Revista Diario

Cruzar la frontera

Publicado el 18 abril 2011 por Julio
Roberto
Roberto empieza a cansarse de que lo echen del metro, se siente como un vulgar delincuente, subiendo las escaleras mecánicas con dos guardias de seguridad como guardaespaldas, otras veces se giraría y les haría alguna burla pero hoy ya esta muy cansado de cargar con la guitarra de estación a estación y le quedan pocas ganas de ser irreverente.  Cruzar la fronteraEn la calle se da cuenta que la gente camina deprisa, casi corriendo, no es hasta doscientos metros de la boca del metro que se da cuenta que esta lloviendo, pero no le importa, sigue caminando con su paso corto, deambula sin saber muy bien que hacer, ha sacado muy poco dinero y ponerse a tocar la guitarra en plena calle resulta casi imposible. Decide acercarse a una cabina de teléfono y llama a Francisco, su abogado que trabaja como su representante, aún tiene la vaga esperanza de que le diga que ha encontrado alguna actuación para él, ya hace siete meses que grabó una maqueta y sólo ha tocado en dos lugares, una boda y un Pub de carretera donde por cierto, le pagaron muy bien. Piensa que debería dejar a Francisco pero resulta que es un amigo y no puede.Dentro de la cabina de teléfonos intenta abrir la funda de su guitarra, dentro guarda las pocas monedas que le han tirado durante la tarde, pero la cremallera se atasca y esta más de cinco minutos intentando sacarlas de allí. Cuando una mujer comienza a dar toquecitos con cara de mosqueo en el cristal desiste y se va directo al bar que queda enfrente, justo antes de entrar se da cuenta que esa zona es desconocida para él, no había estado nunca en esa parte de Madrid, decide que son muchos contratiempos en un solo día y entra directo a la barra a pedir una copa, son las seis de la tarde pero tiene ganas de emborracharse, siente que necesita hacerlo, puede que se esté dando cuenta que el futuro musical con el que siempre había soñado nunca va a llegar.Marta
Son las cuatro de la mañana, en el bar sólo queda un hombre de pelo largo que habla a gritos con Roberto y la camarera con cara de cansada tras la barra. La puerta esta cerrada y las luces sólo alumbran la mesa donde están emborrachándose los dos nuevos amigos. Marta, la camarera se esfuerza por entender lo que dicen los dos hombres pero sólo farfullan y de vez en cuando escucha en medio de gritos, “pues claro” “aquí, cuando quieras”. Cansada, apaga las luces de la barra y se dirige a la mesa, coge al hombre de pelo largo del brazo y le dice:
-Ernesto, no crees que ya es suficiente, venga, vamos para casa, estoy cansada.
-Si un momento Marta, que te presento, éste es… ¿Cómo me dijiste que te llamabas? Ah! Si, Roberto, éste es Roberto, un buen amigo, un músico genial que a partir de mañana tocará aquí todas las noches.
-Vale Ernesto, pero ahora subamos a casa.
-Roberto, ¿Dónde vives?
-Buff, pues si te digo la verdad, no sabría decirte, esto no lo conozco y no se por dónde debería ir.
-No se hable más, vienes a casa, dormirás en el sofá y así mañana hablamos en la resaca, ¿vale? 
-Por mí de acuerdo, no creo que pueda caminar mucho, pero siempre que no moleste.
-No molestas, ¿A que no Marta?
-Claro que no, pero vamos, ya, poneros de pie, quiero ducharme y meterme en la cama. 
Suben los tres, uno a cada lado de Marta, apoyándose en ella que a duras penas logra abrir la puerta de la casa y arrastrarlos hasta el sofá. Una vez tirados le quita los zapatos a Ernesto y susurrándolo algo al oído hace que se levante y vaya a la habitación tumbándose en la cama y quedando casi inconsciente en el acto, bocabajo.  En el salón puede escuchar como el extraño Roberto se mueve colocándose en el sofá, cuando comprueba que los dos están dormidos se va al baño y se da una ducha. Al acabar y con sólo una toalla como vestido se acerca al salón llevando una manta para tapar al  extraño, de pie junto al sofá la estira sobre su cuerpo y se le queda mirando, es hipnótico, no puede apartar la mirada de él, algo en su interior prende la mecha y se la iluminan los ojos. A la mañana siguiente Marta es la primera en despertar, se viste y sale da la habitación, lleva toda la noche casi sin dormir dando vueltas a una extraña idea, algo que la hace sentirse otra vez joven, rebelde y divertida.Despierta a los dos y comienza a hacer el desayuno, algo le dice que toda esa amistad repentina de la noche se va a acabar cuando los dos se vean con la resaca, pero en contra de lo que podía pensar descubre a dos personas que hablan  en el salón, como si se conociesen de toda la vida, entre un suspiro la oyen decir:               -Hombres…Roberto esta emocionado, va a ser la primera noche que toque en el bar de Ernesto, es una oportunidad para él, y si logra que  a la gente le guste ese experimento , le contratará indefinidamente, es una gran oportunidad