Revista Literatura

De vez en cuando, la felicidad.

Publicado el 24 enero 2011 por Marga @MdCala

En un lunes anticipado como el peor día del año (la parte buena es que, aun creyéndolo, sólo dura 24 horas), quiero dar un revés al pronóstico y mostrar algunos consejos ofrecidos por psicólogos para ser feliz a ratos. Sí, porque no se puede ser feliz todo el tiempo. Así es la vida.
-No desear la felicidad: sin deseo no hay avidez y se está menos expuesto a la frustración (Paco Peñarrubia).- Aunque en principio parece una contradicción este consejo, tiene toda la razón. El deseo de algo (o de alguien) te obsesiona y aturde. Te incapacita si es muy profundo. Te hace infeliz... De modo que cuidado con nuestros anhelos. Persigamos los sueños sin fijaciones enfermizas.
-Pensar en lo que tenemos, no en lo que nos falta (Javier Urra).- Por muy conscientes que en el fondo seamos de que tenemos una familia estupenda, una pareja increíble, unos hijos ejemplares, un trabajo que nos asegura lo básico y unas aficiones que nos permiten pasar buenos ratos, nos empeñamos en dejar todo esto a un lado y nos centramos en fijar la mirada en un próximo -y a veces inalcanzable- objetivo. Vivir queriendo siempre más puede ser estupendo como ambición y motivación, pero no nos proporcionará felicidad. Cuando lo logremos, seguiremos queriendo más...
-Existen dos vías para lograr la felicidad: una, epicúrea, basada en los placeres terrenales y carnales: la vía animal. Otra, espiritual, basada en la conciencia satisfecha, la moral: hacer lo que hay que hacer y sentirse orgulloso de uno mismo. (Javier Sádaba).- Yo apuesto por situarme en el cruce de ambos caminos... creo que podemos sentirnos muy bien con nuestra psique al tiempo que saboreamos una copa de vino al lado de la pareja elegida.
-Lo que más ayuda al bienestar es hacerte amigo tuyo (Peñarrubia).- Estamos de acuerdo: vivimos buena parte de nuestra existencia enfrentándonos a nosotros mismos. El deseo frente a la culpa, el Ángel frente al Demonio interior, lo aconsejable frente a lo apetecible, lo que sabemos que debemos hacer contra lo que pensamos que queremos hacer... El reto, pues, estará en buscar lo que se debe y, además, que esto sea lo que nos apetezca.
¿Difícil? No tanto: miremos de nuevo con los ojos de la limerencia. Empleemos una nueva y lenta mirada. Lo veremos todo mucho más claro.

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