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Deliverance, esa peliculita facha

Publicado el 15 junio 2011 por Escabechina
Deliverance, esa peliculita facha
Soy un trasnochado recalcitrante y por eso cuando me quedo solo en casa me da por ver películas antigüitas. Una película antigua es toda película que se hizo antes de que uno fuera siquiera un proyecto de persona. Como hay multitud de entes por ahí zascandileando y dando por el saco que la espicharán sin llegar a semejente protoestatus, el de proyecto de persona, aceptaremos también que toda película antigua es aquella que ya estaba y era en el mundo cuando todos estos descerebrados aún no se habían convertido en un pegote de ADN que berrea y berrea si no le ponen una teta en la boca.
Explicación del párrafo anterior para aquejados de déficit de atención y barbilampiños: antiguas son todas aquellas películas que ya estaban a disposición del respetable antes de que a vuestro padre se le escapase el lechazo involuntario del que nueve meses después vendríais aquí a armarla. Este decalaje de nueve meses no cuenta a efectos fílmicos, ya que se entiende que durante el período de gestación deja de existir el cine. Deja de existir el mundo entero, de hecho. Cualquier cosa que no tenga que ver con la gestación es borrada del mapa o tiene prioridad cero, pasa a ser tan secundarísima que la mínima muestra de interés por una de las partes -por la parte del futuro padre, se entiende- se pagará con muchas noches de dormir en el sofá y casi el triple sin follar -follar siempre después del parto, se entiende-. Ya se encarga la futura madre de eso. La madre de la futura madre le ayuda también.
Por ejemplo, el otro día me vi Deliverance, que para mí ya es una película antigüita de narices. Decir que has visto Deliverance tomando café con los amigos mola bastante, te da caché, pero hay que decirlo bien. Así: Deliverance, con mucho acento de Wisconsin... De este palo: ¡Ey!, pues el otro día me vi Deliverance, y los otros: ¿Qué?, y tú: Ya sabes, coño, la del río, la del banjo, la de del los rednecks que te dan pol culo, y los otros: ¿Qué?, joder, la del John Boorman, coño, que le salía la escopeta del agua en la portada, y los otros: ¡Aaaah!, ¡coñoooo!, tú dices Defensa, la del Burt Reynolds y el John Voight, y tú: Deliverance, la película en cuestión se llama Deliverance, coño... si vuelves a decir Defensa te parto la cara aquí mismo, hijo de puta, y el hijo de puta: Vale, tío... me piro a casa, tíos, que ya se me debe haber descargado el último capítulo de The Wire, tíos... Adiós. Tíos.
De Deliverance se han dicho dos cosas principalmente. La primera, que es un film ecológico, con conciencia eológica, se entiende, no que el celuloide en que la filmaron fuese biodegradable. La segunda, que es una metáfora del hombre moderno enfrentándose a la Madre Naturaleza, y perdiendo la partida. Es todo muy interesante. Pero es todo falso.
Para empezar, no estamos ante un alegato ecologista, puesto que el río no gana nada. El río se convertirá a pesar de todo en un embalse y todo el bonito y entrañable paisaje será anegado por las aguas sí o sí. El hecho de que haya un personaje como el de Burt Reynolds, friki de lo verde y de la supervivencia -más de lo segundo que de lo primero- no implica que al resto de personajes, a usted, a mí y también al de más allá, el destino del río y su paisaje nos importe un carajo. John Boorman no consigue que empatice con el río, con el pez, con el bosque... John Boorman, no sabes filmar el Alma de lo Verde...

Para seguir: la nómina de descalabros que al final del film debemos a la ferocidad de la Madre Naturaleza para con el hombre moderno asciende a una pierna rota. El resto de muertes por tiro a bocajarro o media distancia y flecharazo en la tiroides, a lo que cabe añadir una violación del ano de un corredor de seguros -lo que no sé si en todos los estados de los EUA es delito-, se debe a las humanas bajas pulsiones, que nada tienen que ver con el bucólico entorno. Así que no me toque lo que no suena, anden...

Aquí lo que pasa es que, de hecho, Deliverance, es una peliculita bastante facha, bastante reaccionaria. A los americanos ya les va bastante este rollito. No olviden que su religión les obliga a disparar un arma de fuego -siempre en defensa propia, ojo- al menos una vez en la vida. De modo que cogen pequeñas novelitas facha como la del James Dickey y las utilizan de excusa para plantar la tienda de campaña un par de semanas en el campo agreste. James Dickey, a la sazón, no sólo es el guionista de su propia novela, también interpreta el papel de Sheriff en el film. El mismo Sheriff que sabiendo como sabe que los protagonistas están mintiendo y son culpables de la desaparición de dos rednecks locales, los deja marchar porque sí, por ahorrarse el papeleo y porque al fin y al cabo los tipos cotizan que es un gusto, pagan más impuestos, o lo que es lo mismo, su sueldo de funcionario. Porque la Justicia no sé si será ciega pero la Ley desde luego sí tiene sus favoritismos. Por eso mismo, aunque tan culpables son unos como otros ante la Justicia, la Ley hace su preselección, y los pijos de ciudad se marchan de rositas y a los pobres rednecks endogámicos -seguro que ninguno de ellos hace la declaración de la renta, además- pues eso, que los jodan. 
Pero el río luce en pantalla que es un éxtasis, oye...
Deliverance, esa peliculita facha

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