Revista Diario

Desconocido:

Publicado el 04 agosto 2016 por Lauraps

Desconocido:
Te observo desde la silla en la que me has amordazado, en la que has pensado que no me movería y pensando en todo lo que dijiste, en todas las mentiras que conseguiste que me tragara para tu propio beneficio. Te miro y no te reconozco, me tienes retenida en el sótano de tu casa donde parece que te gusta hacer daño a otra gente debido a las marcas de sangre que surcan en las paredes, las innumerables herramientas que tienes a tu disposición en esa mesa tan llena de bisturíes que tienes bien preparada para cada persona a la que traes aquí para matarla, porque eso es lo que me espera, justo eso vas a hacerme a mí.

He estado durante más de cinco años contigo, lo que teníamos era increíblemente real y parecía que tú también lo sentías, no quise discutir contigo en aquellos momentos tan complicados en los que perdiste a tu hermano en un accidente de tráfico, pero no podía seguir aguantando tu cabezonería, tus ganas de cambiar todo lo que habíamos hecho y de no seguir en la misma línea que siempre, te estabas volviendo una persona violenta, casi ni te reconozco, no podría decir que algún día estuve contigo, que me enamoré de aquel joven que estaba mirándome desde el otro lado de la cafetería a la que solía ir a almorzar cada mañana, con esos increíbles ojos negros y profundos que me miraban fijamente, con esos labios que no se cansaban de enviarme sonrisas con un tono divertido, con ese cuerpo que denotaba sinceridad por cada poro de su piel. No puedo creer que llegara a pensar que todo aquello fuera real, que todo lo que había construido contigo era tan solo una mentira, un medio para llegar a un fin...

- ¿Qué es lo que estás haciendo? - le pregunté, para poder encontrar la forma de que volviera a ser el hombre que conocí en aquella cafetería - No tienes por qué hacer ésto, yo... puedo ayudarte.

- ¿Puedes devolverme a mi hermano? - me preguntó con tono enfadado, sabía perfectamente la respuesta - Genial, pues tengo que hacer ésto. Eres el sacrificio, así que, se llevará a cabo.

- ¿Un sacrificio para qué? - me quedé anonadada, no entendía qué era lo que pretendía con todo aquel teatro pero estaba asustándome -.

- Puedo traer a mi hermano de vuelta si te sacrifico a ti, ese es el trato - explicó, totalmente convencido de lo que estaba diciendo y sin darse la vuelta, seguía ensimismado limpiando las herramientas que más tarde utilizaría conmigo -.

- Has hecho un trato... ¿con quién? - seguía sorprendida, ¿quién estaría tan loco como para creer en los sacrificios humanos y pretender devolver a un muerto a la vida? Era de locos, eso no podía ocurrir en la vida real, no era posible -.

- La bruja me dijo que funcionaría, así que, funcionará tan solo he de matarte para que todo vuelva a ser lo que era, para poder abrazarle otra vez, para poder... - pasó de estar tranquilo a hiperventilar, cosa que no me extrañaba debido a la naturaleza del asunto. Movía los ojos de un lado a otro, parecía verdaderamente nervioso y algo tenso, esa era la única oportunidad que tenía y la única que le habían brindado para poder verle otra vez, para poder tenerlo de vuelta y abrazarle... una vida por otra -.

- No me estarás diciendo que crees eso de verdad, ¿no? - le pregunté con suavidad, con una voz tranquila y serena, una voz que denotara que no tenía miedo aunque por dentro estaba aterrada - No existen las brujas, Eric.

- ¡¡¡Que te calles!!! - bociferó en mi cara, pensé que en alguna parte de su ser no creía en estas cosas, que no era posible que alguien como él pudiera pensar que fuera posible algo así pero no quería enfrentarse a la realidad y yo era una víctima de ello -.

Inmediatamente paré de hacerle preguntas y terminé recordando el día en que nos conocimos, me pareció un hombre de lo más apuesto cuando decidió dirigirme la palabra después de varios días de miradas furtivas, de saludos tímidos y de sonrisas inesperadas, parecía que fue él quien quiso tomar la iniciativa, yo era demasiado vergonzosa para esas cosas, en verdad, me podían y era incapaz de hacerlo, no era para nada lanzada. Se sentó a mi lado, mirándome fijamente con esos ojos grandes y negros con una profundidad que era incapaz de describir, me embaucaban por completo y el resto del mundo dejó de existir; una sonrisa que daba calidez a la conversación que proseguiría, aquella que nunca podré olvidar aunque quisiera; unos labios finos que mostraban quién era y quién querías ser más adelante; un cuerpo que denotaba la fuerza que tenía en su interior, aquella que siempre pensaba que tendría para soportar todo el dolor que fuera posible, incluso la muerte de su hermano que ocurrió unos años después, nunca pensó que se derrumbaría de aquella manera.

La manera en la que me estaba mirando no era la típica mirada sensible, tierna o de cualquier índole, parecía que ya lo había hecho antes, parecía que esa persona de su interior le había llevado a aquello y la brujería era tan solo una excusa para acallar ese monstruo que creía ser, esa persona de la que se avergonzaba su padre, ese al que su hermano llamaba loco, quizá no muriera en un accidente de coche, quizá lo estuviera reviviendo todo una y otra vez... decidí ser valiente y seguir descubriendo más sobre aquella situación aunque no consiguiera respuesta, era lo último que me gustaría saber antes de morir, era algo que me ayudaría a estar en paz.

- Ésto ya lo hacías antes, ¿verdad? - sus labios temblaban, seguía mirándome con cierta culpabilidad pero no sabía si era eso o aguantaba las ganas de matarme por cada poro de su ser - Lo veo en tus ojos, te conozco mucho más que cualquier otra persona. Tan solo dímelo...

