Revista Diario

Compañero de Viaje:

Publicado el 22 agosto 2018 por Lauraps

Compañero de Viaje:
Estaba sentado en la barra con una cerveza en la mano, mirándola fijamente, mientras recordaba aquellas noches de borrachera que ambos solíamos tener. Volvíamos atrás entre recuerdos, entre miradas al pasado y un sinfín de bromas que tan solo nosotros comprendíamos. Eras mi único amigo en esta ciudad de locos y quizá, yo también lo fui.Aunque nuestro mundo se acabara, siempre volvíamos al mismo bar a tomarnos una cerveza, a olvidar nuestros males mayores y a animarnos con palabras de consuelo. Era como si todo fuera a converger en una conversación, en cualquiera que tuviéramos. Nunca he entendido las relaciones sociales pero nosotros teníamos algo especial, con la cerveza que se permitiera beber.Entre trago y trago, nos contábamos tantas cosas que sería incapaz de recordarlas, mi día a día era un desastre tras otro y tú eras el único que me comprendía. En muchas ocasiones, eras un capullo integral pero ahora, sigo esperando que te sientes en el taburete de al lado, que cojas tu jarra de cerveza y brindes conmigo. Desde que te fuiste todo se ha vuelto tan diferente que no sé muy bien si beber solo es un hábito sano o me estoy volviendo totalmente loco.No sé ni siquiera si puedes oírme o no, si la muerte te ha tratado como es debido pero brindo por nuestra amistad. Puedo contarte que tu ex mujer lloró en tu funeral, podríamos reírnos por tal signo de debilidad hacia ti, teniendo en cuenta que te odiaba. No te rendiste con ella, quisiste llegar hasta el final y, al menos, el tuyo lo fue...Sigo pidiéndote la jarra de cerveza en el mismo bar, no sé si por añoranza o porque no imagino tener con otra persona esos monólogos que tanto me atormentaban y que tan solo podía mantener contigo. Es difícil mirar a mi lado y no ver a nadie, contemplar el gran vacío que dejaste aunque nadie más lo notase. ¿A quién voy a contarle mis penas ahora? ¿A una triste cerveza que no entiende lo que digo y que ni siquiera puede darme consejos? No me convence.Vestías horrible, no tenías el sentido de formalidad, pillabas lo primero que veías en el armario y venías al bar como si tal cosa y yo, ni siquiera podía mirarte, con aquellas pintas era difícil que no llamaras la atención. Siempre me llamabas pijo, nunca nos entendimos y nuestra salida de tiendas terminó siendo un fracaso, tú y la ropa de marca siempre os terminasteis odiando. Cuántos recuerdos, conversaba más contigo que con mi mujer, al menos tú tenías cierto sentido del humor y del orden...Eres alguien a quién recordar sentado justo a mi lado, aunque transparente, inexistente a ojos humanos pero vivo en mi interior. Cualquiera hubiera dicho que nuestra relación daba un poco de miedo, tal vez, era incomprensible pero sabíamos las palabras que compartíamos. Y ahora, tras ver los papeles de divorcio de Martha encima de la mesa del salón para que los firme, echo de menos una conversación con mi gran amigo, el que me guiaría por el buen camino y me dejaría su hombro para que llorara con total libertad. Justo ahora te necesito, justo cuando ya no estás... Nos volveremos a ver algún día, estoy seguro. 

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