Revista Diario

Dia 48: Malena y yo...

Publicado el 06 septiembre 2012 por 160

Dia 48: Malena y yo...

Muy parecida a ella... :)

Dos años después de salir del hospital y luego de pensarlo mucho, decidí finalmente contarle a mis padres sobre mi homosexualidad.
A partir de ese momento, no sólo tenía que verme casi a diario con un sicólogo oportunista que decía iba a "curarme", sino que además debia soportar el constante llanto de mi madre y la presión por querer cambiarme a como de lugar. Mi futuro me daba mucho miedo. Me sentía muy asustado.
La conocí por esos días...
Un día me di cuenta que mis puas estaban demasiado grandes y era necesario un corte de pelo inmediato. Hasta los 16 años me cortaba en la peluquería de mi vecina, Dolores, y la verdad poco me importaba los efectos de su prematuro parkinson sobre mi cabeza. No tenía ya remedio mi pelito de puercoespin asi que iba siempre con ella y aceptaba con resignacion las tremendas monstruosidades que me esculpia. Pero sucedió que justo por esos días que requería el corte, la hermana mayor de Doña Dolores se encontraba muy enferma, por lo que habia viajado de emergencia y recién regresaría después de una semana. La espere esa semana, pero no aparecía y mi pelo estaba cada vez peor. No sé qué me pasó por la cabeza (si, si sé, la tijera) pero se me entró la locura de cortarme yo solito y como resultado, terminé con la cabeza hecha un desastre, con huecos por todos lados.
La situación era tan dramática que tuve que ponerme un gorro encima y salir a buscar a cualquier otra peluquera que pueda ayudarme. Nunca antes había entrado a otra peluquería aparte de la de Doña Dolores, pero buscando a unas cuadras de mi casa, pude encontrar una que al parecer reciéntemente había sido estrenada. El nombre fue lo primero que me llamo la atencion: "Rominas Coiffure". Sus puertas estaban abiertas de par en par y el color rojo intenso primaba en toda la decoración del local. Aún recuerdo cómo me sorprendió ver tanto color rojo brilloso en un solo lugar.
Ingresé algo temeroso y me di cuenta que no había nadie, yo era el único cliente allí. De pronto, apareció imponente, una mujer perfecta, muy alta, con los ojos de una muñeca y la cara finamente esculpida. Si, esculpida con un gran bisturí pues se notaba que su rostro habia pasado por las manos generosas de un círujano. Me sonrió muy amablemente y me dijo "Bienvenido Corazón" invitándome a tomar asiento. Ella era la dueña, ella era "Romina".
Rápidamente sacó de su armario una infinidad de catalogos de cortes de cabello y me dijo con su vocesita finamente masculina: "Elige el corte que tú quieras, corazoncito", los tomé con cierta incredulidad pues desde siempre aquellos peinados que veía en los catalogos viejos de Doña Dolores, eran imposibles para mi, "Requieren de un cabello más bonito, hijo" me decía a modo de disculpas cada vez que notaba que el corte que veía en la revista distaba mucho de la porquería que hacía conmigo. Era por ese motivo que nunca más quise cambiar ni intentar cosas nuevas en mi cabeza...

Dia 48: Malena y yo...

El peinado que quería...

"¡Este te quedaría muy lindo, corazón!" me dijo Romina emocionadísima, mientras me señalaba un corte de pelo realmente agradable. Pero de inmediato tuve que devolverla a mi realidad y le dije que no, que lo único que quería era que me rape por completo para que no se vean los huecos que me había hecho yo mismo. Ella lo dudó por unos segundos y me miró con cierta preocupación, tal vez notando que me moría de la tristeza por dentro. "¿Por qué el nene quiere torturarse así, eh?, mejor déjamelo todo en mis manos ¿ya? ¡vas a ver lo churro que quedarás!" Su optimismo me fastidiaba, pero Romina era más que insistente, yo sabía que era imposible domar mis cabellos así que simplemente le advertí "Ok, haz lo que quieras pero si no me dejas igualito a la foto, me pelas todo, ok?" Ella saltó de la emoción (no comprendía la verdad qué era tan emocionante) y comenzó a trabajar en mí...

