Revista Diario

Colores

Publicado el 16 enero 2012 por Mamenod

COLORESHoy ha amanecido lloviendo en Cádiz.A mí no me gusta la lluvia. Me doy cuenta en días así cuántollevan de razón los profesionales de la psicología que nos hablan del poder dela mente. Porque es verdad que a pesar de que los golpes se los lleva el corazón,en el fondo, aunque no queramos, es el cerebro el que le dice a la razón dóndele duele.Creo que la lluvia se me metió en el pozo de las cosas malasun día de noviembre de hace mucho, cuando la infancia no me dejaba entender demuerte ni de luto, y asocio desde aquel día, el gris de la mañana con latristeza y la sorpresa de la pérdida repentina.En cambio, hay colores que son capaces de devolverme, derepente, la alegría, como el rojo que huele a fiesta o el blanco de los eventosimportantes. Esos son maravillosos porque sacan de mí el lado activo que medevuelve la vida, y me esconden la rutina con un repiqueteo de campanas que anuncianreunión familiar, rato agradable, señal de calendario y de glamour.También está el amarillo clarito de la nostalgia. Ese es unsentimiento complicado porque siempre me sabe agridulce. Por una parte es unrecuerdo, las más de las veces bonito, porque la mente siempre guarda lo buenopara nosotros y el cerebro viene de serie con una criba de malos momentos, seguramentepuesta ahí con la única condición de sacar de la salsa los restos de cebolladel refrito; aunque a veces te deja ese toque triste de la melancolía queanuncia que ya no hay vuelta atrás, y que aquello que viviste dejó de ser igualpara siempre. Ese es el tono que me devuelve a mis hijos de bebé, una bañerapequeña y unos patucos de lana.Supongo que a estas alturas de la perorata, los que todavíahabéis conseguido vencer la pereza de la lectura, estaréis pensando en vuestrospropias tonalidades de sentimientos que, curiosamente, no coincidirán en nadacon las mías. El mismo día de lluvia que para mí es el gris de la desolación,para alguno será el olor de una patria  queañora y me temo que el blanco del día señalado, puede ser también el comienzodel desastre.Al final, los seres humanos no somos tan iguales como nosquieren hacer que parezca y el arco iris de cada cual, que ha sido dibujado conel esfuerzo, las ilusiones y las desesperanzas no puede ser observado, evaluado,ni siquiera vulnerado por nadie más que por uno mismo. Puede ser que ahí residael germen de los odios y el comienzo de las guerras, en esas pinceladasinteriores que cada cual ve de distintos tonos. Por eso es necesario hacer un ejercicio de buena voluntad devez en cuando, mirar a través del caleidoscopio casero que mezcla los colores ypermitir a los demás sentir verde cuando tú lo ves negro.Mi color preferido es el azul. En sus distintos tonos serefleja el mar de mi tierra en verano, y el calor me hace sentirme bien.¡Anda! Contadme vosotros algo ¿cuál es vuestro color?
COLORES
Mirando  la vida a través de los colores de un caleidoscopio


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