Contornos de mí país

No se puede negar que la partida es dura.  La despedida, las palabras, los besos que forman parte de los últimos instantes junto a los seres queridos es algo que nos acompaña siempre. Todo esto entra a formar parte de la nostalgia que ya es inevitable.

Mí familia y yo nos fuimos de Cuba en los años ochenta, recuerdo que días antes tuvimos que abandonar la casa a la que tanto queríamos, la casa que mí abuelo hizó construir con esfuerzos para albergar a la familia. El gobierno de Fidel Castro se la apropiaba porque no eramos comunistas y deseabamos vivir en democracia.

Las autoridades vinieron una mañana y nos hicíeron salir de casa con una ünica valija en la que pusimos, con prisas, algunas pertenencias que viajarían con nosotros a Francia.  ! Una valija para cuatro personas !

Nos vimos en la calle, observamos como los oficiales de la dictadura cerraban la casa. Procedimiento típico en Cuba, el gobierno se adueña de todo. Nosotros estábamos en ese engranaje, lo sabíamos. Nos alojamos con unos familiares mientras esperábamos….

El día que nos íbamos de Palma Soriano, medio barrio se encontraba en la destartalada estación de autobuses. Todos vinieron a despedirnos, algunos lloraban en los rincones y otros nos abrazaban sin descanso. El sol era brillante, más que nunca. Acababa de despuntar y el aire era fresco. Estábamos en febrero.

No olvido que cuando el autobus arranco muchos de los familiares y amigos presentes en el lugar lo seguian con los brazos en alto, moviendo las manos en signo de ” adiós”,  imposible de olvidar aquél momento. Tantos seres queridos que deseaban “atrapar” el instante para evitar la separación.

En La Habana nos subímos al avión tres días más tarde. No sentíamos la menor euforia, nos marchábamos obligados y no por anhelo propio. El avión levantó vuelo y yo observé por la ventanilla, aparecía los contornos de mi país. Sobre el azúl del mar se dibujaba los limites de Cuba. Contemplaba el dibujo de mi tierra desde un avión que me alejaba de ella. Las olas se estrellaban contra aquella silueta y sín poder evitarlo le envie un beso fugaz.