Revista Talentos

Después de un día pesado

Publicado el 30 noviembre 2016 por Sylvia
Ayer tuve el día normal más pesado de todos los tiempos. No hubo accidente ni enfermedad, gracias a Dios; pero fue muy cansado. Trabajé toda la tarde. Eso B lo toma a veces bien, a veces mal. Ayer lo tomó bastante mal. Podría decirse que hizo lo que pudo por su cuenta: jugó buen rato, se contentó merendando sola; pero quería mamá, necesitaba salir, al rato tenía sueño y yo me iba poniendo tensa porque el trabajo se complicaba. Con todo eso en el cuerpecito de un año y medio -un año, siete meses, en realidad-, fuimos por fin al parque cuando ya había oscurecido; regresamos, cenó, le di teta y casi de inmediato se quedó dormida. Eran las 8:30. Normalmente se queda dormida alrededor de las diez, así que la noche podía ir muy bien o...
Despertó como a la una de la mañana. Era necesario cambiarle el pañal y ya no se durmió. Empezamos bien, platicando. Luego quiso ir a jugar y no le gustó que ya no fuera posible. Al rato empezó a pedir teta para chupetear, pero la pobre estaba tan cansada que no podía acercarse y engancharse sola; yo debía sentarme, cargarla y colocarla al pecho; ella duraba en mis brazos unos segundos y pretendía retirarse a jugar y volver segundos más tarde. Así que terminé gritando un "¡Yaaaa! ¡Por favor! ¡Tengo sueño!" que se repitió dos o tres veces, haciéndome sentir mal cada vez. Su cansancio era evidente y me apenó pensar que tal vez se sentía tan mal como yo (me ardían los ojos, me dolía la cabeza). Afortunadamente estaba su papá, que entró a la recámara a contener los ánimos y a tratar de dormirla. Con lo primero fue suficiente.
Con unos minutos de calma, conseguimos volver a la buena teta. Me disculpé por haber gritado. Como después de cenar, se quedó dormida rápidamente.
Silvia Parque

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