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Dar de comer al hambriento

Publicado el 13 junio 2018 por Eurotaxitom @eurotaxitom
Dar de comer al hambriento

Dar de comer al hambriento

—No tenemos para nosotros. Estamos en una banquete en donde solo se divierten diez invitados, los otros trescientos sobreviven, pasan necesidades. No cabemos, no hay para todos ¿Sales a la puerta e invitas a entrar a más gente?
—No estás invitando a nadie, has salido a la puerta y te has encontrado tirado en el suelo, muriendo, a una persona a la que nadie quiere ayudar. Si entras y cierras, morirá en tu puerta.

Dar de beber al sediento

—Hay un efecto llamada. Si acogemos a estos, mañana vendrán más. Las ONGs son los taxistas de las mafias.
—Claro, es una lástima que tengan que estar salvando vidas gratis, sin taxímetro que llevarse a la boca.
Mañana vendrán más de todas formas. Aquí, a Italia, a Grecia. Si la solución es levantar muros, seguirán viniendo. Si dejamos que se ahoguen, seguirán viniendo. Si los proyectos de colaboración en origen consisten en meter dinero a los mismos gobernantes corruptos que los matan de hambre y se enriquecen con nuestro dinero y con el de la mafias, seguirán viniendo. Si corrompemos a sus gobernantes y las multinacionales y la globalización se siguen llevando su riqueza, seguirán viniendo. Si el infierno de aquí es más templado que el de su casa, seguirán viniendo.

Vestir al desnudo

A las mafias que trafican con personas les importa muy poco donde acaban sus negros. No dan servicio integral con garantía de satisfacción. Las tarjetas de embarque para más expediciones están ya vendidas. Los traficantes ni se han enterado que la muy católica, apostólica y romana Italia decidió retirar a hombres, mujeres y niños de su acera y cerrar la puerta de su banquete al Aquarius. Las mafias seguirán mandando gente se ahoguen o no, acaben aquí o en Jonolulú. Cuando salen de su puerto, el problema es de otro.

Visitar a los enfermos

—No podemos cambiar el mundo. Si abrimos nuestras puertas se nos colarán todos, seremos los tontos útiles, el hazmerreír de unos y de otros.
—El mundo cambia cada minuto, lleva cambiando desde el principio de los tiempos. Y siempre ha habido quién ha estado dispuesto a hacer lo necesario para cambiar el mundo. La gentuza que está llenando de cadáveres el Mediterráneo se alegra de que pensemos que no podemos cambiar el mundo. Se ríen cuando nos abrazamos al cuenco y enseñamos los dientes como perros mal encarados.

Dar posada al caminante

Hay que buscar soluciones. Luchar contra gobernantes corruptos que sacan tajada de nuestra necesidades de rico primer mundo. Afinar la puntería y disparar al traficante y no al taxista que pasaba por ahí. Poner firmes a multinacionales que aprovechan la coyuntura para mejorar su cuenta de resultados, mantener contentos a sus accionistas y dar precios baratos a sus consumidores ricos apalancados en su estado de bienestar y asustados porque llaman a su puerta negros hambrientos, sedientos, enfermos, desnudos o muertos pidiendo ayuda.

Sepultar a los muertos.


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