Revista Talentos

Cochabamba a todo cohete

Publicado el 13 septiembre 2014 por Perropuka

Cochabamba a todo cohete

Tanta es nuestra fama de glotones que desde el lejano sur vinieron a homenajearnos


Son cerca de las doce de la noche cuando comienzo este texto. Por fin ha amainado el molesto tronar de los petardos y fuegos artificiales, esporádicamente se oyen todavía algunos a la distancia. Desde hace más de dos horas, el barrio en que vivo ha sido azotado por una seguidilla de explosiones a color, más estruendo que otra cosa, como todos los artificios chinos. Como acá cerca está una de las subalcaldías, sospeché que era cosa de ellos tal cual acostumbran en cada verbena popular que montan para seguir despilfarrando el dinero de los ciudadanos. Salí a la terraza para tener certeza de dónde se celebraban los acontecimientos: los fogonazos se sucedían en todas partes, cien o doscientos metros a la redonda, tal como evidenciaba la lluvia de estrellitas multicolores. 
Es viernes y estamos a dos días de otro aniversario departamental y, sin embargo, la fiesta ya ha comenzado por lo que pude deducir, ya que no hay ninguna festividad religiosa a la vista. Mucha razón tiene un paisano cuando afirma que Bolivia --por lo menos, podemos dar fe de esta ciudad-- se ha convertido en una jungla de monos festivos y encima abusivos.  Prácticamente no hay fecha cívica, religiosa, cultural, política, en que no falte la terrible algarabía de los cohetes. Antes era solo asunto de celebraciones deportivas y sobre todo de protestas sociales, mayormente de día. Hoy, hasta por los cumpleaños o fiestas de amigos se hace retumbar el cielo, incluso a medianoche para mayor descaro. No falta algún padre que celebra los quince años de su hija a ruido de amplificaciones salpicado con fuegos artificiales para presumir ante la vecindad que la nena acaba de hacerse mujer, pinche iluso que no se ha enterado de que algún compañerito de clase quizá ya la ha desflorado.  Con o sin motivo, siempre hay algún imbécil que jode la tranquilidad de la noche, basta que uno encienda la mecha para que otros tomen la posta como en un efecto dominó. Hay gente que guarda en casa estos explosivos por pura afición a la espera de cualquier evento, incluso en la noche de San Juan dejan que sus hijos pequeños sean los encargados de encenderlos, luego ocurren accidentes con quemaduras o voladura de dedos. Y hay que verlos lloriquear en la tele por ayuda de sus hijitos. El que con fuego juega que se atenga a las consecuencias. Puto mundo de pirómanos y fiestacohetillos.
Este es un retorcido país cuya mayor vocación es dispararse continuamente al pie. Siempre peleado con la productividad, cualquier aniversario es motivo de agasajo, fanfarria y desfile a todo trapo. Desde ayer jueves, empezaron a trastornar la normalidad con la llegada de bandas de guerra colegiales para el patriótico Concurso Nacional de Bandas que se efectúa cada año en el estadio, y que como ensayo o preludio, no tienen otra ocurrencia que apoderarse de alguna avenida para hacer alguna demostración de su ociosidad artística. A su ritmo cansino, los automovilistas se suman al coro pegando bocinazos, desatándose otra vez la selva. En eso andan nuestros chavales, esmerándose por mostrar pierna las chicas y dando lata a todo pulmón el resto. “Tenemos banda de guerra” anuncia la publicidad de algún colegio como si fuera el pináculo del prestigio. Así nos gusta fomentar el patrioterismo de nuestra juventud antes que inculcar amor por los estudios, la ciencia y las artes. La excelencia académica es cosa de ñoños y ser integrante de la banda es cool. Con todo orgullo imitamos lo más frívolo de Yanquilandia pero de manera más burda. Hoy tuve que hacer peripecias para llegar a casa, porque los colegios de la zona suspendieron sus actividades y sacaron sus estandartes a la calle. El sábado se viene lo grueso del desfile escolar con todo el centro de la ciudad paralizado como en una fiesta folclórica pero con aire marcial. El domingo saldrán a marchar los empleados públicos, los sindicatos, las asociaciones, los clubes y todo aquel que se sienta feliz de ser cochabambino, presentando sus respetos al palco oficial donde seguramente estarán el caudillo y toda su corte parasitaria de adulones. Se traslada el feriado al día lunes según resolución del laborioso jefe departamental del Trabajo, para que todos puedan descansar del tremendo sacrificio. 
Hace unas horas, en una entrevista televisiva, el gobernador, con esa candidez de pollito recién salido del cascarón que le caracteriza, anunciaba pletórico los grandes “regalos para Cochabamba” con motivo de las fiestas regionales. Aseguraba, entre otras cosas, la construcción inminente de una fábrica de procesamiento de estevia, con una millonaria inversión. Como para bailar de cabeza, como si el mundo estuviese urgido de reemplazar su azúcar de toda la vida, encima de que no existe ni cultivo considerable de esa planta alternativa, si por lo menos prometieran que es para sustituir las plantaciones de coca yo sería el primero en aplaudir. Nos vienen con ingenuas industrializaciones como la cacareada exportación de chía, miel de abeja y otras edulcoradas noticias. ¿Sabían que en Cochabamba se está terminando de construir una costosísima escuela naval del ejército en una laguna que sólo en temporada de lluvias llena su capacidad y a veces ni eso? Seguramente harán sus prácticas a lo Baywatch en simuladores computarizados, ya que el caudal solo da para practicar remo o para usar lanchas minúsculas, olvídense de esquí acuático, mucho menos de simulacros de batallas navales. Como si en el oriente no hubiera suficientes ríos caudalosos.
Concluyó nuestro ilustre gobernador con la promesa de ampliación a doble vía de la carretera al Valle Alto, que no sería tan generosa para los habitantes de esas tierras sino fuera porque a unos treinta kilómetros de la ciudad se está construyendo la sede del Parlamento de la Unasur, una fulgurante mega-obra con adornos andinos que seguramente será la envidia de la Bruselas europea. Otro proyecto megalomaníaco que llenará su aforo en ocasión de las cumbres, charlas, seminarios y otros viajes de turismo político a los que son muy afectos los gobernantes y sus ejércitos de burócratas de la región sudamericana. Como siempre, nuestro país corre con los gastos gruesos (por lo menos $us 64 millones) porque ni Dilma, Cristina o el orate de Maduro estarán tan dispuestos a vaciar los bolsillos. Así quieren que despegue la economía cochabambina después de conocerse que en menos de diez años ha caído de un segundo lugar al quinto (del total de nueve departamentos) en cuanto a crecimiento e inversión pública se refiere. Ya ven, si es como para tirar cohetes.
 

Cochabamba a todo cohete

Maqueta de la sede de la Unasur



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