Revista Diario

¿Dejas reposar tu novela? | David Orell

Publicado el 21 septiembre 2017 por Kassius9

¿Dejas reposar tu novela? | David Orell

¿Recuerdas todas esas veces que has dicho que la comida sabía mejor al día siguiente? ¿No crees que el efecto es el mismo cuando dejas reposar un texto durante un par de semanas o el tiempo que sea necesario?

Después de un trabajo intenso, en el que has sacrificado horas de sueño por cumplir tu meta, llega el momento de descansar. Sin embargo, queda mucho por hacer. La producción ya está hecha, ahora es cuestión de pulir, ya sabes de lo que hablo. Sí, hay un PERO, no estás relajado para enfrentarte a las revisiones y miles de cambios. Conviene dejar reposar el texto, que se enfríe, o como quieras llamarlo.

Hoy he cocinado un buen potaje. Sí, a las 7 de la mañana la cocina ya olía a morcilla, ajo y café recién hecho. Mientras preparaba los ingredientes e iba formando pequeños montoncitos de cebolla picada, zanahoria y perejil, observaba el bol con las alubias que llevaban casi un día en remojo pensando en las similitudes que tienen en común la gastronomía y la escritura. ¿No te lo crees? Ponte café que ahora te lo explico mejor.

Ahora que la cocción del potaje ha finalizado y la olla se despresuriza, vamos a hablar de lo bien que sienta el tiempo de reposo. También lo recomiendan los médicos, así que ya tienes otro motivo para comprender por qué es bueno dejar reposar una novela.

Un buen potaje necesita una buena preparación de los ingredientes, o tenerlos a mano y listos para el momento preciso. En la escritura de una novela sucede igual, necesitas tener claro quien es el protagonista, qué es lo que va a ocurrir, etc. Todo esto ya lo sabes.

Es necesario olvidarse del texto completamente. Que cada cual estime cuánto tiempo necesita para ello. Si no los miramos con ojos nuevos, seremos incapaces de ver nada. Y el tiempo dedicado a la corrección será tiempo perdido. (Esther Magar)

He trabajado con poca gente de este oficio y he notado que la gran mayoría apenas deja reposar el texto, solo unos pocos lo hacen. ¡Lo entiendo! Las ansias por publicar te hacen cosquillas en los dedos y enseguida quieres escribir a todo el mundo que tienes un libro nuevo recién sacado del horno, pero no, amigo mío. Sé que es muy tentador, pero ocurre que, una vez has publicado el libro, los errores saltan como conejillos en la carretera. Y  ojito que estoy hablando de novelas digitales, cuyos errores puedes remediar enseguida. Bueno, con la impresión bajo demanda, puedes hacer lo mismo, pero no queda bien. Sea como sea el formato, tu novela necesita un tiempo de reposo, para que todo se asiente y sobre todo, para que tú puedas descansar, desconectar y quitarte esas prisas que te conducen a un grave error. La paciencia es la clave y tu mejor aliada.

¿Acaso te gusta quemarte los morros cuando la comida todavía está ardiendo? Con la escritura pasa igual, hay que dejar enfriar. ¿Necesitas más analogías entre la gastronomía y la escritura?

Al igual que una paella que necesita unos minutos una vez cocinada, tu flamante novela necesita una semana, un mes, seis meses, depende. Lancé una encuesta para averiguar algunos datos y estos son los resultados.

¿Dejas reposar tu novela? | David OrellEncuesta realizada en Twitter. ¡Mil gracias a todos por contestar!

Y hablando de Twitter, hace unas semanas, Esther Magar y yo decidimos nos fuimos a tomar un café para hablar sobre los pros y contras de corregir en papel o en digital, como ya expliqué en este artículo . Entonces llegamos a la conclusión de que debíamos crear un artículo para profundizar en un aspecto tanto o más importante que la escritura en sí.


Bienvenida, Esther. ¿Cuáles son tus futuros proyectos?

Gracias por el recibimiento, David. Es un placer charlar contigo. Bueno, me presento. Hola a todos, soy Esther Magar, del blog Relatos Magar. Además de actualizar mi blog con artículos de escritura, corrección y curiosidades literarias, soy reseñadora de novedades editoriales en Libros y Literatura. También pertenezco a la academia de Libros y Literatura, donde imparto los cursos de corrección de estilo y corrección de ortotipografía para escritores. Aparte de eso, hago correcciones para editoriales y particulares y redacto artículos de todo tipo.

Mis futuros proyectos van en esa dirección: conseguir más clientes para mis servicios de corrección y redacción y estudiantes para los cursos. Y publicar la novela que tengo en el cajón desde hace años. ¡Ah!, y sentarme a escribir otra de una vez.

