En un apartado del bosque sucede un hecho extraño. Sus habitantes, cada mañana, esperan recibir cartas de sus vecinos. El viejo cartero miope, con su bicicleta y su gorra puesta, visita diariamente las casas de las familias de las ardillas, los conejos, los osos, los lirones, las ranas, las marmotas, del pájaro carpintero y hasta visita las flores donde habitan las mariposas, porque en ese rincón del mundo todos se relacionan a través de las epístolas.
Cartas en el bosque es un cuento emocionante que explica a los niños los conceptos de la amistad y de la solidaridad. Pero, sobre todo, el asunto más sustancial que plantea es la importancia de la comunicación en el grupo, pues el paso previo para confraternizar.
En esa parte del bosque, los pobladores se invitan, se piden disculpas por malas acciones cometidas, hacen ofrecimientos, solicitudes, proyectos, a través de las cartas que reciben y que supuestamente escriben, porque este cuento encierra un secreto que no desvelaré; sólo diré que las cartas existen y hasta el cartero una correspondencia recibe.
En Cartas en el bosque hay dos historias que suceden simultáneamente. Una tiene que ver con la actividad que desarrolla el cartero y la otra con las cartas que éste entrega de puerta en puerta.
Verdes intensos, rojos encendidos, ocres tostados, naranjas azafranados y azules acuarelados refuerzan el mensaje de esta narración, que cuenta con unas ilustraciones entrañables. Vivos colores visten el paisaje y a los personajes que en él habitan, vivos colores nos dan la bienvenida desde las guardas del libro hasta el final de la historia.
¡Ah!, algo más deseo resaltar: la mirada cálida y cercana de los moradores del bosque.
Cartas en el bosque está publicado por la editorial Cuento de Luz y está recomendado para niños de entre cuatro y siete años.
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