Desenfundé el violonchelo y lo abandoné, porque yo no le servía de mucho y, a lo mejor, el ronroneo de mi nuevo instrumento acompaña, melodioso, la tonada que el maestro exige.
Revista Talentos
Camino a clases encontré un tigre que un mago buscaba con ahínco, así que lo guardé en mi saco.
Desenfundé el violonchelo y lo abandoné, porque yo no le servía de mucho y, a lo mejor, el ronroneo de mi nuevo instrumento acompaña, melodioso, la tonada que el maestro exige.
Desenfundé el violonchelo y lo abandoné, porque yo no le servía de mucho y, a lo mejor, el ronroneo de mi nuevo instrumento acompaña, melodioso, la tonada que el maestro exige.