaron sus receptores de radiosobresaltándolos.
- Jefe Donovan, jefe Donovan,aquí central.- Adelante central, utilicelos códigos – contestó Peter -- Disculpe Tornado,- era lavoz de Jack -.aun continuamos sin contacto con Relámpago 2. Los otrosrelámpagos no reportan novedades.- Está bien central –respondió Peter - continúe tratando de comunicarse con ellos, nosotros estamosllegando a la zona.- Comprendido Tornado, cambioy fuera.
   Los policías retornaron al vehículo ensilencio, meditando sobre el momento que acababan de vivir. La luna habíadescendido a la mitad del cielo y se lucía rojiza.
- ¿Crees que les hayasucedido algo malo a los muchachos? - preguntó Jeff -. Es raro que no se hayancomunicado.- Ya veremos lo que hasucedido, sólo faltan unos kilómetros para llegar a su ubicación.- RespondióPeter -
     Siguieron conduciendo por unos minutos porla carretera en medio de los pinos y entraron a una vía recta donde se podíaver nuevamente el lago.
- ¡Qué olor tan horrible!, -exclamó Peter -- Sí, es como de un zorrilloo algo así – secundó Jeff -- ¡Pero qué demonios! -exclamó Peter -   A lo lejos se podía divisar en elcamino unos bultos a ambos lados de la carretera. Se acercaron más con elvehículo y por fin, les fue posible ver lo que era. Venados muertos tirados enel asfalto, con los hocicos y ojos muy abiertos que expresaban terror, no menosde treinta estaban dispuestos a lo largo del camino de esa forma.
   Descendieron del vehículo encendiendolas luces más fuertes de los faros, con las escopetas en mano y la otracubriéndose la nariz y la boca. Acercándose al cuerpo del primer animal, lafetidez de la putrefacción les producía arcadas.
   Las moscas revoloteaban el cadáverproduciendo un zumbido infernal; el vientre del animal estaba abierto y todo suinterior estaba esparcido en el piso, parecía haber explotado, todos loscuerpos se encontraban de ese modo, infestados por larvas y gusanos.
   No había signos de lucha, ni rastrosde algún otro animal. Tampoco hallaron huellas de vehículos o algo que indicaraque los animales hubieran sido muertos en algún otro lugar y trasladados allí;y por la putrefacción de los cuerpos por lo menos debían de tener unas veinticuatrohoras de fallecidos.
- Jeff, aguantando lasnáuseas, tocó a uno de los animales.- Peter, todavía estácaliente.- ¿Qué? - preguntó Peter -,¿A qué te refieres?- El cuerpo del venado aúnestá caliente.- No puede ser, - dijo Peter –tocándolo también -. ¡Mierda!, tienes razón, está caliente, vamos a ver a losotros.
   Fueron acercándose a los otroscuerpos y constataron que todos conservaban el calor corporal como siestuvieran vivos.
- ¡Esto no puede ser posible!– Peter exclamó -. Por el estado de descomposición ya deberían de llevar unas cuantashoras muertos además, la tormenta, la lluvia debería de haberlos enfriado y porla fuerza de esta, los órganos deberían de estar esparcidos, la sangre….- Pero, ¿si les cayó un rayo?– Interrumpió Jeff -
Peterlo miró y dijo:
- No lo creo, no hay ningún rastrode quemaduras, ni en los cuerpos, ni en a la vegetación, tampoco en el asfalto.Vamos a buscar a los muchachos.
   Les era imposible seguir en elvehículo, los cuerpos de los venados obstruían el paso así que tuvieron quecontinuar a pie. La luz de los faros de la camioneta los alumbraba desde atrás mientrasavanzaban por la carretera a través de los cadáveres de los animales, lassombras de ambos se proyectaban sobre los árboles y hacían que se vieran comodos gigantes que a medida que se acercaban hacia el otro lado, se hacían máscortas.
   En ese momento, escucharon undisparo, luego otro, y otro más; sintieron el sonido inconfundible de las balasvolando sobre sus cabezas.
   - ¡Al suelo, nos están disparando!, -gritó Peter -
   Se arrojaron al piso, mientras losdisparos continuaban. Pero ya no eran hacia la dirección donde se encontraban.
- ¿Ves algo? - preguntó Peter-- No, no veo nada,-respondió, Jeff -     Nuevamente los disparos y gritos de desesperación.
- ¡NO!, ¡CARAJO!, ¡NO!¡SOCORRO, AYÚDENME!- ¡Es la voz de Franklin!, -dijo Jeff -- Vamos a ayudarlo, -intervino Peter -
   Las detonaciones proseguían y en eseinstante vieron a Franklin que salió corriendo de espaldas de entre losarbustos, disparando hacia los árboles.
