Cuando el cliente era el Rey

En estos años el comercio ha cambiado mucho. Tendencias, modas y sobre todo la influencia de los grandes almacenes, que siguiendo los pasos que marcaban desde Estados Unidos, han logrado que variemos la forma de trabajar dentro de nuestras tiendas. Y parece que el proceso es cíclico y ahora tendemos a regresar a los inicios del comercio.

Yo recuerdo como era nuestra sombrerería, un lugar de encuentro, donde personajes de Oviedo hacía casi a diario sus visitas. Vecinos, guardias urbanos, el cartero y amigos paraban en Albiñana a comentar las noticias importantes de la jornada, que casi siempre versaban sobre fútbol y algún accidente de tráfico. Pero aparecieron los grandes almacenes y cambiaron de forma radical el proceso de compra, y con ello el concepto de tienda, al cliente no se le podía “molestar”. El diseño y distribución del comercio debía estar enfocado al autoservicio y los dependientes a la espera en sus cajas, velocidad en las compras buscando el máximo beneficio en el menor tiempo, y también con el mínimo personal.
Pero la competencia brutal del mercado hace que ahora se busque la excelencia en el comercio, la diferenciación, el detalle que haga el proceso de compra como un acto placentero y que te diferencie. Ahora regresamos a los inicios, los clientes vuelven a demandar una atención, y el vendedor debe estar atento a sus necesidades, conocer a la perfección la mercancía que ofrece y saber cuando debe entrar en la compra o mantenerse en un segundo plano, pero siempre dispuesto para atender al cliente.
Los nuevos diseños de tiendas ofrecen espacios de espera y relax, tanto para los cliente como para los acompañantes, hilo musical,  zona wi-fi, etc.
Regresamos al inicio, cuando las tiendas tenían sillas para poder acomodar a los clientes, mientras se les exponía la mercancía. Cuando el cliente era el auténtico Rey.

Visto en: The Library of Congress y en Sombrerería Albiñana