Revista Literatura

Carta del señor Darcy

Publicado el 28 febrero 2017 por Kirdzhali @ovejabiennegra

Queridos lectores:

Carta del señor Darcy

Tristán e Isolda (verdadero romance) por Rogelio Egusquiza

¡Cuántas cosas se han dicho y se dirán sobre el amor! Tal vez todas se parecen y es que ya se ha dicho tanto…

Prefiero hablarles de las novelas de romance. Escogí el nombre sugerido por Guillermo Cabrera Infante porque novela rosa o novela romántica me suene a dislate.

Para mí, las novelas, hablen de amor o de muerte, se publican sobre papel blanco. Rara vez he visto alguna con hojas de colores diferentes.

Es verdad que las tapas, ahora especialmente, pasan del magenta al negro con la misma facilidad que un político deja de ser honesto para convertirse en corrupto. No creo, sin embargo, que los colores sean apropiados cuando se resume un contenido, toda vez que el rojo puede usarse tanto para simbolizar el amor como la muerte.

Por otro lado, la novela romántica es el nombre con el que los doctos doctores se refieren a la literatura escrita durante el periodo del Romanticismo, en los siglos dieciocho y diecinueve.

Si bien es cierto que las historias escritas durante este tiempo solían tener cargas poderosas de amores frustrados y pasiones incontrolables, no sería justo decir que los europeos nos pasamos setenta años escribiendo melodramas… como Jane Austen.

Pasadas estas precisiones antipáticas, tan naturales en alguien como yo, el señor Darcy, es correcto que definamos cuáles creo que son las características de una novela de romance:

Uno punto y raya: debe haber besos.

Carta del señor Darcy

Ni Jane Austen lo conoció…

Dos punto y raya: la historia debe estar centrada en dos personas dispuestas a enfrentar una serie de obstáculos para estar juntas. La idea es que el amor siempre se abre camino y el libro debe comprobarlo.

Tres punto y raya: hay un final feliz. ¿Si el amor no vence qué clase de amor es?

Cuatro punto y raya: siempre hay buenos y malos. Los malos pierden al final y los buenos triunfan, resumiéndose esta victoria en la recompensa de amor eterno, justo, leal, dulce, maravilloso, perfecto, etcétera, etcétera, etcétera.

Esta estructura puede sonar a cliché, pero tiene sentido. Incluso una misteriosa logia llamada Romance Writers of America ha escrito un canon que incluye ingredientes parecidos a los mencionados (se puede consultar en su página web).

La novela de romance se ha cruzado siempre con otras variedades como la ciencia ficción, el terror y el erotismo. Los resultados a veces se ven como Frankenstein o la loca del muelle de San Blas.

Imagínense los poderosos logros económicos que consigue una editorial mezclando naves espaciales, mundos destruidos, látigos, esposas de terciopelo y besos franceses.

Pero existen historias de amor que no siguen este esquema, me dirán ustedes. Es verdad, precisamente de esas quiero hablarles.

El amor no es tan fácil como decir “vine, vi y vencí”. Hay romances insatisfechos, rechazos, engaños… De manera que reducir una trama a un simple “inicio, nudo y final” es imposible.

Carta del señor Darcy

Cumbres borrascosas by Luis Buñuel

Para ejemplificarlo acaso podríamos recurrir a tres novelas muy diferentes, pese a que el amor es el eje más o menos explícito: Cumbres borrascosas, Fiesta y La invención de Morel.

En el primer libro tenemos la historia de un hombre que decide vengarse de las familias que lo rechazaron, incluida la de la mujer que amaba, pero que lo abandonó para casarse con otro. El odio es tan poderoso que alcanza no solo a su generación, sino a la siguiente.

La novela, con los años, se convirtió en una referencia de la literatura inglesa, sin embargo, al principio fue vista con escepticismo por los críticos, especialmente por su estructura, tan poco frecuente en los libros de aquella época.

Se trata de un relato que usa la técnica de la matrioska o caja china, es decir que una historia contiene a otra.

Hay elementos que hacen de esta novela una pieza muy original: la estructura, el tema del odio (capaz de destruir a varias generaciones) y el escenario.

Las descripciones de las tierras de Yokshire y el paralelo que hace entre su clima y los sentimientos de los personajes son propios de un pintor impresionista.

Por otro lado, Fiesta de Ernest Hemingway cuenta la historia de dos personas que se aman profundamente, pero se rehúsan a estar juntas.

Carta del señor Darcy

Hemingway optó por el título “The sun also rises” porque el sentido taurino de “Fiesta” no lo comprendería el público estadounidense.

Casi durante sesenta páginas, en las que nos hemos topado con un desfile de borrachos, prostitutas, toreros y soldados de la Primera Guerra Mundial, no tenemos la menor idea del porqué estos dos espíritus se frustran y se embriagan, pero no hacen el amor.

Después, se revela un secreto terrible, de la época de la Gran Guerra, que impedirá el triunfo del amor.

Él se resigna a amarla en silencio. Ella a buscar en otros hombres lo que perdió en él.

Ambos están condenados al fracaso.

La estructura de la novela es crucial. La técnica del “dato oculto” hace que una historia aparentemente trivial de expatriados estadounidenses en París se transforme en un drama opresivo y frustrante.

Por último, La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares es una novela de ciencia ficción, pero también de amor imposible.

Carta del señor Darcy

Bioy Casares era un entusiasta del cine. En esta novela se evidencia cuánto…

Al principio, el narrador – protagonista parece conducirnos a través de los derroteros de un relato fantástico hasta que aparecen una mujer y un rival perverso.

El héroe se empeña en salvarla, sin embargo, su abulia lo obliga a posponer cualquier acción.

Cuando finalmente decide intervenir se da cuenta de que es imposible porque la ciencia, Dios y el hombre están en su contra.

El descubrimiento lo transforma. El otrora cobarde “náufrago” se condena a una eternidad al lado de la mujer que ama. De ninguna manera, hay un triunfo del amor.

Solo el lector de la novela podrá comprender el sentido de este absurdo.

Bioy Casares era playboy, millonario y gran escritor. Tres cosas que yo, mister Darcy, jamás llegaré a ser.

Quizá en su carácter estaba la respuesta a la paradoja que nos plantean estas novelas: se puede tener a todos los amantes del mundo, mas, en la medida en que no sintamos la plenitud individualmente, siempre quedarán el vacío y la insatisfacción.


Archivado en: Crítica, Humor, Literatura, Opinión, Periodismo, Uncategorized Tagged: Adolfo Bioy Casares, amantes, Amor, amores, amores frustrados, Ciencia Ficción, Cumbres borrascosas, Darcy, Emily Brontë, Ernest Hemingway, escritor, Guillermo Cabrera Infante, Historia, Jane Austen, La invención de Morel, Literatura, literatura fantástica, Literatura Inglesa, matrioska, narración, novela, novela de romance, novela romántica, novelas, París, Playboy, Primera Guerra Mundial, Relato, Romance Writers of America, romanticismo, señor Darcy Carta del señor Darcy Carta del señor Darcy Carta del señor Darcy Carta del señor Darcy Carta del señor Darcy

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Kirdzhali 3091 veces
compartido
ver su blog

Revistas