Háblanos con más detalle sobre tu experiencia en el universo literario.

Soy lectora desde siempre y con siete años ya escribía mis propias historias. Pero no me lo tomé en serio hasta hace unos cinco años. Abrí mi blog actual, me puse a escribir más a menudo y terminé la novela que había empezado en 2008.

Escribir me ha dado varias alegrías en los últimos años. He ganado o quedado finalista en algún que otro premio con mis microrrelatos y relatos. Pero el reconocimiento que más ilusión me ha hecho fue que mi novela quedara finalista en un premio de narrativa internacional en 2015.

Por otro lado, en 2013, tras llevar en paro bastante tiempo, me formé como correctora, a ver si conseguía abrirme hueco en el mundo editorial. Pero también lo hice para mejorar como escritora. Creo que es indispensable conocer nuestra herramienta de trabajo para sacarle el máximo partido a nuestros textos, sean del tipo que sean. Hasta que no me adentré en el mundo de la corrección, no tenía ni idea de cuántas cosas había que revisar para pulirlos. Me parece un trabajo apasionante. Y es mucho más complicado y duro de lo que la gente se piensa.

A la hora de corregir, ¿qué es lo que más sueles encontrar?

En cuanto a estilo, los errores más frecuentes son la repetición de palabras e ideas, rimas internas que entorpecen la sonoridad y fluidez del texto, obviedades, imprecisiones léxicas, encadenación de verbos en vez de usar solo uno que exprese lo mismo…

Y en cuanto a ortotipografía: mal uso de comillas y cursivas, errores de puntuación (sobre todo, en las comas), uso arbitrario de las mayúsculas…

Los errores ortotipográficos suelen deberse al desconocimiento de algunas reglas gramaticales y ortográficas más específicas (por eso recomiendo a todos los escritores que aprendan corrección), pero los de estilo son por inseguridad del propio autor (que se repite o explica demasiado porque teme que no se le entienda) o porque, al estar tan familiarizado con su texto, es incapaz de ver cosas que saltan a la vista de cualquier otro lector (muletillas, cambios de narrador, etc.).

Escribir una novela, o una serie de novelas, relatos, cuentos, no es una tarea sencilla. Es un hecho que es agotador física y mentalmente. ¿Recomendarías un plazo de tiempo de descanso antes de pasar a la fase de corrección?

Claro. Es necesario olvidarse del texto completamente. Que cada cual estime cuánto tiempo necesita para ello. Si no los miramos con ojos nuevos, seremos incapaces de ver nada. Y el tiempo dedicado a la corrección será tiempo perdido.

Cuando un escritor entrega su manuscrito para la fase de corrección, se enfrenta a una serie de cuestiones que tendrá que defender, por lo que la actitud es importante. ¿Estás de acuerdo con que un verdadero escritor debe de estar dispuesto a recibir las críticas siempre y cuando sean constructivas?

Por eso tenemos tan mala fama los correctores, porque a muchos escritores no les gusta que les pongan pegas.

Pero hay una cosa que debe quedar clara: un buen corrector no se apropia del texto, sino que intenta que reluzca. A veces, tenemos que decirle al escritor que su primer capítulo sobra porque, por ejemplo, ha dado demasiada información y se ha cargado toda la tensión narrativa. Al escritor no le va a hacer gracia, claro. Pero debe olvidarse de lo que le gusta a él y pensar en lo que necesita su historia. Me han contado que eso le pasó a Jesús Carrasco, el autor de Intemperie. Su correctora le dijo que se cargara las cincuenta primeras páginas y él le hizo caso porque confiaba en ella. El resultado fue un libro alabado por crítica y público. ¿Lo hubiera sido igualmente si no las hubiera borrado? Nunca lo sabremos. Lo que está claro es que nadie ha sentido que le faltara algo a esa historia.

Para mí, la última palabra siempre la tiene el escritor. Pero el escritor no debe imponer su palabra, sino valorar cada recomendación y decidir si aplicarla o no. Ante todo, la relación entre corrector y escritor ha de ser transparente y fluida, para que ambos nos podamos sentir orgullosos del resultado.

En cualquier caso, el escritor debe curtirse en las críticas. Como dije en uno de mis artículos, escribir es exponerse y tenemos que asumir que no le gustaremos a todo el mundo. Si escribimos para que nos lean, debemos estar dispuestos a escuchar qué piensan los demás sobre lo que han leído.

Los escritores noveles solemos pensar que con un par de revisiones por parte de amigos es suficiente. Sin embargo, no es una corrección exhaustiva a menos que dichas amistades sean buenos correctores (no tienen porqué dedicarse profesionalmente a la corrección). Por lo tanto, las ansias por publicar, unidas a la escasa experiencia, nos suele llevar a publicar una novela que tal vez se le podría haber sacado más rendimiento. ¿Algún consejo a tener en cuenta que no se haya leído ya?

