Revista Literatura

Consejo de sabios – Vetusta morla (Mi canción de la semana XV)

Publicado el 03 septiembre 2018 por Javiermb913

¡Hola a todos/as! Aquí estoy de nuevo, sin saber qué decir, de nuevo con la presión de esa barrita que parpadea y espera impaciente a que le des vida, a que la muevas de sitio, a ayudarla a dejar tras de sí cientos de palabras que os diviertan, que os emocionen.

Que me diviertan, que me emocionen.

Renazco de mis propias cenizas creyendo que ha sido suficiente el descanso, sabiendo que escribir es mi vida, con el proyecto que llevaba entre manos en 2016 cerrado y otros tantos naciendo en mi cabeza.

Y me apetecía volver con lo que fue mi sección favorita del blog, este Mi canción de la semana con la que cierro los ojos y me dejo llevar por la música, por la melodía, por esas letras que cuentan historias y hablan de nosotros, la vida en sí misma.

Hoy os traigo una canción que hace romper en mil pedazos, de esas que se escuchan más por la piel que por el oído, de las que atraviesan el alma. Hoy os traigo a uno de los mejores grupos del panorama nacional: Vetusta Morla y su Consejo de sabios.

Probablemente ésta es una de las canciones que más he escuchado en lo que va de año, seguramente no por lo que cuenta, sino por el estado de ensoñación y magia en el que me siento cada vez que la escucho, eso que nos pasa tantas veces de cerrar los ojos y transportarte a un sitio de paz, solo contigo mismo, solo quizás con otra persona, sin nada alrededor, solo oscuridad, solo tenue respiración, solo oscuridad que tantas veces ilumina.

Consejo de sabios habla del olvido, del recuerdo, tan diferentes y tan semejantes. Habla de esa persona que sigue ahí, detrás de ti, en tu mente, como una sombra de la que no te puedes desprender, de la que no puedes huir, pues en realidad no quieres hacerlo. Habla de la melancolía, de esos momentos en los que te creíste gigante junto a la otra persona, de mirar hacia atrás en el tiempo, de ver los años pasar y darte de cuenta de que sigues atrapado en esa luz perpetua que hace tiempo se encendió. Habla del no saber qué hacer, de claudicar, de querer dejarse llevar, de que no importe nada de lo que pasó.

Es imprescindible escuchar esta canción casi a todo volumen, reventarte los tímpanos con esas primeras notas de piano que rompen el alma, con esa áurea mágica que consiguen con el sintetizador y la caja, una conjunción perfecta que crea susurros venidos de ultratumba. Es hora de cerrar los ojos, la canción ya está en ti, solo queda respirar y sentirla, pues la calma solo es el principio.

La voz de Pucho entra suave, con un juego de efectos en su tono que la hacen más característica aún, en este caso perfecta. Imagino un sitio oscuro y esas dos personas rozándose las manos e iluminados por una tenue luz, una luz propia que emerge de ellos mismos. Cada palabra es una punzada al corazón, una súplica de clemencia, de quizá una última oportunidad. Y la canción se debate aún en esa calma que quiere arrancar pero es silenciada, un pulso que hace más angustiante la espera, a la vez más perfecta.

Luego sube, paréntesis, en esa eterna pregunta de ¿qué hay que hacer? Cuántas veces nos lo preguntamos… Qué hay que hacer cuando has intentado olvidar y no lo consigues, cuando sientes el aliento del recuerdo acechando a cada paso, como el cuervo que espera la muerte para arrancarte las entrañas. Esta subida solo es un caramelo, un breve pellizco que ni atisba lo que vendrá al final.

Calma. Pocas canciones logran inducirte en tantos estados en tan poco tiempo. Vuelves a la magia, a recordar a esa persona, a evocarla. Lo hace lentamente, de manera fría, para que cierres de nuevo los ojos y solo la tengas a ella presente, todo lo que fuisteis.

Y entonces vuelve a subir, ya para no bajar nunca, para volver a hablar de lo difícil del olvido, del recuerdo, esa magnífica capacidad del ser humano que a veces dice tanto, que a veces jode tanto. Sube como reflejo de que ya es inevitable escapar de esa persona, que ya no importa el olvido o lo que haya pasado. Sube como reflejo de esas veces que nos dejamos llevar más por el corazón que por la razón, de esas veces en que nos apetece gritar y mandarlo todo a la mierda, y rompernos en mil pedazos, convertirnos en seres irracionales para volver a racionalizarlo todo. La canción explota, alcanza su cima, un estadio cantando a mil voces que se hace grande a cada segundo que pasa, que eriza la piel y late el corazón.