y no la quiere desaprovechar, no es que vaya muy bien de dinero.Canta su propio repertorio, incluso ha llevado unos cuantos discos de su maqueta por si la gente los quiere comprar. De momento parece  que a todos les gusta, es la tercera canción y el bar cada vez esta más lleno de gente, pero a él ya no le importa nada de eso, su mirada se dirige a la camarera que se esconde  de él tras una cara completamente roja, algo pasa esa noche, ErnestoAl acabar la actuación el publico se entrega en un aplauso, el más efusivo viene de las manos de Ernesto que lo jalea como a una estrella de rock. Para celebrar el éxito los dos amigos se van a la barra a tomar una copa y Ernesto le hace firmar un contrato a Roberto. Después de la hora del cierre vuelven a estar los tres solos, pero hoy se les ha unido Marta a la noche etílica, entre risas, humo y algún que otro roce furtivo. Marta juega con los dos, les siente receptivos y se siente la reina, coquetea con su novio mientras con el muslo roza las piernas de Roberto. Ernesto entra en el juego con facilidad, se deja llevar, mientras besa a Marta mira fijamente a Ernesto que no quita la mirada de la espalda de ésta, están unidos, incluso comienzan a hacer bromas sobre que ocurriría, Marta los lleva en volandas, les muestra el camino y los dos se dejan llevar, están excitados, hasta Ernesto coge del cuello a Roberto para besarlo mientras Marta los mira como si fuese la artista y ellos fueran su obra. La pasión lo invade todo, los susurros, los gemidos, no pueden más y se suben a casa, los tres juntos, como la  pareja perfecta.Hoy vuelve a ser Marta la que despierta primero, pero hoy lo hace entre los dos hombres, no recuerda muy bien como llegaron a esa situación, pero sabe que lo propició ella, desde que vio a Roberto lo había deseado, lo que no imagina es que su novio se dejara llevar tan fácilmente. No recuerda mucho de cómo llegaron a casa, el alcohol hizo su trabajo y ha borrado casi toda la noche.Sólo recuerda la sensación de poder, las caricias a cuatro manos, los escalofríos, ese sentimiento de placer total y absoluto. Recuerda el sabor de Roberto, las miradas cómplices con Ernesto, sus pieles rozándose al unísono, el compás marcado por sus caderas, el calor, los jadeos,  pero también siente una sensación de vacío, un pequeño abismo que la hace recordar algún momento donde ella no era el centro de atención, donde hubiera sobrado en ese acto a tres, esa sensación la ha dejado un mal sabor de boca, pero no esta segura, puede que sea algo inventado por el alcohol.Marta, Ernesto y Roberto.Extrañamente, esa mañana mientras se duchaba deseó que al despertarse en esa situación, Roberto y Ernesto se avergonzaran y salieran huyendo cada uno por su lado y así acabara todo, siempre deseó que nunca ocurriera lo que ocurrió, ahora se da cuenta, pero aquí están los tres, dos meses después de aquel encuentro viviendo juntos bajo el mismo techo y desayunando en el salón. Han pulido las aristas del triángulo y lo han convertido en un círculo perfecto, sólo queda un vértice que se resiste, ese vértice es Marta, es la que cruzó la frontera, la que con sus deseos llevó su relación con Ernesto a esa situación y es la que más insegura se siente. Ernesto cada día quiere más a Roberto y éste se deja llevar, está segura que Roberto sigue porque la ama a ella y ella lo permite porque ama a Ernesto. -Maldita  hora que crucé la frontera.Una frase que se repite una y otra vez, pero sabe que si es ella la que rompe la situación podría ser la perdedora ya que siente que Ernesto elegiría otro camino que no es ella. Un hombre enamorado de otro hombre que esta enamorado de su novia, y Marta que lo ve todo claro desde fuera siente las grietas por donde puede perderse todo, las sujeta y las une aunque empieza a sentirse sucia. ¿Acaso es suficiente el amor que siente por Ernesto para seguir engañándose en esa situación?, su novio se ha enamorado de otro hombre que ella misma llevó a su cama. El sentimiento que hace meses tuvo de felicidad, esa Marta traviesa que despertó de repente le ha hecho llevar su vida por un camino que no quería, para ella debía ser algo momentáneo, un fugaz encuentro, algo que contarse entre risas sonrojadas con Ernesto en un futuro, pero cruzó la frontera y no calculó las consecuencias.Cruzar la fronteraSe siente querida, pero no es el amor que ella esperaba para su vida, es un amor que le otorga la soledad más dolorosa, acompañada y sola, sin poder gritar, sin poder hablar por miedo. Sus pensamientos se agarrotan, no sabe como salir de esa situación sin dañar a ninguno de los tres, aunque ella ya esta dañada y cada mañana cuando siente el abrazo de los hombres que ahora componen su vida, se siente pequeña. Ya no es su cuento, pero tampoco lo quiere acabar.

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