Revista Diario

Curriculum

Publicado el 21 abril 2017 por Vesta @Vesta01

Curriculum

Ya me he reído hasta dolerme la barriga;

Ya he nadado hasta conseguir perder el aliento;

Ya he llorado hasta quedarme dormida y

despertarme con el rostro diferente.

Ya le he hecho cosquillas a mi hermana,

sólo para que dejase de llorar y verla volver a sonreír;

Hasta me he quemado con una vela por jugar con ella.

He hecho globos enormes con el chicle

y hasta he competido con mis amigas,

a ver quién hacía el más grande y

conseguía aguantarlo sin que se explotara.

He jugado a hablar con el espejo y

a contestarme como otra persona

totalmente opuesta a mi misma:

He sido una princesa, he sido un astronauta,

una bailarina y hasta un ridículo payaso.

Nunca me atreví a hacer bromas telefónicas,

pero si he tocado los telefonillos de los pisos

volviendo locos a sus dueños preguntando

quién era o apretando el botón para abrir la puerta.

Rellené globos con agua y los lancé

se expandía hacia todas todas las direcciones.

por dañarme así la garganta.

que vino a pasar una temporada en casa de sus tíos,

Jamás conté lo que sentía, pero debía ser tan evidente

que mi madre y mi vecina, se tenían un divertimento

que yo sin embargo, me hacían sentir enfado y aún más tonta.

Canté y bailé mientras lloraba la última canción de

Fórmula V, que ponía en mi tocadiscos.

Actué, en verano, en pequeñas obras teatrales

en las que siempre, tuve mucho éxito y el clamor del público;

Al igual que hacíamos escala en hifi, donde disfrutaba

mucho imitando a los cantantes, sus poses, sus bailes;

¡Ay! ¡Qué lindos recuerdos! ¡Qué bien me lo pasé!

Comencé a descubrir el enamoramiento con chicos

de mi edad o aproximados; pero era más bien platónicos

que algo realmente real, tanto por mi como por ellos.

Tuve con los años aprender a vivir viendo enfermar

a mi madre, año tras año; durante seis años, seis duros años,

seis horribles años,... en los que mi mejor amiga también enfermó

gravemente de lo mismo que mi madre y que yo cuidaba en el cole.

Nunca le dije que mi madre estaba enferma, ni su gravedad.

Aprendí a sobrellevar el dolor de las dos, mientras sentía como

me iba haciendo más grande, pero seguía teniendo la misma

altura que todas las compañeras de mi clase.

Con el tiempo, intenté olvidarlas,

pero descubrí que esas personas

son las más difíciles de olvidar y

que permanecen introducidas en ti

hasta el final de tus días.

Conocí el amor de verdad y fueron los

años más placenteros de toda mi vida.

Jamás fui tan feliz, después del calvario

que había pasado. La ternura, las caricias,

el amor de verdad, la felicidad plena

llegaron por fin a mi vida, llenándola de luces

de colores, de música, de olores, de pasión,

del mejor y superior de los disfrutes que posee el

cuerpo humano hasta el mayor de los éxtasis

Conocí a otro amor con el que estuve tiempo,

conocí lo que era vivir en pareja, compartir

los instantes, disfrutar de los momentos mágicos,

hacerte sentir la reina del mundo, ser el centro y

lo más importante para otro ser humano, sentir

que eras adorada, querida, pero no amada.

En medio de esta unión conocí a la muerte.

Estuvo demasiado cerca de mi, sin percatarme

de ello por mi gravedad y por mi estado de letargo.

Salí de esa pesadilla que me tenía atrapada

con media pierna de menos, pero viva.

Luché, peleé, me esforcé, cada día un poco más.

Fue tanto lo que batallé que sigo batallando para

seguir construyendo una vida digna y con vigor.

En medio de toda esta contienda, estaba mi pareja

que se enfrentaba al estado en que me había quedado

con orgullo, con soberbia, con altivez, sin dignidad y

con vileza y crueldad hacia donde emanaba ese mal que

lo angustiaba, le quitaba su libertad, lo atormentaba,... yo.

Observé cómo se iba alejando poco a poco de mi,

como cada vez estaba más sola y abandonada,

que su actitud era de desprecio y de mal talante;

y todo ello, fue empeorando más y más, hasta

convertirse mi vida en una verdadera pesadilla

de la que me hubiera gustado desaparecer en aquel

Pero aprendí a quererme un poco, sólo un poco.

Lo suficiente para decidir que nuestras vidas serían

mejores estando separadas y así lo ha sido.

A pesar de precisar ayuda por mi discapacidad,

me siento libre, más valiente que nunca, he renacido y

aunque mi cuerpo y mis circunstancias personales son

muy complicadas, complejas, delicadas, agotadoras,

con mucho dolor físico y emocional y con una calidad

de vida muy mejorable; ha dado una "vuelta a la tortilla" asombrosa.

Ya sentí miedo de todo lo oscuro que he vivido,

ya temblé y tiemblo de nervios por mi desequilibrio;

Ya casi morí de amor y de desamor, pero renací

nuevamente, para ver la sonrisa especial de

aquella niña que jugaba mirándose al espejo a ser otra persona.

"¿Quién controla tu vida?"

"¿Lo que está fuera de ti o lo que está dentro?"

Mi vida la controlo yo y por consiguiente, lo que está dentro de mí.

Yo soy la que posee la Luz que va a iluminar mi proyecto de vida.

La voy a iluminar tal cual reaccione, es decir, tal cual sienta, tal cual piense y tal cual actúe.

Y en mi final, vuelve a repetirse la misma pregunta de siempre:

Esta pregunta resuena en mi cabeza

porque me he aprendido muy bien la teoría,

pero me pregunto si seré capaz de llevarla

yo sola a la práctica y de qué forma.

¿Podré seguir siendo la niña que sembraba sonrisas?

¿Será ésto, una buena experiencia para mi nuevo Curriculum?

¡Tal vez, a algunos no sepan aún hacer acopio de sus sueños!

¡Es posible que descarten sus sueños!

¡Yo, preciso de mis sueños!

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