Revista Talentos

De mineritos y algo más

Publicado el 31 mayo 2014 por Perropuka

De mineritos y algo más
Hace unos días vi un reportaje de Televisión Española (TVE) sobre la realidad de los niños que se ven obligados a trabajar en las minas. El protagonista era un  adolescente de 14 años, que por su estatura y delgadez parecía mucho menor, salvo por su mirada de adulto. No había entrevistador, él solo se limitaba a narrar su experiencia vital ante la cámara. Trabajaba como chivato (ayudante de minero) en el Cerro Ricode Potosí, esa colosal montaña que en siglos anteriores fue la mina de plata más rica del mundo, la devoradora de hombres por los miles, algunos dicen millones, de mineros que fueron tragados en sus entrañas. 
El muchacho, piel cobriza y ojos un tanto achinados describía que, después del colegio, acudía en las tardes a la mina y salía bien entrada la noche. En clase sufría una especie de aislamiento e incomprensión y tenía que soportar hasta las burlas de sus compañeros que le llamaban “robapiedras” o “tragapolvos”. Era huérfano de padre, como muchos chicos que se ven obligados a suplir a sus progenitores muertos tempranamente por la silicosis o algún accidente laboral. Sereno, algo tímido pero fluido, hablaba con la sabiduría y madurez de un adulto. Su estoicismo era tal que no se quejó de su situación en ningún momento. Con toda naturalidad parecía asumir su adultez forzada mientras masticaba hojas de coca y se ponía el casco a la espera de su turno para entrar en la bocamina. Sabía que la muerte aguardaba en aquellos oscuros y estrechos socavones, pero él entraba decidido. 
Bolivia es uno de los más injustos y desiguales países del mundo. Es penoso y dramático saber que existen 850 mil niños y adolescentes trabajadores, desempeñando los más variados y peligrosos oficios, con salarios miserables. La cifra va en aumento, a pesar de la bonanza y el “salto industrial” con carrera espacial incluida, que tanto gusta machacar el gobierno, para supuesta admiración del mundo. Por si fuera poco, el esotérico canciller del Estado –y principal profeta del Vivir Bien- afirmó hace algún tiempo, con toda la liviandad de su peinado de chiquillo, que en la cosmovisión andina el trabajo es una diversión, que no debería extrañarnos que los niños trabajen porque estos se divierten. ¡Carajo, yo no he visto alegría en los ojos hundidos de ese changuito minero!
Causa estupor tanta alharaca sobre los supuestos beneficios de la nacionalización de los recursos naturales y empresas estatales. Por poco hasta del aire, ya que se ha nacionalizado la dignidad que nos habían arrebatado los organismos y empresas internacionales. Es increíble que en casi una década afortunada por la alta cotización de los precios internacionales de las materias primas, el país no haya sabido aprovechar la coyuntura. Oruro y Potosí, los departamentos más ricos en minerales siguen siendo los más pobres de la nación. Hace unos meses volví a la ciudad de Oruro, después de diez años y la encontré más deprimida, caótica, sucia y descuidada. Parecía que el tiempo se hubiera detenido. El hotel de la terminal de buses, otrora el edificio más emblemático de la ciudad, lucía descascarado y abandonado a su suerte. ¿Dónde había quedado el boom de la minería?
Duele saber que seguimos regalando nuestras riquezas, como en otras épocas. No me había enterado de que somos el segundo productor mundial de indio, un metal escaso y estratégico que se cotiza mundialmente a 700 dólares el kilogramo, empleado en la industria de alta tecnología y que nosotros, por desconocimiento, lo regalamos literalmente ya que sale del país dentro de concentrados de zinc, sin cobrar ni un centavo por ello. Según un especialista perdemos alrededor de 140 millones de dólares anuales por la salida irregular de este elemento. Situación parecida sucede con el bismuto, niobio y tantalio. Cobramos 10 dólares por el kilo de antimonio cuando afuera se cotiza a 100 $us, y siendo uno de los principales productores de este metal.  No hay más estúpida ironía que un país minero no conozca los pormenores de esta actividad extractiva y siga sufriendo el saqueo en sus propias narices. ¿De qué sirve tener un ministerio y otras reparticiones dedicadas a ello? 
Hace un par de días, el gobierno volvió a parir una nueva Ley de Minería y Metalurgia (tan metalúrgicos somos que la fundidora de Oruro está prácticamente en la quiebra) entre los aplausos de los dirigentes mineros reclutados para su causa. Entre las ovaciones, el vicepresidente sacaba una de sus arengas demagógicas de manual, resaltando que era otra jornada histórica ya que “nunca antes los trabajadores habían redactado su propia ley”. Nos consta, este régimen es el campeón mundial en sacar nuevas leyes, como de hornear galletas se tratase. Puro papel que va a engordar las estanterías de la Vicepresidencia y otras oficinas públicas. Igualito nos dijeron con las leyes proteccionistas para las mujeres, aunque en la realidad se las siga tratando con la punta del zapato o con los dedos desvergonzados de un alcalde.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Perropuka 231 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revista