Revista Literatura

caso resuelto?

Publicado el 06 noviembre 2015 por Enletrasarte
Hace ya unos años, papá vivía y en ocasión de su cumpleaños setenta lo invité a tomar unas copas en el bar Sacachispas al que tantas veces fue a naufragar su sufrimiento en un vaso de vino.
Luego de algunos vasos del tinto jugo de uvas, le entró nostalgia de su "sérpica" trayectoria policial y me contó el caso más complejo que resolvió (creyó resolver decía él).
Resulta que un matrimonio de clase media alta tenía un hijo de unos seis años. En uno de esos "feriados largos" que llamamos a un fin de semana precedido o antecedido por un feriado, dejaron a su niño con la hermana de él que vivía en Sarandí del Yi.
Como quedaron solos, le dieron libre a la empleada doméstica.
Unos delincuentes vieron a la empleada con un niño -también de unos seis años- y sin planificarlo mucho, los raptaron.
A la mujer le pidieron el número telefónico de sus patrones, la que atemorizada y sin entender mucho de qué se trataba se los proporcionó sin más.
A la noche, el matrimonio estaba descansando frente a la estufa, viendo televisión, hasta que de pronto suena el teléfono.
El hombre atiende y escucha una voz distorcionada que le dice que tienen secuestrado a su hijo y tiene que conseguir cien mil dólares.
Con una sonrisa rara, pero tranquilizadora, cuelga el teléfono y le comenta a su mujer que era equivocado.-
Llega la noche y el hombre soportando una sensación de duda, llama a su hermana y pregunta por su hijo. Luego de ello, sintiéndose tranquilo, se dirige a su dormitorio.
Al día siguiente, el teléfono hace de despertador. El hombre atiende y es interrogado si ya consiguió el dinero. Con una maldición, corta.
Vuelve a sonar el teléfono.
Su esposa lo ve trastornado y pregunta: "quien es?"
El hombre le cuenta lo que está sucediendo, y le asegura que no atenderá más el teléfono.
Pasan las horas del sábado.
Al oscurecer oyen un fuerte ruido en la puerta. Tal como una pedrada.
El hombre mira por la ventana y no hay nadie, ni frente al zaguán ni el la vereda.
Abre la puerta y halla un dedo cortado con una nota: "si te hacés el bobo, le cortamos la mano"
Al ver la escena la mujer sufre una breve crisis nerviosa, hasta que algo más tranquila dice a su marido que avise a la policía.
No! contesta él, sintiéndose responsable de lo ocurrido y por no haber llamado al 911 cuando recibió la primer llamada.
Discuten, pero se impone el hombre.
El resto del día es un infierno, entre ansiedad, nervios y no menos de culpabilidad.
Pasan la insomne noche, sin hablar, en una espera extraña.
Suena el teléfono a la mañana y el hombre atiende: "Hola"
Unos segundos después le preguntan por el dinero y le dicen que vaya al jardín del fondo.
El hombre no pronuncia palabra, corta la llamada y se dirige al jardín.
Boca abajo yace su empleada con sus manos ensangrentadas a los lados del cuerpo.
Atónito no sabe cómo actuar.
Vuelve a la casa y su esposa en pleno ritual de llanto le confiesa que ya no puede más, que se va si no avisa a la policía.
Su resolución se basa en las llamadas y el dedo cortado, no sabe que en el fondo de su casa hay un cadáver.
El hombre cree que siempre tiene que tomar la iniciativa y convence a su mujer de viajar a Sarandí del Yi a la casa de su hermana, donde está su pequeño hijo.
Cuando ella se fue, el dueño de casa consigue una lona en el garaje y luego de envolver el cuerpo inerte de la empleada lo coloca en la valija de su auto.
Va al jardín y corta el pasto con a intención de no dejar rastros que allí había alguien muerto.
Encuentra una lezna cubierta de sangre, la limpia y la guarda en su bolsillo.
Se deshace del pasto, hojas y ramas que produjeron la rastrillada del jardín.
A la noche, sale en su auto.
Al llegar al Arroyo Carrasco aparca y se dispone a tirar el cuerpo al arroyo.
Mi padre tenía guardia ese domingo y patrullaba la zona.
Detiene al hombre que admite que estaba por tirar a la extinta mujer desde el puente.
Lo interrogan en la Comisaría y lo que dice el hombre es absurdo para la policía.
El lunes mi padre y otro oficial visitan a la esposa del detenido.
Los atiende junto a un niño pequeño, de unos seis años aproximadamente que tenía una mano vendada.
Ella responde las preguntas que le hicieron y dejó claro que su esposo había salido el "feriado largo" y no sabía en qué estaba.
Le preguntan por las llamadas de los supuestos secuestradores, del dedo cortado y la nota, pero ella dice desconocer todo eso.
Pasaron los años, el hombre apresado "in fraganti" fue condenado a treinta años de penitenciería, pero mi padre conservaba la lezna y cierto grado de aceptación de aquella ridícula confesión del secuestro.
Para mi son coincidencias, la mano vendada del niño no signica que le faltaba un dedo, la heridas que mató a la empleada eran de un arma de fuego y no de la lezna y el registro de llamadas confirmaba que alguien había llamado desde un teléfono público las veces que el hombre había dicho.
Pero pese a todo, creo que fue él y papá hizo su mejor arresto.


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