Cerrado por reformas… (i)

La vida es un proceso de aprendizaje contínuo. No hay maestros ni alumnos, cada uno de nosotros aprende alternando ambos papeles con los demás. Y tenemos toda la vida para obtener ese prestigioso y esperado Máster en la Vida! Pero es verdad que, en ciertos momentos de ella, nos da la sensación de que necesitamos cerrar la puerta y ponernos manos a la obra, encerrados en nosotros mismos. No obstante, te advierto que solo se aprende de la vida viviéndola, sin apearse de ella. En el mundo de las empresas a eso le llaman “formación contínua“. Y, para colmo de males, el Máster de la Vida dura, como su nombre indica, toda una vida, no hay atajo, ni maestro, ni chuleta posibles.

Te lo digo por experiencia! Me he pasado más de media vida cerrándome en mí mismo, en busca, valga la redundancia, de mí mismo! Me cerraba con mis escritos, mis lecturas, mi silencio, mi música y mis momentos de relajación paseando, en una vida plácida, privada, pero clandestina! Cuando salía de mi voluntario encierro, me calzaba mi mejor sonrisa y simpatía y salía a la calle preparado para resultar ileso! Pero, con los años me dí cuenta de que el fruto de esos momentos de soledad creativa -como me gustaba llamarles- eran unos conceptos, teorías y argumentos mentales, más teóricos que prácticos, apenas me servían para sentirme satisfecho conmigo mismo y que no me ayudaban a vivir el mundo real que habitaba. Solo me servían en mi mundo de ilusión y de sueños, que por entonces habitaba en soledad, pero con orgullo. Incluso recuerdo haber acuñado frases y sentencias que utilizaba, año tras año y a menudo, pero que, con el tiempo, ya no me eran válidos para mí mismo, ni siquiera para describir lo que realmente vivía y sentía!

Como un diccionario de la Real Academía, fruto del estudio concienzudo y científico, las palabras deben salir a la calle para ser utilizadas con propiedad, aceptadas y, si es necesario, adaptarlas a la realidad continuamente cambiante! Así, mis ideas del periodo más fructifero en mis años jóvenes, en el que construí mi presuntamente eterna escala de valores, les bastó el contraste con la realidad de mis emociones y experiencias para quedar obsoletas o inservibles, en un breve instante! A veces bastaba una fugaz mirada cómplice para dejarme desarmado ante un sentimiento no previsto ni incluído en mi esquema rígido de valores! Y es que, como suele pasar, la realidad supera la ficción, con creces y casi siempre!

Y es que esa escala de valores, no era más que el resultado de una introspección mental sobre las cuestiones esenciales de la vida! Elaboradas, sí, pero meras conjeturas de una imagen del mundo que, una vez fijada, ya salía movida, pues la vida cambia a cada instante! Y tanto esfuerzo y soledad -no siempre cómoda y a ratos dura- quedaban fuera de juego en mi vida, ante el menor percance! Pero, lo que es peor, me costaba reconocer su inutilidad o lo fugaz de su validez! Algo no previsto, algo fuera de mi entonces rígido guión de vida disolvían en un “plis-plas” muchas horas de insomnio y de duro trabajo conmigo mismo! Llegué a ser tan rígido que, lo que no incluía en mis teorías sobre la vida, lo excluía directamente de ella! Ni que decir tiene que eso me hizo duro, intransigente e inflexible con mi vida y lo que en ella vivía! No podía permitirme ciertos desmanes o improvisaciones que atentaran contra mi y me sentía amenazado o contra mi escala de valores perfectamente definidos y, como tales, limitados por mi mente obtusa y restrictiva! Y así, sin saberlo, mi libertad, mi amor y felicidad verdaderos no cabían en mi vida y, por tanto, estaban en entredicho…

Continuará…

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