Revista Talentos

Carnavalescos que somos

Publicado el 11 febrero 2013 por Perropuka
Carnavalescos que somos¡Estos carnavales quién los inventaría!, reza el estribillo de una copla muy popular. La tradición dicta que durante estas festividades el todo vale es la norma. Tiempo de jaranas sin cuartel. Mandan los espíritus chacoteros y la sobriedad es feo defecto.  Reina la alegría exacerbada por la espuma bien surtida por las cervecerías que trabajan a toda máquina. El resto relaja los brazos y tonifica los músculos de las piernas para las maratónicas fiestas folclóricas. Para un pueblo encorsetado desde siempre por un destino implacable y mezquino, el carnaval pretende ser una válvula de escape. Una pausa relajada a la vida que corre deprisa. Un intento para disimular las miserias. Durante estos días, las penas duelen menos y se van bailando, dicen. 
Abierta la veda, la gente se cree que hay barra libre. Menudean las jovencitas haciendo el esperpento durante el publicitado Jueves de comadres para demostrar a los machos que ellas también pueden, darle a la mamadera del pico de una botella, hasta quedar con la mirada perdida en la nada. Mucho hemos avanzado por la equidad de género, aunque sea viciosamente hablando. 
Como si no fuera suficiente durante estos acontecimientos, observar el triste espectáculo de mayor número de borrachos por kilómetro cuadrado, aparecen las brigadas de salubridad repartiendo preservativos como caramelos, arrojándolos a la multitud apostada en las graderías, en previsión de que los peregrinos no solo aflojan la bragueta para obedecer al esfínter. Curiosamente, en estas fechas recrudecen los spots de distintas marcas. Tal parece que el año entero,  la jauría humana entra en periodo de abstinencia para despertar durante el carnaval. No será casual que rime con carnal, diría un arjoniano.
Puntualmente, he recopilado algunos hechos carnavalescos dignos de remarque. Que se produzcan durante estos días es pura coincidencia, considerando que vivimos tiempos de cambio, tiempos de transformaciones o el No tiempo, como les gusta llamar a sus profetas pachamámicos. En este país de fábula, como saben, los días sobrios y normales, los días de trabajo, van disminuyendo. A la larga lista de feriados religiosos y patrióticos, ahora se suman nuevos días ociosos por decreto, para celebrar los nuevos mitos de la plurinacionalidad. Como estamos en tiempos de reivindicaciones, ahora cada gremio, especialmente de la administración pública, se da el día libre por puro capricho, como si no bastara el Día del Trabajo. A este paso, hasta los sepultureros escogerán un día del calendario y pobre de aquel que se le ocurra morirse en esa fecha. 
Tarde libre se dieron los empleados municipales de la sede central, precisamente para agasajar a las mujeres de la alcaldía, cerrando las puertas de atención al público, a media semana, en las narices de la gente que fue a efectuar sus trámites. Porque se les ocurrió, así de improviso, trabajar horario continuo, como se hace en circunstancias excepcionales, determinando cabalmente que el festejo a las “comadres” reunía esa condición. Al contrario, el gobernador del departamento, atinadamente - estando todavía fresco el escándalo sexual de los asambleístas de Sucre-, prohibió que se efectuara cualquier celebración dentro de las oficinas de su jurisdicción, incluidas las tradicionales ch’allas(sahumerios) de carnaval.  Los de la alcaldía cochabambina, sin embargo, son celosos observantes de la autonomía concedida por ley. Como ejemplo, modélica postal ésta: cómo caerá a los habitantes de una ciudad de más de medio millón, que se dice moderna, ver que en plena plaza principal, un grupo de gendarmes municipales, introducía casi a hurtadillas varias ollas grandes de comida y bolsas negras, probablemente con bebidas, un jueves por la tarde en pleno horario de trabajo. Las oficinas ediles convertidas en comedores, so pretexto de cualquier cosa. 
Para reforzar la humildad y sencillez del hermano presidente, tal como les gusta remarcar a sus ministras cada vez que toca defenderlo, a algunos ínclitos patricios orureños no se les ocurrió algo más brillante que bautizar el nuevo aeropuerto internacional de Oruro, inaugurado estos días, con el nombre del mandatario. Cuánta zalamería, como si la obra fuera un milagro. Cuánta devoción por un ser de carne y hueso, a tal punto que, la Virgen del Socavón (patrona de Oruro) se habrá resentido por la competencia. Más culto al inculto, como apuntó un certero comentarista. Como si ignorásemos que las obras, edificaciones o proyectos son obligaciones naturales de todo gobernante, poco falta para que nos arrodillemos, mientras vamos hinchando la “humildad” de Su Excelencia, bautizando con su nombre desde olimpiadas estudiantiles, sedes sindicales, un puerto en un rio amazónico, escuelitas nuevas y promociones de bachilleres, hasta los ricachones que organizan premios automovilísticos en su honor. En treinta años de gobiernos democráticos nunca había visto tanta lisonja y agradecimiento perruno. A esto paso, pronto veremos estatuas por todo el territorio. Que así sea. Mansos, sumisos y agachados como nos gusta vivir. La bolivianidad en su máximo esplendor.
No podía faltar la nota de humor, que para otros es cosa seria. Por lo menos para el presidente de The Strongest, que preso de la ira maldijo hasta la quinta generación de quien haya puesto unas “mesas negras” dentro del complejo deportivo, aunque luego se disculpó bastante arrepentido. Preocupado por las malas vibras, encargó una misa solemne de sanación para conjurar la maldición. Casualidad o no, resulta que el equipo continúa penúltimo en la tabla a seis fechas de haber empezado el nuevo campeonato. Arrancar tan mal luego de haberse coronado tres campañas consecutivas, para el “equipo más fuerte”, no será cuestión de brujería ¿o sí?

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