Revista Diario

Congelar las palabras no dichas

Publicado el 19 junio 2012 por Jans_braender @jansbraender

El sentido de las cosas permanece aunque te marches, aunque dejes de lado a los que te quieren. Las maletas en la puerta, esbozando una despedida con la mano por ser incapaz de articular apenas una palabra.

Te gustaría recordar este momento, congelar las palabras no dichas y esconderlas hasta otra ocasión. Te preguntas cuando te diste cuenta que tu amor no fue suficiente para atarte a este lugar, para enlazarte a ella, ella que ahora te mira desde la soledad de la cocina, impotente ante tu decisión.

Un escalofrio recorre tu médula cuando intentas abrir la puerta para salir, para huir, para escapar de esta vida casi perfecta que tenías y que ahora te da igual perder. La miras por última vez, con los ojos tristes, llorosos, con la pena infinita de saberte ante la última oportunidad, ella espera que te arrepientas o que te marches de una vez, seca ya de lágrimas, hasta ya de la indefinición que te ha llenado en los últimos meses.

Mientras, abajo en la calle, los paseantes caminan ajenos a tu decisión, tú estás en ese limbo indeterminado en el que se convierte el quicio de la puerta, sin saber que lado es cielo o infierno. Deberías marcharte, porque así lo has decidido, o al menos piensas que así lo has hecho mientras cerrabas las maletas llenas de restos de naufragios.

Tristeza absoluta, tristeza con mayusculas, mientras se cierra la puerta, las escaleras parecen un descenso infinito a un purgatorio, enciendes un cigarrillo solo para que la tenúe lumbre te ilumine en tu descenso dantesco.

Fuera es un día de primavera, el último día de primavera, antes de que comience el verano meteorológico, aúnque para ti y dentro de ti sea un invierno crúel y despiadado, pero es el invierno que has elegido.

Esperas un taxi, como los antiguos muertos esperaban a Caronte  para cruzar el Aqueronte, de repente ese pensamiento te ha llevado a Dante y su descenso a los infiernos*, y este pensamiento se ha hilado con un un pensamiento posterior, la historia de Francesca de Rimini, pero ahora no quieres pensar en historias de amores trágicos, bastante tienes con el tuyo. Sin embargo se te cuela en tu recuerdo un aria cantada por la Netrebko, de la opera de Rachmaninov compuso sobre la historia de los amores de Paolo y Francesca.

Como es posible que un simple instante da para que tu mente componga esta serie de recuerdos anidados, mientras ella se queda arriba, mientras ningún taxi  acaba de aparecer.

Piensas que deberías volver, que deberías subir de dos en dos los peldaños que antes bajaste sin fuerzas, piensas que deberías abrazarte a esa mujer que se ha quedado arriba en una cocina en penumbras. Sin embargo te montas en un taxi que acaba de llegar y te dirijes a ese lento camino a hacia ninguna parte al que te dirije tu indefinición.


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