La mitad de una octavilla, más o menos… un diciesesisavo, que dicen los papeleros. Ahí estaba, en mi limpiaparabrisas, y en el de todos los de la calle, sin exclusividades.
Hacía ya mucho tiempo que nos borramos, pero jamás olvidaría sus guarismos. Los mismos que allí había impresos, intitulados, en blanco y negro: joven española, guapa y cariñosa, busca.
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