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Capítulo XXI de mi internamiento: RELACIONES CON OTRAS PERSONAS

Publicado el 18 marzo 2008 por Alex_sual
Capítulo XXI de mi internamiento: RELACIONES CON OTRAS PERSONAS"... Para una persona parapetada en su silencio y curiosa mirada, entablar contacto con el resto de pacientes suponía una grata sorpresa, en especial, por esa extraña facilidad motivada por cuanto compartíamos algo más que estar tras “aquellas horribles puertas”...
... A menudo, cigarrillo en mano y al sol de la tarde, evocaba el abismo existente entre mi yo sano y mi yo enfermo...
... En la cripta de mi yo sano, habitaba un ser gris, inerte, huidizo, con cierta discapacidad para relacionarse socialmente, obstáculo que, en el interior de la clínica psiquiátrica, se disipaba por completo...
... Quizás padecer enfermedades similares actuaba como una especie de imán para todos nosotros, pues, al fin y al cabo, nuestras “propias jaulas” transformaban aquel lugar en un zoológico multicultural, donde cada uno era un “rara avis” en peligrosa vía de extinción...
... No poder sentirse libre para desplegar las alas y volar, hacía que anidásemos por enfermedades afines, con independencia de edad, género o razón social. De tal forma que, al iniciarse el día, compartía los primeros humos con los más jóvenes del lugar, mientras la hora del café se dejaba caer entre historias y anécdotas de los más longevos, aunque la propia confusión de la noche nos entremezclaba al amparo del “fumadero”...
... “Crónicas M….” se erigía en una magnífica herramienta de interacción social, permitiéndome desarrollar un potencial comunicativo, hasta entonces, totalmente secreto para mí...
... Sin embargo, comprendí que tal habilidad se comportaba más como una necesidad de doblegar mis sufrimientos internos que como una auténtica destreza social, pues, por encima de todas las circunstancias, nunca había sido un animal social, sino un mero espectador de la realidad. ¿Cuánto me quedaba por aprender de la vida?...
... A pesar de todo ello, establecía raras conexiones con mis “compañeros de fatigas”, de los cuales me acordaba en mis permisos de fin de semana, lo que me llevaba a cuestionarme si sólo era capaz de codearme con seres humanos en mi mismo estado...
... Cada fase de mi depresión venía cargada de interrogantes que acrecentaban mis inseguridades. Nunca conté con gran número de colegas, ni tampoco destaqué en popularidad, pero, por el contrario, disfrutaba de una mano perenne de amistades...
... ¿Residía en esa cierta discapacidad parte del origen de mi dolencia mental?...
... La crispación me invadía ante cada actividad relacionada con las habilidades sociales. ¿Tan inútil ante los demás me presentó? Se me caía la baba ante la talentosa validez que demostraban algunos pacientes en este campo y, cuanto más quería absorber sus experiencias, más torpe, más obtuso me volvía...
... Ese halo envolvía con descarada frialdad el lado oscuro de mi alma y me hacía claudicar ante cualquier posible mejoría en el ánimo. Seguía sintiendo como el peso de mi propia “mierda” me revolvía con tremendo dolor, acurrucándome en el suelo y golpeando fieramente la pared con mis nudillos...
... Necesitaba “emborrachar” mis pensamientos, necesitaba “freír” mis sentimientos, necesitaba “aturdir” mis lágrimas...
... ¡¡¡Qué crueldad vivir entre columnas derruidas de mi existencia!!!...
Capítulo XXI de mi internamiento: RELACIONES CON OTRAS PERSONAS
"... I can only imagine what I will be like... when I walk by your side... I can only imagine what my eyes see... when your face is before me... I can only imagine... surrounded by your glory... what will my heart feel?... Will I dance for you, Jesus?... Or in awe of You be still?... Will I stand in your presence?... Or to my knees will I fall?... Will I sing hallelujah?... Will I be able to speak at all?... I can only imagine when that day comes... and I find myself standing in the sun... I can only imagine when all I will do... is forever, forever worship You... " ("I can only imagine" de Mercy Me)

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