Revista Diario

Dieta digital

Publicado el 30 marzo 2015 por Malalua @malalua

¡Ta-dah! ¡Que ya estamos en Semana Santa? ¿Puede pasar más rápido el tiempo? Tsk. Y ya que estamos en periodo vacacional, aprovecho para rescatar un artículo de mi excolumna de opinión Redixit, publicada en agosto del año pasado en el periódico DA. Ah, en breve, confío en estrenar nueva versión de mi web, que modificará por enésima vez la apariencia de esta bitácora ;)

09/08/2014

Superada la cansina operación bikini con la que nos atosigan en los meses previos al verano, llega la dieta digital: una ristra de artículos sobre cómo desconectar del smartphone u ordenador y así no arruinar lo que queda de vacaciones. Uno de los decálogos más replicados en diversos medios (como en el Antigurú, blog de El País), es el de Daniel Sieberg, experiodista de tecnología de la CBS, en el cual explica cómo detectar y superar la adicción a la permanente conectividad.

adicción smartphone

Cuatro son las preguntas que debemos formularnos para evaluar si requerimos de un descanso digital: primera, cuando mantienes una conversación importante, ¿necesitas sacar con urgencia el teléfono?; segunda, si no lo publicas en las redes sociales, ¿sientes que no ha pasado?; tercera, ¿las notificaciones te aceleran el pulso?; cuarta, ¿se producen demasiados silencios en pareja porque ambos están pendientes de las pantallitas?

También son cuatro los pasos que evitan la conversión en obsesos digitales; unos hábitos saludables que deben introducirse paulatinamente como en cualquier régimen alimenticio. El primero de ellos consiste en «repensar»: ¿cuántas horas pasas en las redes sociales construyendo tu imagen virtual? ¿Sabías que dos horas al día equivalen a 30 días en un año? El segundo habla de «reiniciar»: aleja la tecnología, guarda tus gadgets y prepárate para elevar la mirada y erguir la espalda —empieza a parecer ridícula la estampa de individuos cabizbajos en cualquier semáforo; más, cuando están acompañados en bares y restaurantes—. El penúltimo paso engloba la «desconexión», la capacidad para controlar nuestra jornada electrónica. Por ejemplo, si lo primero que haces nada más abrir los ojos es revisar las notificaciones, no utilices este dispositivo como despertador. Sácalo del dormitorio y desempolva un reloj analógico. Así, se retrasa el inicio diario del uso tecnológico, balanceando el organismo. La duración razonable, según Sieberg, es de 90 a 180 minutos.

El último es el resultado de la buena ejecución de los anteriores: ¿has sido capaz de retomar las relaciones personales? Esta «reactivación» evita que la única conexión con familiares y amigos sea una pantalla, y que de esta forma la conciliación con la tecnología sea posible. El lunes, todos a dieta.

Publicado en DA

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