Sacó sus tijeras y empezó a cortar muy cuidadosamente. Se le veía sumamente concentrada, pero aún así no dejaba de preguntarme muchas cosas -¿cuántos años tienes?  "16" -¿Y de donde vienes, corazón? "Vivo aquí a 5 cuadras" - ¿y por qué nunca te he visto? "Porque nunca salgo..."   - Ah, ya entiendo, el señor se está guardando para que no lo ojeen las chicas! jajaja.
No entendía por qué todo lo que le decía le parecía gracioso, pero aún así seguí respondiéndole. Era la primera vez que alguien me preguntaba cosas sin un evidente interés por estudiarme, como lo hacía el sicólogo, simplemente Romina andaba de chismosa y me parecía entretenida -¿Y tienes novia? ¡seguro debes tener muchas, eh! Dudé unos segundos. No tenía sentido mentirle y decirle que tenía 50 novias. Después de todo, ya había salido del closet con mis padres y lo último que esperaría de un travesti era que me discrimine. De alguna forma, sentí que era terreno seguro. "No, no tengo novia, a mi no me gustan las mujeres". Romina se sorprendió y me miró con sus enormes ojasos a través del espejo (y me di cuenta que ni los ojos ni las pestañas, eran suyas) ¿¡Ay precioso, pero por qué lo dices como si estuvieras en un funeral!? ¡Alégrate bebé!"
Sin darme cuenta, tras esta confesión comencé a soltar todo lo que me había pasado hasta aquel día, sentí que ella podría entender de alguna forma lo que me sucedía y lo dificil que estaba siendo el aceptarme a mi mismo y que mi familia lo entienda. -Lindo, seas lo que seas, debes quererte mucho y darte cuenta que sólo tú eres quien decide su camino, nadie más". Lloré, me puse muy sensible y pude notar como sus ojos también se comenzaban a humedecer -Lo tuyo es muy facilito, corazón. No te me ahogues en un vasito con agua. Tú por lo menos, pasas desapercibido entre la multitud, y nadie tendría porqué meterse contigo. Yo en cambio, soy un letrero andante que dice "Soy Tracaaaa" pero aún así lo que me dice la gente me resbala... debes saber que para ser maricón hay que ser bien machito, querido...- "Eso es muy cierto..."- Pensé.
- ¡Y bueno, ya estamos casi listos! 
Me miré al espejo y noté que si bien mi cabello estaba corto, aún distaba demasiado del corte de pelo que aparecía en la revista. - No seas impaciente, !todo mejora en el momento indicado! Me aclaró. Sacó de su cajón un potesito, sin dejar de hablarme un solo instante. - Lo que aparentemente es feo, con un poco de cremita, se pone muy bonito... ¡Voila!" Me colocó un gel especial de color celeste plata en todo mi cabello y por primera vez en mi vida vi como éste se podía manejar al ritmo del peine. La cremita era milagrosa, bastó con un par de movimientos rápidos con el peine y mi cabello quedó exactamente como la revista. "Sólo me faltarían esos enormes ojos verdes para verme así de guapo", le comenté en son de broma. "Pero si tu eres aún más bonito que ese gringo maricón, ¿no te ves acaso?" Y sí, me sentía feliz con lo que veía en el espejo.  Le agradecí mucho y le pregunté dónde podría conseguir esa crema milagrosa. Y ella respondió - Cada vez que quieras echarte, bajas unas cuadritas hasta aquí y yo te peino, será motivo para que me visites y de pasadita sales de tu madriguera y te muestras al mundo.
Y así pasó, desde aquel día, iba frecuentemente a buscarla para que me peine, lo hacía con un cariño tan maternal que me gustaba mucho. Además que me encantaba escuchar sus historias. Me contaba cómo comenzó a transformarse, de su viaje a la Argentina para trabajar para su operación, de su tristeza por no poder ver a sus hermanitos menores, y de lo mucho que yo le recordaba a Julio, aquel hermano que dejó en Arequipa y que tenía mi misma edad. En los días que compartí con ella, me di cuenta que en verdad guardaba mucha tristeza en su corazón, la habían golpeado demasiado, pero ella seguía sonriendo y disfrazaba el dolor con maquillaje, pestañas y lentes de contacto.

Dia 48: Malena y yo...

¡La cremita milagrosa!

Un día, una vecina chismosa se enteró que yo frecuentaba seguido la peluquería y se lo contó a mis padres. Ellos se pusieron como locos y me prohibieron verla, incluso papá fue a advertirle que se aleje de mí. Yo sin embargo, comencé a tomar mis propias decisiones e iba a verla a escondidas cada vez que podía. La última vez que la ví, me regaló el pote de crema de pelo pues me dijo que ya no podría peirnarme. Días antes de ese momento, había notado que andaba muy preocupada, y justo ese día me contó que viajaría nuevamente a Buenos Aires pues debía juntar dinero para curarse un problema de salud. Me sentí muy triste por su partida, y recuerdo haber pensado "¿Por qué todos se tienen que ir a Argentina?", pues mi madre también lo había hecho cuando yo era aún muy niño.
Al darme la crema, recuerdo claramente lo que me dijo "Esta es solo la cerecita que hace resaltar la belleza del pastel, que no se te olvide..."
Su local permaneció cerrado por varios meses, hasta que un día me percaté de la presencia de un camión inmenzo frente a la peluquería. Pensé que tal vez habría regresado, pero pronto me di cuenta que ella ya no estaba allí. Se estaban llevando en aquel camión, todos los muebles rojos que adornaban tan bonito su local. Me acerqué a preguntarle a uno de los hombres a donde se llevaban los muebles y me respondió fastidiado "Qué te importa... ¿O acaso el cabro era tu novia?"
Me quedé callado  y me fui avergonzado. Me di cuenta entonces que aún era muy marica para defenderla.  Necesitaba crecer...
Esta noche recordé este pasaje de mi vida, pues regresando a casa, creí haber visto a Romina en la estación del tren, mientras escribía una historia totalmente distinta a la que les estoy contando. Luego me percaté que no era ella... Justo hace unos días hablaba con Garis sobre la película Malena, de Giuseppe Tornatore, en la que una Mujer buena, producto de las cirncunstancias y la gente, es sorprendida por un triste destino, mientras que un niño ve de cerca todo esa transcición dolorosa. Es por ese motivo que me gusta tanto esa película, pues de alguna forma me recuerda a mi historia con Romina.
Hasta el día de hoy sigo usando la crema Affix Rasta que ella me regaló alguna vez. Por suerte pude encontrar un lugar donde las venden. La verdad ya no necesito de la crema, mi cabello está años luz de lo que alguna vez fue, pero de alguna forma, el peinarme con ella, me hace recordarla...
 115 Antes de ti: Romina ( ¡Gracias, Corazón! Mereces un lugar especial en mis 160... )

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