Revista Diario

De pie en la vida

Publicado el 28 enero 2019 por Elizabeth Garcés @Elizabe18542408

En el mundo actual la queja del ser humano se ha convertido en moneda corriente. Es una queja que viene de la costumbre, de esa rutina crónica.

Nos introducen hasta las entrañas el negativismo: la muerte, esas enfermedades que pueden llegar. Nos ” lavan el cerebro” repitiendo una y otra vez todo lo que debemos hacer para conservar la salud y evitar, así, la muerte.

No podemos ver un programa de televisión sín que nos recuerden que vamos a morir porque la enfermedad es nuestra compañera. En la agenda tenemos escritas las múltiples citas con médicos y otros especialistas porque hay que chequear el cuerpo totalmente. La angustia se dispara irremediablemente ante la espera de los resultados. Siempre se piensa en lo peor puesto que nos informan lo peor.  Ya nada es positivo en la vida.

El que nos informen está muy bien, no es bueno esconder la cabeza como el famoso avestruz. Hay que saber un poquito de todo para salir a flote. Hay que chequear esa salud que es, en definitiva, nuestro tesoro.

IMPONER LIMITES, ES DE SABIOS

Hay que reencontrarse con esos límites que se han perdido. Hay que tener la fuerza de decir al cerebro:

_  ¡ Para, ya !

Nos envenenan  con todo lo que es negro, con temores desmedidos que se convierten en pánico con el paso del tiempo y la intensidad del adoctrinamiento. El ser humano debe de conservar la fuerza de voluntad que le permita seguir en la lucidez, no es bueno apartarse de ella.

La sociedad nos induce hacía lo malo porque así nos controla con más facilidad. Fomenta el miedo para que nadie salga del rebaño. Los intereses se van perdiendo a medida que las ovejas deciden abandonar el grupo compacto. Todo es una cuestión de interés y no hay que olvidarlo. Nos deslizamos en un “terrorismo psicologico “.

Se rie poco, se llora mucho. La luz del sol ya no se percibe porque estámos metidos de lleno en la espeluznante negrura que nos espera nada más abrir los ojos. Nos han programado para sufrir y pensar que irá a más.

Hay que romper los muros que nos rodean. Hay que ir de lleno hacía la vida, esa vida que nos abre los brazos y a la que nos negamos a entregarnos por entero.

Hay que reír con deseo hasta que el llanto haga su aparición porque no hay mejor lágrima que aquella que provoca la risa. Hay que caminar bajo la lluvia y bajo el sol, sin miedos y hacíendo cuerpo con cada momento. Hay que mirar la alegría en el rostro de un niño porque el futuro más bello se encuentra en ellos.

Vivir, vivir y vivir…..que la vida vuelva al ser humano. Que ese corazón que late porque está vivo, se abra por completo a la existencia.

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