Dejarla a amigos con buen criterio es muy útil, pero el trabajo duro de corrección ha de hacerlo el escritor (y, luego, un corrector profesional, preferiblemente). Así que mi consejo para el escritor que se enfrenta a la corrección de su manuscrito es que lo haga como si fuera su peor enemigo. Ese lector tiquismiquis que está deseando pillarle en una contradicción o ese editor hastiado que quiere detectar cuanto antes que no sabe escribir para tirar su obra a la papelera de los rechazados. Es decir, debe cuestionarlo todo: cada punto, cada adverbio, cada metáfora. Cada una de las palabras que componen la historia tienen que demostrarle que merecen quedarse ahí escritas hasta el final. Y para desarrollar ese espíritu autocrítico viene genial saber corrección, ya sea a través de cursos como los que yo imparto o siendo autodidactas. Hace un tiempo recomendé cuatro recursos perfectos para ello.

Bueno, las ansias de publicar nos lleva a precipitarnos sin mirar, como quien se lanza a un barranco creyendo que solo hay un metro de altura. Realicé una encuesta preguntando sobre cuánto tiempo se considera necesario para que una novela se “enfríe” y los resultados son bastante interesantes. ¿Qué conclusiones podemos extraer?

Pues que el 67 % de los que contestaron no le dan suficiente importancia a la fase de corrección. La gente piensa que es revisar que no haya faltas de ortografía, pero es un proceso muchísimo más profundo.

Primero, hay que comprobar la estructura, que todo esté atado. Para eso, el paso del tiempo es clave. Si la corregimos demasiado pronto, tenemos tan frescos los acontecimientos en nuestra cabeza que damos demasiadas cosas por hecho y, quizá, ni las hemos mencionado y el lector se hará un lío.

En segundo lugar, hay que revisar el estilo, la forma en que hemos contado la historia. ¿Nos repetimos mucho? ¿Usamos descripciones tópicas? ¿Hemos elegido el verbo más concreto en cada ocasión? Según Stephen King, «la segunda versión es igual que la primera versión menos el diez por ciento». Y esa reducción se debe sobre todo a la corrección de estilo.

Y en tercer lugar, se revisa la ortografía y la tipografía, para comprobar que todo está en el lugar que toca y dejar el texto limpio de erratas y errores.

Así que, después de olvidarnos de la novela, tendremos que dedicarle bastante tiempo a la corrección. Además, no es recomendable corregir muchas horas seguidas, porque se pierde la concentración y pasamos cosas por alto, por lo que la corrección se puede dilatar bastante. Cada fase (estructura, estilo, ortotipografía) hay que hacerla por separado y repetirla si se cree necesario, por lo que el momento de publicar tiene que esperar pacientemente su turno. Pero todo sea por dar a nuestros lectores la mejor versión de nuestra historia.

Hay mucha gente que considera que, para saber si una novela merece ser publicada, hay que dejarla en el cajón. Luego, pasado un tiempo indefinido, una nueva lectura nos dirá si es viable o no. ¿Estás de acuerdo? ¿Te ha ocurrido? ¿Alguna experiencia propia que nos arroje un poco de luz?

Creo que eso se debe a que nuestras historias son un cachito de nosotros, como un hijo. ¿Y quién ve feo a su hijo? Nadie. De ahí que se diga que hay que dejarla en un cajón para olvidarse de ella, desapegarse. Cuando la volvemos a ver, quizá pase de ser nuestro hijito querido a nuestro ex, y pensemos: ¿cómo me podía gustar esto?

Yo he corregido mi novela infinidad de veces. La primera vez, deprisa y corriendo para enviarla a un concurso (mal), y luego, varias veces a lo largo del tiempo. Y cada vez que la veía, me asustaba. ¿Cómo tenía aún tantos fallos aún? Siempre le encontraba algo que corregir, pero la historia me seguía emocionando.

Llega un punto en que hay que parar y aceptarla como es. Entonces, tenemos que decidir si publicarla o dejarla para siempre encerrada en el cajón. Lo que todos tenemos que intentar es que dentro de veinte años, cuando echemos la vista atrás, no nos avergoncemos de lo que hayamos publicado. Para rescatar una historia del cajón siempre estaremos a tiempo.


Y hasta aquí la entrevista, pero no acaba aquí ya que Esther Magar te está esperando en su blog recién reformado con muchas novedades y una genial entrada de temporada que no deberías perderte: 10 consejos para corregir una novela 

¿Dejas reposar tu novela? | David Orell

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