Y como si nada hubiera sucedido, la canción acaba dejándonos exhaustos. Abres los ojos y miras a tu alrededor, consciente del ciclón que acaba de rondar tu cabeza, destrozado por espinas que te han golpeado y abrazado a la vez, algo que muy pocos grupos, muy pocas canciones pueden conseguir.

Vetusta Morla forma parte de mi top 3 junto a Love of Lesbian y Supersubmarina, sin tener yo aún muy claro qué posición ocupa cada uno. Este tema forma parte de su último disco (Mismo sitio, distinto lugar), un álbum que abordé con pocas esperanzas y cierto escepticismo, pues el anterior, La deriva, no me había llenado demasiado. Este último disco acabó de rematar mis esperanzas, pues creo que sus canciones son muy planas y sin gracia alguna, sin ese misticismo y juego al que Vetusta nos tiene acostumbrados. Al menos, su escucha me hizo volver a La deriva, disco que, como he dicho, no me había gustado pero al que, de pronto, le encontré un encanto y una caña sensacional. A veces sucede que cierta música no llega a tu vida en el momento adecuado y hay que darle tiempo. Una canción evoluciona al igual que lo hacemos nosotros, siempre es distinta, por ello nunca hay que dejar de dar oportunidades a la música que no nos gusta.

He de decir que, aunque Mismo sitio, distinto lugar, no me haya gustado, destaco Punto sin retorno, que también me deja en un estado de eterna ensoñación y, sobretodo, La vieja escuela, que es un verdadero temazo, con una caña brutal y que deja totalmente en las nubes, con unas ganas de bailar, gritar y saltar increíbles, una canción que probablemente merezca pasar por esta sección en otro momento. Por supuesto, no puedo dejar de recomendaros otras canciones de otros discos como Los días raros, de la cual tenéis reseña aquí, que es mi canción favorita y creo que ha encontrado digna sucesora en este Consejo de sabios; u otras como Valiente (con la cual los descubrí), Copenhague, Maldita dulzura o Cuarteles de invierno.

Y sin más me despido. Espero que os haya gustado este regreso y que os animéis a comentar y recomendarme música, siempre estoy abierto a nuevos horizontes.

¡Saludos! 🙂


Vetusta Morla es una banda española de indie rock originaria de Tres Cantos, Madrid, que canta en español. Tras nueve años de andadura musical, en febrero de 2008 publicaron su primer largo, Un día en el mundo. Tres años más tarde, en 2011, publicaron su segundo álbum, Mapas.​ El 8 de abril de 2014, tras varios años de gira por España y otros países, publican su tercer álbum, La deriva. En 2017 publican su cuarto álbum Mismo sitio, distinto lugar. La banda debe su nombre al personaje la Vetusta Morla de La historia interminable, la tortuga anciana gigante.



Antes de hacerlo estallar / Quiero que aguantes mi mano / Dime si el pulso es constante / O es un murmullo lejano

No arrastro nada esta vez / Traigo el carrete velado / Es pronto para la amnesia / Y tarde para irnos intactos

¿Qué hay que hacer? / ¿Qué hay que hacer? / Ahora que todo está hablado / Lo intenté / Lo intenté / Hoy tu recuerdo es un pájaro / Que bate sus alas detrás de mí / Y guarda en su pico tus labios

Tienes la forma precisa / Guardas la herencia del mármol / Fuiste la Venus de Milo / Y yo puse el mundo en tus brazos

Y rodé / Y rodé / Como resbalan los años / Lo intenté / Lo intenté / Hoy tu silueta es un pájaro / Que bate sus ales detrás de mi / Me silba y enreda mis pasos / Reunid otra vez al Consejo de Sabios / Ponedme una vela, estoy atrapado

Sácame del corredor / Cuando caiga el santuario / Sácame de este fortín / Llévame en tu vuelo raso / Quiero un punto ciego / Quiero tu arrebato / Llévame contigo / Llévame sin pactos / Y llévame al puente que no explotó / Al muro que crece en mi mano / El mismo que impide tus pasos / Caerán los imperios, caerán los estadios / Pero antes tendrán que caer nuestros santos

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