—¡Es la última vez que decides! ¿Entendido? ¡Siempre es lo mismo, ahora tengo que arreglar todo este desastre! —vociferó el cerebro.
—Tienes toda la razón —murmuró agazapado el corazón.
Bajo una tenue luz y con una tristeza indescriptible, el poeta continúa escribiendo.