Revista Diario

Capítulo XXIV: K

Publicado el 22 junio 2012 por Seles
Soy patético, realmente patético.Cuando llegué a mi casa empecé a pensar en lo que hice en el instituto. ¿Qué hice? El idiota, el imbécil, el neandertal… Todo eso y mucho más.Tenía que mejorar esos aspectos míos. Mi carácter estaba dando mucho por saco en mi vida, y hoy más que nunca.Me había centrado tanto en el dolor de las contusiones que me había producido mi hermano que ni me había fijado en mis reacciones con Vic. La había tratado de un modo demasiado bestia y cruel. Ella no tenía la culpa de todo lo que me estaba pasando, ni de mi estrés, ni nada. Lo único de lo que debía de sentirse culpable es de ser tan buena conmigo a pesar de todo, y tenerme loco por ella.No tenía nada más que lamentarse de eso.Hace como media hora llamé a su casa para dejarle el recado de que viniera. No estaba muy convencido de que quisiera venir, pero al menos debía intentar disculparme y tener todos mis sentimientos y mis actos en orden.Seguramente en estos momentos ella estará seguramente confundida, pensando que era estúpido y que primero actuaba de un modo y luego de otro. Y seguramente no me entendería ni aunque me explicara, porque era muy complicado. Ni yo mismo entendía estos cambios tan bruscos.Primero borde, luego pervertido, luego borde otra vez… ¿Por qué actuaba de esa manera? ¿No podía actuar de un modo normal como todos los chicos normales?Me estaba cansando…Me llamó mi madre para comer y bajé. Tuve un almuerzo bastante incómodo, porque ella me hacía preguntas sobre el instituto.-¿Cómo te has hecho eso?Me mordí el labio inferior, y empecé a pensar con velocidad una mentira creíble.-Tropecé… Estaba acercándome al lavabo para poder lavarme la cara y tropecé, simplemente. -La miré directamente a los ojos, intentando ser sincero.Pero por lo que podía leer en sus facciones no estaba muy convencida de ello. Enarcó una ceja y dio un leve golpe a la mesa.-Bueno, no me queda otra que tragarme esa mentira…-No es mentira mamá. -Repuse.Se levantó, y fue al fregadero para limpiar los platos que aun estaban sucios de la cena de anoche. Desvié la mirada y masqué lentamente el trozo de carne que me había llevado a la boca.Carne con puré de patatas. Una comida irónicamente original. Me sentía como lo que estaba comiendo: Por fuera duro como la carne y por dentro hecho papilla.Me quedé mirando el plato unos instantes, y recordé que aún no había llegado Christal del instituto.-¿Por qué no hemos esperado a la niña?-No hables así de tu hermana. -Se quejó mi madre. -Yo aún no he comido, pero te he escuchado hablar por teléfono y pensé que te querrías ir a la calle antes.Observé atónito la espalda de mi madre. ¿Tan considerada se estaba volviendo?-¿Por qué pensaste eso? ¿No crees que tengo cosas mejores que hacer como estudiar?Dejó el plato que estaba limpiando junto a la pila de platos limpios. Se giró y me miró, resoplando.-Cariño, últimamente estás encerrándote mucho en ti mismo, y en tu cuarto… ¿Ocurre algo?Negué con la cabeza, y sonreí con cierta falsedad.-¿Qué debería de pasar, mamá?Clavé mis ojos en los suyos, y no pudo sostenerme la mirada mucho rato. Se sentó con la cabeza agachada, y se quedó unos segundos en silencio, meditando.-Cielo… ¿Tienes problemas en la escuela?-No. -Dije tajante.Suspiró. Eso me decía que no se creería lo que le dijera, aunque fuese la verdad.-¿Y con Victoria?Cerré los ojos y suspiré. No sabía si catalogar eso como problema o como metedura de pata. Lo que sí sabía es que ella no era el motivo de mi mal genio ni de mi rabia.-No mamá.-No has reaccionado como si fuera eso verdad.La miré con seriedad, y apreté los dientes.