Revista Talentos

Confesiones en su espalda

Publicado el 09 octubre 2016 por Aidadelpozo

"En nada creo, solo en ti.

Y aquí lo escribo,

en esta piel que adoro,

madura y suave,

que huele tan bien

y que sabe aún mejor.

No pensé escribir

en sobre otro lugar

que no fuera este maravilloso lienzo

y aquí estoy, en esta cama,

escribiendo nuestra historia,

que no es otra que la de amarte y no creer

que esto pudiese sucederme.

Cuando el agua

Caiga sobre tu piel,

después de haber hecho el amor de nuevo,

todo esta confesión se habrá borrado,

Pero, princesa, quiero que sepas,

que en mí, nada de esto se borrará jamás."

Dibujé esas palabras en su espalda, mientras ella reía y decía que le hacía cosquillas con el bolígrafo. Sobra la cama de la habitación del hotel, Sara dejaba que pintase sobre su piel lo que creía que eran garabatos. Eso le dije que iba a hacer y eso creyó que yo hacía. Pero lo que en realidad estaba haciendo era escribir lo que nunca me había atrevido a decirle. Yo tenía familia y responsabilidades, tenía miedos, tenías sombras y dudas. Y, últimamente, a todo aquel caos, se había unido el trabajo que me mataba lentamente.

Entré en un círculo sin tiempo, sin poder delimitar un tiempo para dedicarlo a ser feliz, un espacio para mí, en el que ella tenía cabida y en el que los dos podíamos soñar. Pero Sara nunca se quejaba; a veces sonreía, a veces no..., pero jamás me demandaba más tiempo ni sus ojos reprochaban.

Ese día se dejó hacer garabatos en la espalda. Ese día yo estaba muy cansado. Ese día yo quería decirle algo y decidí escribir en su espalda lo que no me atrevía a decirle mirándola a los ojos. Me daba miedo prometer algo que no quizás nunca podría cumplir, pese a que deseaba prometerlo y, sobre todo, cumplirlo. Así que por eso escribí esas palabras en su espalda, a sabiendas de que cuando se duchara, se borrarían.

Después de hacer el amor de nuevo, ella se fue al baño para ducharse. Le hice jurar que no se miraría en el espejo, intentando ver qué había dibujado, y lo prometió. Sé que cumplió su promesa porque cuando regresó a la habitación, en su mirada no había esperanza, ni tristeza, ni felicidad, ni nada diferente a cuando se había ido al baño. Ella seguía igual: hermosa, amada, mi apoyo, mi esperanza y mía."CONFESIONES EN SU ESPALDA

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