Revista Talentos

Condena

Publicado el 07 enero 2016 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
CondenaTito es zurdito y pintón, varios clubes habían preguntado por él a su padre, que sin embargo parecía más interesado en que juegue con los muchachos y estudie. Jugador de todos los tiempos, de pase fino, puntas de pie y pegada certera, despertaba el suspiro de los viejos , de los compañeros, de los rivales y también de las damas que a esa edad le dan mucha importancia a la destreza deportiva  sea en fútbol en quemados o mancha. Tito aún tiene vicios de la edad como hacer una de más o escatimar un pase claro,  si no los tuviera sería extraterrestre, ya que como bien se sabe en las plateas de los clubes todos los jugadores tienen defectos.

Pero en el fútbol, como en la vida, la suerte juega un papel importante. Una tarde lluviosa de esas en que la pelota se empantana en un charco y un grupo de no menos de 5 jugadores lucha por sacarla, la suerte iba a empezar a jugar en la vida de Tito. El partido es contra pibes de otro barrio, bah de unas cuadras más allá, bien podrían jugar en el mismo team capricho de la niñez los lìmites barriales. La base de los equipos casi siempre se mantenía. De un lado: Pela, Colo, Gordo, Celeste, Virulana, Firulete, Petardo y Tito; del otro Gonchi, Canario, Chino, Perro , Pelè, Negro y otro Negro, los demás para completar los once eran de esos anónimos que nunca faltan cuando los fijos fallan. Quedan quince minutos de luz, el partido está igualado y la rotación de arqueros le tocaba a Tito, a quien, por lo general, exceptuaban de este martirio.A pesar de intentar pasar por tonto y mandar a un anónimo, tito terminó en el arco. Un intempestivo desborde por punta derecha del Canario, centro atrás, débil disparo del Chino y gol de los rivales. Apareció el grito incriminador  “se lo dejó hacer”, condenando a Tito a repetir el turno. El Pela saca del medio, la pelota luego de unos rebotes le cae a virulana que con un tiro rasante anota el empate agónico. Falta poco para el final, ambos equipos derrochan tensión, no es un partido más, es un partido con mucha lluvia, lo que lo hace épico e histórico. El trámite es desordenado, Tito está impaciente, no sabe si sus ganas de salir del arco son mayores a las de ganar el partido o viceversa.Un rechazo cae cerca del área del rival, cabezazo de un anónimo y gol del equipo de Tito, todos celebran con el anónimo, la victoria es casi un hecho. Última jugada, Pelé deja a dos en el camino, las piernas ya no responden y se hace lo que se puede por defender, la visual es casi nula. Un negro toma el pase y habilita al perro para el gol, está mano a mano con Tito que, inexperto, no sale de la línea del arco. Perro remata entrando al área, la pelota pega en el árbol y sale despedida hacia la calle. Hay alguna protesta pero la mayoría coincide en que el partido está terminado, por falta de luz y por presión de algunas madres que exigían la vuelta a casa. Equipo que gana no se toca, los anónimos se fueron volviendo fijos y adquirieron nombre, Lucas, Rebenque, Sugus. Tito siguió en el arco con gran éxito, de pronto al equipo casi ni le pateaban al arco y si lo hacían los disparos eran desviados. El equipo mantuvo el arco en cero en varios matches seguidos, Tito no saliò del arco, sus compañeros casi que olvidaron sus dotes y los rivales estaban absortos ante la fuerza de un equipo que se daba el lujo de tener semejante jugador guardado. La fama del equipo fue creciendo, anduvieron por otras barriadas lejanas, siempre con el arco en cero y Tito de arquero. Periodistas locales se interesaron en la historia escribiendo notas donde la figura era el equipo, el grupo, la unión, hasta alguna prosa iluminada llegó a decir que podría estar un cono en el arco y todo seria igual.Con el tiempo algunos chicos se fueron mudando, otros se interesaron más en las mujeres y de a poco el equipo dejó de jugar. Tito no se entristeció demasiado con la disolución del equipo, se le diò por la lectura y la adolescencia lo maltrató deformando su fisonomía haciendo que se encierre en su pieza mucho tiempo. Leyò a Flaubert, Salgari, Stevenson, Bioy. Su buena performance en el secundario le valiò el mote de promesa, de poder ser el primer profesional de la familia, de que le llamen  licenciado o doctor. El amor lo alejó de las utopías y lo acercó a la olla del día a día. Consiguió un trabajo razonable en una oficina con otros infelices de comida en tupper. Se mudó del barrio con Oriana, chica bien que no conocía el olor del agua estancada en el cordón de la vereda. Poco a poco se fue olvidando de sus amigos, de sus padres y vecinos, engordó y dejó de soñar.Pasaron demasiados años para que el mitico equipo se vuelva a juntar, movidos por un llamado uno de los muchachos del equipo, con algunos fue más fácil, seguían en casa de sus padres, otros habían muerto, otros ya no eran hombres. Tito acudió al convite en una cancha paga, nada que ver con las plazas de antaño. Viejos chistes, estados físicos vergonzosos. Esta vez a Toti no le tocó atajar, uno de los muchachos con problemas de meniscos pidió empezar al arco. 

Las piernas de nuestro muchacho temblaban y el partido comenzò. Hubo algunos pases al vacío en vano, pelotas que se fueron al lateral por imprecisión, caídas al intentar pisar la pelota. Tito no entró en juego, apenas algún pase corto, siempre estaba mal parado, donde estaba él, no estaba la pelota. Una falta torpe del equipo rival dejó un tiro libre muy cerca del área, Tito tomó la pelota dejando la vergüenza atrás. Con poca carrera, hundió su zapatilla bien en la base de la pelota tirando el cuerpo levemente hacia atrás y abriendo los brazos, la barrera estaba más preocupada en cuidar sus partes blandas que en detener el tiro del otrora crack. El balón se elevó majestuosamente ante la mirada de todos, hasta del arquero quien quiso ensayar una volada inútil, ni teniendo alas podría alcanzar el ángulo derecho donde se coló el esférico. La sonrisa de Tito fue acompañada por abrazos con olor a traspiraciòn y alguna tocadita de culo, el zurdo festejó solo con un revoleo del brazo al aire como festejan los que saben. En un gesto de soberbia poetica pidió entrar al arco, despidièndose así del fútbol para siempre. La valla terminó en cero, pero sospecho que fue más por impericia de los players que por la maldiciòn que tenìa Tito. El equipo no se juntò nunca màs y estuvo bien.

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