-Ella no tiene nada que ver.-¿Seguro?-¡Te he dicho que no tiene nada que ver! -Grité, furioso.Mi madre me contempló, pálida. Respiré hondo y cerré los ojos con fuerza. Yo no era así, no era tan agresivo ni reacio. Podía ser borde, arisco, pero no violento. Esas cosas eran propias de… de…No quería ni recordar su nombre.Abrí lentamente los ojos, y vi que ella estaba seria y fría como el mármol. Eso no me daba buenas vibraciones.-Hijo… ¿Te has estado viendo con tu hermano?Se escuchó que la puerta se abría. Supuse que era mi hermana, pero no tuve fuerzas para pensar en ella.Había dado en el clavo.¿Era ese mi problema? ¿Por eso era así? ¿Porque estaba siendo exactamente igual que él?No. Yo no era como él, no podía serlo.-Mamá… -Susurró mi hermana.Pero la corté con mis palabras.-¡¡No soy un puto porreta como él!! -Me levanté de la silla con brusquedad, y miré a mi madre con furia.Sólo de pensar en mi hermano me entraba odio por el cuerpo. La rabia y el asco que sentía hacia él recorrían mis venas. Mi corazón empezó a bombear sangre con fuerza por la adrenalina que viajaba por mi ser.Tenía que pegarle a algo, a lo que fuera.Me fui corriendo de la cocina, dejando a mi madre y a mi hermana en ella. Deseaba con toda mi alma que no se les ocurriera subir a mi cuarto, porque no quería que me vieran así.Cerré de un portazo la puerta de mi habitación, y me puse a golpear la almohada. Al ver que eso no ahogaba mi furia, fui a la pared y le propiné seis o siete puñetazos y varias patadas.No quería ser como mi hermano. No quería que mi vida estuviera dominada por el alcohol, el sexo y la mala vida. No quería ser violento y reaccionar de esa forma tan cruel y estúpida. No era propio de mí. Yo no era así…¡No podía ser así!Caí de rodillas al suelo, y respiré hondo. Lo que debía de hacer era hablar con mi primo. Él era el que más sabía sobre el tema de mi hermano y el mío. Es la única persona en la que podía confiar ciegamente en este tema.Si le comentaba mi problema él intentaría ayudarme, y sabía qué debía de hacer para no volverme tan repulsivo como mi hermano Jared.No supe cuánto tiempo estuve así, meditando en el suelo, pero tuvo que ser bastante, porque oí que alguien golpeaba la puerta y decía:-Soy Vic, ¿se puede?Resoplé, cansado.-Un momento…Me levanté. Miré el cuadro en el que estaba abrazando a mi amiga y sentí que algo se revolvía en mi interior. No merecía tenerla como amiga, ni tener aquel cuadro que me animaba cuando estaba mal. Lo quité de la pared, y lo guardé en el armario, dudando de si volver a colgarlo o no.Abrí la puerta y me quedé mirando a Vic. No pude mostrarme simpático más que nada porque no tuve fuerzas para fingir felicidad.-¿Qué quieres?Se me quedó mirando, blanca. Recordé que fui yo quien la llamó y me puse mi mano vendada en la cara.-Joder, es verdad… que te llamé yo. PasaMe alejé de la puerta y me senté en mi cama, apoyando los codos en las rodillas. Vic cerró la puerta tras de sí, se acercó a mí y se sentó a mi lado. Se mordió el labio inferior, como dando de si hablar o no.-Bueno… ¿Estás bien?Me encogí de hombros.-Si te soy sincero, podría estar mejor.Nos quedamos unos minutos en silencio, sin saber qué decir. Me acerqué unos milímetros a ella, y le puse la mano que tenía vendada en la mejilla.-Lo siento, ¿vale?-No pienso aceptar tus disculpas así porque sí. -Fue cortante, muy cortante.Me reí a pesar de todo. Me merecía lo que me estaba diciendo, y lo acepté de buena gana. Me alejé un tanto y suspiré.-¿No piensas perdonarme? -Susurré mientras la contemplaba.Tenía los puños cerrados y la mirada perdida en algún punto del suelo. Negó enérgicamente y no dijo nada.