Revista Talentos

Dependencia

Publicado el 12 marzo 2017 por Sylvia
El papá de B olvidó su teléfono celular ayer por la noche. También olvidó una hoja escrita que B me mostró hoy por la mañana; pensé que me la estaba entregando, pero cuando la recogí le dio mucho sentimiento.
El caso es que olvidó el teléfono, por lo que no hay modo de llamarle. Usualmente, le marco cuando B lo menciona varias veces; ya puedo ponerla directamente al teléfono desde el principio para que la conversación sea entre ellos dos. También le llamo para pedirle que traiga una cosa u otra, para ponernos de acuerdo sobre el momento en que vendrá o para avisarle que ha pasado cualquier cosa. Benditos planes de llamadas ilimitadas (él no tiene uno).
Es raro el día en que le marco una sola vez y muy raro el día en que no le marco. Tener su teléfono aquí me hace sentir desprotegida. En realidad, estamos a tal distancia que si tuviera una urgencia, no puedo confiar en que aparezca rápidamente. Por otro lado, no hay motivo para pensar en ninguna una urgencia. Es una cuestión nada más emocional.
Silvia Parque

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