- Sí, he matado antes - su voz era de regocijo, terminó sonriendo a aquello que debería ser horrible para cualquier otra persona pero que para él tan solo era otro juego con el que cazar a su víctima - Y me gusta.

- Mataste a tu hermano - aquello le enfureció, jamás quiso asumir semejante muerte pero tal y como vimos el cuerpo en el depósito... esas heridas tan profundas podrían ser perfectamente de las herramientas que tenía Eric en esa mesa siniestra - No voy a decirlo, jamás lo confesaré, vas a matarme... ¿no?

- Siempre habéis sido un sacrificio, cada víctima, cada persona viva que camine por la calle... nadie puede escapar de mí, del monstruo que llevo dentro, de la persona que jamás quise ser pero que tuve que dejar salir, me explotaba la cabeza y... - gritó, aquella rabia contenida no podía con él, se volvía loco y lo único que quería era controlar la situación, no sabía cómo había llegado allí -.

- ¿Por qué...? - era la pregunta que llevaba tiempo esperando hacer, pero que durante todo el tiempo no pude pronunciar por miedo a la respuesta - ¿Por qué yo?

- Por tu forma de mirarme - confesó, algo había cambiado en sus ojos y supo que algo había cambiado en los míos desde hacía varios meses - Me mirabas como si la persona que conociste ya no estuviera ahí, desde un principio te imaginabas que podría ser... así - se señaló a sí mismo como si hubiera sido creado tal y como era ahora, como si fuera una pieza de un rompecabezas que no podía arreglarse - Lo sabías, pero jamás fuiste capaz de asimilarlo, te diste la vuelta para no verlo, para no ver quién soy en realidad pero no pudiste ocultarlo hace unos días, cuando vi el miedo en tus ojos al tocarte... no pudiste remediarlo. Así que ahora, tienes que morir...

- Cuánto hace que nos conocemos, ¿eh? - le pregunté, para evitar que se acercara cada vez más a mí, para evitar que me matara en ese justo momento. No quería que siguiera avanzando mucho más - ¿Cinco? ¿Seis años?

- Prefiero no recordarlo, los sacrificios no se culminan de esta manera sino que la víctima permanece callada todo el tiempo - fue corriendo a por cinta aislante y me la puso en la boca, seguidamente un intenso dolor hizo que mi mente desconectara y la sangre corriera por el suelo -.

Permanecía en mi mente, estupefacta, quizá intentando pensar cómo parar lo que Eric había empezado, quizá pensando en una forma de despedirme del mundo porque muy dentro de mí había una oportunidad, y quizá la más probable, de que Eric me matara. No sabía muy bien cómo sentirme, si llorar, gritar o implorar compasión... pero de todas formas, el hambre de matar que albergaba en su interior no le permitiría cualquiera de esos sentimientos, y menos que parara en su incesante tarea de sacrificar la única pieza que le quedaba del rompecabezas, aquella que le miró de una forma distinta, ¿cómo supo que me di cuenta?

Pero ya no había más que hablar, estaba en las últimas, estaba desangrándome... no recordaba el momento exacto en que lo supe. Quizá fue cuando vi las heridas que presentaba su hermano en el depósito, quizá por aquella profundidad en su mirada, era como si no quisiera ver qué había dentro de él mismo, como si no quisiera que nadie escudriñara en su cerebro, en su espíritu, en su corazón... Quizá nunca cupieron esos sentimientos en su interior y yo terminé siendo una tapadera, alguien que pudiera encubrir todas sus muertes, que confiara tanto en él que fuera totalmente incapaz de testificar contra él. Ya tenía mis respuestas, esas que andaba buscando y quizá no debería haber encontrado, todo se torció tan solo por una mirada, por miedo, todo se vino abajo para mí, para aquellas víctimas futuras que deberían mirarle con fuerza y no con temor para salvarse a sí mismas...

Volví en sí, parecía que estaba siendo una diana para aquel hombre que en su día quise. Dolía... me dolía todo mi cuerpo, no podía moverme debido a los incontables cuchillos que tenía clavados por todos lados, era increíble cómo una persona pudiera aguantar tanto... cómo podía ser el amor tan traicionero a veces. Mi respiración entrecortada no aguantaría más, me sentía muy débil y tan solo pude levantar la cabeza para mirarle a los ojos con tristeza, aquella que había mostrado meses atrás cuando me confesó que quería recuperar a su hermano entre lágrimas, aquella pena que era imposible disimular y terminé con aquello de una vez, asumiendo que iba a ser mi último suspiro.

- Adiós Eric... - mis ojos finalmente se cerraron para no volver a abrirse jamás -.

- Adiós, Gloria... - sus ojos se posaron sobre mi cuerpo innerte y sintió un éxtasis que ninguna otra cosa le provocaba, estaba claro que disfrutaba con cada muerte - Adiós... hermano.

Agachó la cabeza dejando mi cuerpo allí, tan solo, tan aparcado del mundo, tan... indiferente de sentimientos. Eric no estaba de humor para recogerlo y tirarlo al mar o dondequiera que solía deshacerse de ellos. Había pasado de ser una abogada con prestigio a ser un cadáver en el sótano de la casa de aquel hombre que amé una vez y que terminó totalmente con mi vida sin conseguir que me avergonzara de algo que hice. Ésto pesaría siempre sobre sus hombros desde la primera a la última víctima que ha matado y que matará, no podrá escapar de su destino, de la maldad que tiene en su interior, todo ello le perseguirá por siempre y no podrá evitarlo por mucho que lo desee...Follow my blog with Bloglovin

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Lauraps 15 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revista