-¿Ni aunque te diga por qué reaccioné así?Lentamente fue girando la cabeza hacia donde yo estaba, y me miró con tranquilidad mal fingida.-Si… Si me dices lo que te pasó… y es importante… sí.Me levanté, resuelto, y me puse frente a ella, con una leve sonrisa. Vic se me quedó mirando, y en sus ojos estaba clara la pregunta: “¿Qué vas a hacer, pervertido?”Me fui desabrochando lentamente la camisa, y me fijé en que cada vez se ponía más tensa.-Esto… K… no sé en qué estás…Me quité la camisa y la tiré al suelo. Dejé los brazos colgando, para que pudiera ver las contusiones bien.-… pensando. -Acabó la frase con un hilo de voz.-Esto es lo que me pasa. –Susurré, extendiendo bien mis brazos.Tenía dos o tres moratones por los brazos, y varias heridas algo superficiales que aún no habían cicatrizado. Mi cuerpo parecía salido de una atracción de feria de terror.-Co… ¿¡Cómo te has hecho eso!? –Su voz temblaba, a la vez que la elevaba más de lo que yo desearía.Le tapé la boca con una mano, frunciendo el ceño. Me puse un dedo de la mano queme quedaba libre en mis labios.-¡¡Shhh!! Te pueden oír. Y a saber qué pensarán si oyen esas frases tuyas tan bonitas…-Dije con sarcasmo.Me separé de ella, y asintió.-Lo siento, perdona…Cogí la camisa, con una leve sonrisa.-¿Prefieres seguir admirando mi torso o puedo ponerme la camisa?-K, no tiene gracia…Me senté a su lado, y pasé un brazo por sus hombros.-Por tu cara estabas pensando que quería hacer otra cosa. ¿Lo hubieras preferido?Me empujó, pero fue cuidadosa, porque fue muy suave su empujón. Se levantó y me observó.-¿Cómo te lo has hecho? -Susurró, dándome la espalda.-Me caí. -Dije, como si fuera evidente.-Mientes.-Lo sé.Se giró, y se cruzó de brazos. Por un momento pensé que iba a irse, pero se quedó en el sitio tal cual.-No puedo creer que seas tan… cínico.-Ni yo que seas tan impulsiva, pero bueno. Todos tenemos algo que ocultar. -Dejé bien claro con mi tono de voz que iba en doble sentido.Vic dio media vuelta, y me miró atónita.-¿Te oyes? Ahora estás de buenas conmigo, pero no sé cuando volverás a ser borde. ¿Qué te pasa?Me encogí de hombros.-Soy así.
-Mientes.-Lo sé. -Me callé unos segundos. -¿No te resulta esto familiar?
Resopló, y puso los ojos en blanco.-Ha sido una tontería venir aquí.Se acercó la puerta para marcharse. Me levanté y fui directo hacia ella. Cuando tenía ella la mano en el pomo, apoyé la mía en la puerta.-No vas a irte. -Pegué mi cuerpo al suyo.-Si sigues así gritaré.La abracé por la espalda. Fue un impulso que no pude resistir, y que por ahora no me arrepentía de haberlo hecho.Me acerqué a su oído, lentamente.-Victoria… sé que te estoy haciendo daño, pero entiéndeme… estoy yo muy confundido, y me están pasando cosas que no quiero que sepas por tu propio bien. Confío en ti, pero ahora no puedo meterte en mi vida tanto como quisiera… no quiero hacerte daño.Ella suspiró. Hizo fuerzas para separarse de mí, y la dejé. Clavó sus ojos en los míos. Los tenía llorosos.-K… cuando confíes realmente en mí… llámame, ¿vale? Porque… porque no. -Abrió la puerta, y se alejó de mí. -No puedo dejar que entres en mi vida cuando te de la gana y seas como te de la gana… -Se calló unos instantes. -Cuando confíes plenamente en mí, llámame.Cerró la puerta tras de sí, dejándome un mal sabor de boca.Suspiré hondamente. No podía decirle que Jared y yo seguíamos viendo, porque la conocía; lo buscaría y habría muchos problemas. Conociendo a ese miserable… Dios sabe qué cosas podrían hacerle a ella.Pero Vic no lo entendía, y era comprensible. Debía solucionar antes mi problema con mi hermano, y luego recuperarla como amiga… y conquistarla como algo más.

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