   - ¡Franklin, Franklin!, ¿qué sucede?¿A quién disparas? - le pregunto Peter -
    El policía estaba pálido, el terrorlo hacía temblar, los ojos los tenía muy abiertos, la pistolaensus manos se encontraba con el conjunto móvil hacia atrás sin proyectiles, peroél trataba de seguir disparando en vano.
   Peter y Jeff levantaron sus escopetasapuntando hacia los árboles y se acercaron a Franklin.
- ¿Qué hay allí? ¿Qué teestaba atacando? ¿Dónde está Michael? - le pregunto Jeff -- ¡Allí vienen, allí vienen!,- respondió Franklin sudando, y temblando -. ¡Allí están!
   Primero escucharon chillidos similares acerdos, luego se multiplicaron transformándose en gritos de personas ylamentos. Luego voces claras de hombres y mujeres, suplicando por ayuda y profiriendoinsultos. Era el sonido de un tumulto de personas. Los gritos se hicierondesgarradores, escalofriantes y venían de allí, del lugar donde hacía unos instantes,el policía había estado disparando.
   Los arbustos empezaron a moverse y entonces,aparecieron de la nada, una manada de animales, negros, peludos, enormes, concuerpo de jabalí, colmillos y rostros humanos con ojos de fuego que lossorprendieron lanzándose sobre ellos, gruñendo y riéndose.
   Peter y Jeff dispararon sus escopetassin éxito. Las bestias los arrojaron al piso mientras los hombres trataban deprotegerse cubriendo sus cabezas con los brazos. Empezaron a morderlos portodas partes; los gritos de dolor de los policías se oían retumbar en el bosquemientras las bestias reían y gruñían. Hasta que se fueron corriendo hacia ellago y desaparecieron en el agua.
   Jeff y Peter se levantaron del piso espantadospor lo que había sucedido, las cabezas les estallaban de dolor y se sentían mareados.Franklin estaba todavía en el suelo, vomitando. Poco a poco fueron reponiéndosey comenzaron a correr en dirección al vehículo que estaba más allá con lasluces encendidas. Llegaron al lugar donde estaban los venados muertos, los tresse encontraban sin respiración, proseguían espantados por lo que habíasucedido.
- ¿Qué fue eso? carajo ¿Quémierda fue eso? - preguntó Jeff -, casi sin aliento-¡Nos estaban persiguiendo!,¡querían matarnos! - dijo Franklin -Recobrando la respiración,   e incorporándose.
   Peter miró a sus hombres y se comenzó apalpar el cuerpo, comprobando que no tenía ningún tipo de herida, tan solo suropa estaba sucia, inmunda, por haberse revolcado en la vegetación. Se hallabacubierto de barro, las huellas de pezuñas de animal estaban por toda su ropa aligual que Jeff y Franklin, pero no estaban heridos.
- Vamos a calmarnos – dijoPeter -- ¿Qué fue lo que pasó? -preguntó Jeff -. ¿Qué mierda fue eso?
   Franklin se encontraba aún en estado de shocky no profería palabra.
- Franklin, ¿qué pasó? - lepreguntó Peter -
Elpolicía no contestaba y continuaba mirando con terror hacia atrás.
Peterlo sujetó de los hombros con fuerza sacudiéndolo.
- Franklin ¿Qué pasó allíatrás? contéstame, tienes que sobreponerte.
Franklinmiró a Peter, luego a Jeff y empezó a balbucear.
- Noso… Nosotros, Michael yoestábamos yendo hacia el lago, revisando por si había alguna persona bañándosey advertirlos de la tormenta.
Peterse percató que se habían olvidado de Michael.
- ¿Dónde está Michael? ¿Dóndelo dejaste? - preguntó Jeff -- No sé, - respondió Franklin-, estábamos corriendo juntos y nos separamos al llegar al camino. No sé endónde está.- Tenemos que ir a buscarlo.- dijo Peter - Hay que encontrarlo.- ¡NO!, - gritó Franklin -,¡no quiero volver allí!- Tiene razón jefe, nopodemos hacer nada, al menos solos. Volver allá sería un suicidio. – dijo Jeff-
Peterpermaneció en silencio meditando.
- Tienes razón Jeff, piderefuerzos, que despierten a todo el personal que está durmiendo, dejensolamente dos puestos cubriendo el pueblo y la entrada, que el resto venga acáde inmediato. – ordenó Peter -- Si, jefe. - contestó Jeff -y se comunicó con la central.
La pestilencia y los insectosrevoloteando los cadáveres de los venados aumentaba.
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