Revista Diario

¿Cómo se puede ser machista con semejante par de tetas?

Publicado el 14 febrero 2011 por Julio
Desde el primer momento supo que es lo que debía hacer, dar media vuelta y marchar antes de que las cosas se complicaran, pero ella no era así, no podía dejar las cosas a medias, sobre todo cuando algo tan injusto le encendía, se convertía en una fiera que lucha por salir de la jaula, vehemente, tenaz y muy ágil, nadie nunca logra quitarle la razón, siempre tiene algún camino, un truco para llevarse el gato al agua aunque ella sepa que no tiene razón. Resulta convincente hasta en la defensa de las ideas más indefendibles, más repugnantes, todo el mundo acaba convencido ante la sorpresa de ella, que muchas veces piensa que debe de cambiar de amistades por otros con un poco más de criterio personal.

Hoy le ha costado respirar hondo para que la fiera no se abalanzara sobre las cabezas de sus dos amigas. Le apetece escupirlas, insultarlas y arañarles la cara, pero les ha mirado fijamente y ha hecho  un amago de coger el abrigo y largarse antes de saltar el muro que le separa de la mala educación. Con el abrigo en la mano ha pensado que ella no es la que debería callarse y las ha mirado con lástima mientras ordenaba las palabras en su cabeza. -¿Alejandra por qué nos miras así? ¿Hemos dicho algo que te ha importunado? -No es lo que has dicho, es que de verdad crees en lo que has dicho,  hace un momento estábamos hablando tan tranquilamente de Sofía, nuestra amiga, aunque ahora ya no lo sé si de vosotras dos. Hablábamos de lo duro que es su vida en estos momentos, los dos hijos pequeños y el nuevo trabajo tan alejado de casa y habéis acabado chismorreando de los posibles escarceos de su marido, no lo soporto, pero eso no es lo peor, tú Laura, dices que tienes la certeza que su marido se ha acostado con tu amiga Inma, una actitud reprochable la de su marido y la tuya por estar desvelando posibles errores que pueden hacer mucho daño, repito, a nuestra amiga Sofía. No contentas de estar riéndoos de la pobre situación que se le viene encima a Sofía, tú Sara, has rematado la reprochable conversación con un, y repito textualmente: “Pero eso se veía venir, que espera una mujer que se aleja de su marido para estar trabajando en otra ciudad, si por las noches no le da movimiento lo tendrá que buscar en otro lugar“.  La verdad, no sé por dónde empezar. Primero Sara, las mujeres no somos ningún lugar, Laura, no deberías admitir que insulte así a tu amiga Inma, de ser cierto o no, es una mujer, no el lugar para que un hombre descargue engañando a su mujer. Segundo querida, das por hecho que una mujer no puede ser independiente y tener éxito en su trabajo, no lo has dejado claro pero sé leer entre líneas, para ti las mujeres deberían estar junto a sus maridos y no pueden desarrollar su vida profesional sin antes dar millones de explicaciones y sufrir duras consecuencias, una de ellas, que sus amigas la puedan despellejar. Y tercero, ¿De verdad piensas que una mujer sólo esta para satisfacer a su marido? Ya no piensan en una relación conjunta, no, para ti, el papel de la mujer es satisfacer a su marido todas las noches, no a sí misma, o a los dos, que es lo más natural, y lo que es lo que más me ha puesto de los nervios, es que justificas que un hombre se acueste con otra mujer que no es la suya por el simple hecho de que ésta no puede satisfacerle por aceptar un buen trabajo. En fin, creía que vivía en un mundo machista, pero no pensaba que me lo iba a encontrar así a la cara mientras tomo un café con dos amigas de toda la vida, con dos mujeres de la “vida moderna”. Alejandra aún con la ira encendiendo sus entrañas, se levanta lentamente y coge el abrigo, le gustaría saltar y darla una bofetada a cada una, gritarles “¡Despertar!”, explicarlas que el mayor problema del machismo es el que nace de la propia mujer, que si una mujer ya siente que está por debajo de los derechos y deseos del hombre, ¿con qué criterio se va a defender de un acto machista? Le gustaría explicarlas que están confundidas, que ese camino no sólo les hace daño a ellas mismas sino a todas las mujeres, que no se puede ser enemigo de uno mismo, que abran los ojos, tantas cosas les diría pero sabe que no va a ser posible cambiar algo que ya está tatuado en la personalidad desde pequeñas. Por eso, se muerde la lengua hasta hacerse sangre y cierra los ojos, no quiere ver la triste realidad que el café le ha traído esta tarde, no quiere pensar que todas son así, al menos ella no, y por eso, abandona el café, con la mirada alta y sabiendo que su postura es la correcta, que hoy no ha tenido que inventarse ninguna explicación, hoy es la lógica, la realidad de la vida la que ha guiado sus palabras. Justo antes de salir, recuerda la frase de una película que ha visto recientemente y describe bien la situación:¿Cómo se puede ser  machista con semejante par de tetas? 


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