—¡No me pidas eso, te lo ruego! —gritó angustiado.
—Por favor...
Su corazón se retorcía de dolor aun sabiendo que no podría negar ese último gesto a la persona amada. Cerró los ojos, maldijo al cáncer, abrió las manos.
—Te quiero —alcanzó a oírla susurrar mientras caía.