Revista Talentos
Era tiempo de cosecha. La luz del alba arrancaba destellos plateados de las hojas de acero bruñido. Solamente se escuchaba el suave siseo de los maizales mecidos por la brisa. Se presagiaba una buena mañana de recolecta. Esta vez, habían dejado salir a casi dos docenas. Ya se oían lamentos.